Primavera de 1974. Lina Morgan, de 38 años, triunfa en Madrid con El cuento de la lechera, un espectáculo de revista musical, género al que se ha dedicado hasta el momento. A pesar del éxito, el gran Tico Medina le realiza una entrevista en la que, supuestamente, para combatir el menosprecio que sufre la revista y la falsa imagen que cree que se tiene de las actrices (las vedettes) que se dedican a ella, le formula preguntas ácidas, pero, sobre todo, se empeña en afirmar que Lina, de la que dice que "ha dejado de ser una chiquilla", se encuentra en una encrucijada.
Una encrucijada profesional, por un lado: entiende que tiene que dar el salto a la comedia, género que parece más "digno" que la revista. Aunque evita decirlo y afirma que hay muchos prejuicios y tópicos al respecto del mundo que la rodea, es bastante significativo que le formule preguntas como que si "los señores le regalan muchas cosas".
Por otro lado, una encrucijada personal: que aún vive con su familia, que no se le conocen amores… vamos, que solo le falta decirle que "se le está pasando el arroz”…
Todo, desde el cariño y la admiración, pero es que eran otros tiempos.