Diosas y rebeldes Cicely Tyson, la primera actriz negra que dijo: No08/12/2025
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Cicely Tyson nació en 1924 en Harlem, Nueva York, hija de inmigrantes caribeños, y creció en una casa marcada por el trabajo duro, la fe religiosa y la esperanza. Desde joven se rebeló contra lo que “debía ser” una mujer negra en su barrio. Dejó el trabajo de oficina para seguir su deseo: ser vista, ser voz, ser ella misma. El modelaje la llevó a la actuación. Primero la mirada, luego el guion. Pero el mundo no estaba preparado para ella. Papeles vacíos, degradantes, ridículos, esperaban a muchas mujeres negras. Cicely se negó. Esperó. Resistió. No aceptó menos de lo que merecía.

Su primer gran triunfo llegó en 1972 con “Sounder”, donde interpretó a una madre afroamericana luchando por sobrevivir en el sur racista de Estados Unidos. Ese papel, serio, humano, hizo historia: fue nominada al Oscar, se abrió una puerta para generaciones. Desde ese momento, su carrera se convirtió en una misión: mostrar al mundo que las mujeres negras podían ser protagonistas, no estereotipos.

Dos años después protagonizó “The Autobiography of Miss Jane Pittman”, una mujer que vivía más de un siglo, testigo de la esclavitud, de la segregación, de los cambios. Su actuación, desgarradora, ganó Emmy.

Cicely Tyson no solo actuaba: elegía. Rechazaba roles humillantes, exigía respeto. Su presencia impuso dignidad. Su piel, sus rizos, su fuerza eran un grito silencioso contra el racismo cultural, contra la invisibilidad. Representó a madres negras, mujeres fuertes, víctimas del olvido, portadoras de orgullo. Mostró que “ser negro” no era etiqueta, era identidad, historia, valor.

Amó, sufrió, luchó. Tuvo relaciones tormentosas, prejuicios, dudas, cicatrices. Pero su voz no se quebró. Su carrera abarcó siete décadas. Murió en 2021 con 96 años, dejando un legado que no cabe en premios ni estatuas. Su huella es universal: cada vez que una mujer negra pisa un escenario, ya está caminando sobre sus hombros.

Cicely Tyson fue guerra y ternura, resistencia y elegancia, alma y presencia. Su vida demuestra que la actuación puede ser digna, valiente y transformadora. Que una voz, un rostro, unas palabras pueden abrir mundos. Que una mujer puede cambiar la forma en que el mundo la ve. Una mujer, una diosa, una rebelde.

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