Platero y yo es el libro más famoso de Juan Ramón Jiménez, el que planea por órbitas mayores del imaginario popular. Hace bien el poeta en avisarnos, porque no es un texto escrito para niños. Con su alegría y su pena, su dicha y su frescura, Juan Ramón nos habla de Novalis: si "Dondequiera que haya niños, hay una edad de oro", Platero y yo crepita en la lectura de ese niño que vive en todo adulto: en cada adulto que lo haya protegido de su crecimiento -o lo haya mantenido a este lado del paraíso-, a pesar del desgaste de los días, avivando la gracia de su espíritu, su primera visión. Así, hacia esa "isla espiritual caída del cielo", que es también la hermosa latitud por la que "anda el corazón del poeta", se dirige esta escritura de estampas fragmentadas, en pinceladas de plasticidad que, al mirar a la infancia sostenida en esa edad de oro, se dirige a la edad de oro del hombre.