En 1947, cuando se publica La soledad cerrada en la colección Cuadernos de Poesía “Norte”, de San Sebastián, han pasado nueve años desde la victoria de las tropas franquistas sobre la agonizante República. 1936 parece quedar lejos, aunque los efectos de aquel largo verano de la Guerra Civil, con ásperos inviernos, primaveras terribles y otoños cayendo sobre las cunetas, se sienten en el paisaje de una población en un luto alargado. Seguramente nadie, excepto el interesado, recuerda que, en 1936, La soledad cerrada recibiría el primer premio en el concurso organizado por el Lyceum Club Femenino, por el centenario de Gustavo Adolfo Bécquer. La vida tiene ahora otra temperatura para el joven poeta, que acaba de conocer a la mujer que será su compañera el resto de su vida, con quien funda la colección de poesía “Norte”, y a la que debe su resurrección tras la Guerra Civil: Amparo Gastón.
