Las 08:15 horas del 6 de agosto de 1945 marcan un terrible hito en la historia de la humanidad: en ese momento, hora local de Japón, estalla la primera bomba atómica lanzada desde un bombardero B-29 de Estados Unidos llamado Enola Gay sobre la ciudad de Hiroshima.
Que se sepa, solo un español fue testigo directo de la explosión, el jesuita Pedro Arrupe. Tras estudiar medicina y entrar en la Compañía de Jesús, abandona España en 1932 tras la disolución de la misma a partir de un decreto gubernamental. Tras pasar por otros países, en 1938 es destinado a Japón a petición propia, primero a una pequeña parroquia y después al noviciado de Nagatsuka, una colina a las afueras de Hiroshima, como director.
Allí se encuentra la mañana del 6 de agosto de 1945, cuando se produjo "una luz potentísima, como un fogonazo de magnesio, disparado ante nuestros ojos". Después vino la formidable explosión, las destructoras ondas expansivas y, sobre todo, la visión desde la colina en la que se encontraba el noviciado de la ciudad de Hiroshima reducida a ruinas y convertida en "un enorme lago de fuego".
Poniendo en riesgo sus vidas, corrió junto a sus novicios hacia la ciudad de la que huían algunos supervivientes "a duras penas, sin correr, como hubieran querido, para escapar de aquel infierno cuanto antes, porque no podían hacerlo a causa de las espantosas heridas que sufrían".
Recogieron a los que pudieron y establecieron un pequeño hospital en el noviciado, en el que, gracias a sus conocimientos médico, les trataron con lo poco que tenían. Gracias a ello, muchos sobrevivieron, pero las cifras globales son demoledoras: tras la explosión, más de 70.000 personas murieron en Hiroshima y otras 200.000 quedaron heridas. A finales de 1945, la cifra de muertos ascendía a 166.000 personas. Las secuelas de los supervivientes duraron décadas.
Todo esto lo relató posteriormente en su libro Yo viví la bomba atómica, un desgarrador relato de las semanas posteriores a ese 6 de agosto. En 1972, en Roma, el padre Arrupe (prepósito general de la Compañía de Jesús en aquél momento) recibía a Juan Mayor de la Torre, que le entrevistó para su programa España viva. Tras hacer un largo repaso a su infancia y juventud (en los que destaca como alumno brillante), pasa a relatar su llegada a Japón y el choque cultural inicial hasta que el pueblo japonés se gana su corazón gracias a sus valores. Después habla de la explosión atómica pero también de otro hecho que para él es inédito en la historia de la Humanidad y, sobre todo, el enorme valor del pueblo japonés para, desde cero, haber llegado a ser lo que era en 1972: la tercera potencia económica del momento.