Historias del vino Las malvasías españolas y la competencia medieval por los vinos griegos24/11/2025
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En la Baja Edad Media, los llamados vinos griegos -malvasías, romanías, vernaccias y ciertos moscateles- dominaron el comercio internacional del vino. Eran blancos dulces y pasificados, elaborados en el Peloponeso, Creta o el sur de Italia, capaces de resistir largos viajes hasta Inglaterra o Flandes.

La Corona de Aragón se convirtió en uno de sus principales clientes, con cargamentos constantes procedentes de Génova y Nápoles.

Esa demanda abrió una competencia silenciosa entre ambas orillas del Mediterráneo. Los viticultores hispanos comprendieron pronto que podían responder sin imitar a Grecia: bastaba con recuperar una tradición agrícola propia.

Las costas de Valencia y Alicante conservaban viñedos desde época romana, y los campesinos locales conocían el soleado y la pasificación de la uva, una técnica perfeccionada en la zona por los agrónomos hispanomusulmanes.

Sobre ese legado, Mallorca, Sitges o Alicante desarrollaron sus propias malvasías, incluidas las elaboradas con la variedad local Montonech.

En pocas décadas, estos vinos se integraron en los llamados “vinos del sur” y abrieron un camino que pronto los llevaría hasta las islas Canarias y al poderoso comercio atlántico entre Europa y América.

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