"Entre Monfragüe y el Jerte, en mitad del mes en que celebran la primavera las amapolas, un 16 de mayo de 1962, nació, porque había que nacer, Roberto Iniesta Ojea. El 10 de diciembre de 2025 la muerte traicionera ha recibido por fin al hombre, y tendrán que enterrarle con la picha por fuera para que se la coma un ratón. Desde el 10 de diciembre de 2025, Robe vive para siempre.
Hoy no solo ha muerto un hombre. Hoy ha muerto una manera de leer la realidad, un vehículo para el amor, la rabia, con el que muchos hemos aprendido a canalizar dichas emociones, ponerles verbos y melodías, desahogarnos y comunicarnos a través de un idioma compartido. Ha muerto una voz capaz de tejer un lazo entre personas que no tienen nada absolutamente nada más en común. Un ser humano, caótico, fractal, complejo, falible, y esquivo, pero también un anacoreta reflexivo, fuerte, inspirador, inmenso. Hoy Robe, que era un hombre y también otra cosa, se ha convertido en un pájaro negro de pico anaranjado" (Diego Arroyo, de Veintiuno)