José Hierro tiene solamente 17 años cuando es detenido tras ver a su padre, el telegrafista Joaquín Hierro, prisionero por haber interceptado, tres años antes, el cable de la Capitanía Militar de Burgos a la guarnición de Santander, para sumarla a la rebelión. José es acusado de sacar al exterior información y también mensajes de los presos, por lo que pasará los próximos cinco años en cárceles franquistas. En enero de 1944, es liberado en la cárcel de Alcalá de Henares. Se instalará en Valencia hasta 1946. En esa época comienza a colaborar en la revista santanderina Proel, y también a escribir los poemas que reflejan su tiempo en prisión, que darán lugar a dos libros, publicados en 1947 y 1948: Tierra sin nosotros y Alegría. Así, con la llegada de José Hierro, nuestra tierra poética no podrá escribirse sin su voz, que atravesará generaciones y tendencias poéticas, inaugurando líneas sucesivas que se confrontarán después: de la poesía social o de compromiso a la culturalista, con alucinaciones de lenguaje. Será un nuevo poeta en Nueva York justo al declinar el siglo, con una nueva generación de poetas mirándose en su espejo.
