Ulises sigue disfrazado de mendigo y Telémaco regresa a Ítaca. Aunque padre e hijo ya se han reencontrado en secreto, fingen no conocerse. Telémaco ordena llevar al “mendigo” al Palacio para mendigar, marcando así su paso definitivo a la madurez: toma decisiones, habla con autoridad, y se posiciona como heredero de Ulises.
Y en ese camino, ocurre uno de los momentos más conmovedores de toda la literatura: el reencuentro de Ulises con su perro Argos.
Viejo, lleno de pulgas, abandonado sobre un montón de estiércol, ciego, apenas vivo… pero fiel. Tan fiel, que reconoce a su amo después de veinte años, por la voz, por el olor, por el alma. No se levanta. No puede. Solo mueve la cola, echa las orejas atrás, y muere. Muere al cumplir su misión: ver de nuevo a Ulises. Sin palabras, sin gestos grandilocuentes, Homero nos recuerda que la lealtad no necesita palabras.
El canto XVII es ya la antesala de la venganza. Los pretendientes humillan a Ulises ¡en su propio Palacio! Uno de ellos, Antínoo, golpea al mendigo. Todo está por estallar. Homero es un genio del suspense. No hay serie que lo iguale
Contamos con la colaboración del helenista, poeta y traductor de la “Odisea” de Homero, Juan Manuel Macías.
Como no hay nada más moderno que los clásicos grecolatinos, les ponemos música actual. La banda sonora del canto XVII de la Odisea está formada por: “The gravel road”, de James Newton Howard (de la película “The village”); Romeo y Julieta, de Nino Rota (versión Henry Mancini); “The dark knight” de Hans Zimmer
La imagen corresponde a la pintura “Ulises y Argos” de Briton Rivière (1885)