Diosas y rebeldes Cesária Évora, la diva descalza de Cabo Verde01/12/2025
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Cesária Évora nació en 1941 en Mindelo, en la isla de São Vicente, un territorio pobre de Cabo Verde donde la música era refugio y memoria. Creció marcada por la muerte temprana de su padre y por los años que pasó en un orfanato, donde aprendió que la vida podía ser dura, pero nunca silenciosa. De adolescente comenzó a cantar en bares portuarios, entre marineros, guitarras y humo, y allí desarrolló la voz grave y ondulante que un día emocionaría al mundo.

Durante los años sesenta viajó a Angola para actuar y vivió de la música como pudo, entre amores breves y dificultades económicas. Sin embargo, a finales de los setenta cayó en una depresión profunda y dejó de cantar durante casi diez años. La pobreza era extrema y muchas noches dependía de la generosidad de amigos para comer. Parecía que su destino sería quedar como un recuerdo local, una promesa rota en una isla olvidada.

La resurrección llegó en los años ochenta, cuando un grupo de músicos caboverdianos la convenció de viajar a Portugal. Allí grabó sus primeras cintas y, gracias al productor José da Silva, viajó a París para grabar su álbum internacional “La diva aux pieds nus”. Tenía cuarenta y siete años cuando comenzó realmente su carrera profesional. En 1992 llegó su consagración mundial con el disco “Miss Perfumado” y la canción Sodade, que la convirtió en un icono global. La crítica la celebró por su autenticidad y el público la adoró por su voz que parecía traer el Atlántico en cada nota.

Ganó un Grammy, llenó teatros en Europa y América y llevó el nombre de Cabo Verde a los escenarios más prestigiosos. A pesar de la fama, siguió cantando descalza, fiel a sus raíces. Vivió con sencillez, mantuvo siempre su sentido del humor y nunca se preocupó por la imagen. Para ella, la música era la verdad, no espectáculo.

A partir de 2010 su salud empeoró, pero continuó cantando hasta que el cuerpo ya no se lo permitió. Murió en 2011 en Mindelo, la ciudad que la vio nacer. Hoy es una leyenda africana y universal. Su legado vive en la morna, en la saudade, en esa voz que sigue viajando por el mundo sin perder autenticidad.

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