Así se llama la campaña que Unicef ha puesto en marcha para conseguir que de aquí a 2016 cese el reclutamiento de menores por parte de los ejércitos y grupos armados. Y por difícil que parezca se están dando pasos. En los últimos tres años, seis países han firmado planes de acción con las Naciones Unidas en este sentido, son Afganistán y Chad que lo hicieron en 2011, seguido por Sudán del Sur, Myanmar, Somalia y la República Democrática del Congo el año siguiente. Yemen y Sudán han expresado su compromiso de liberar a los niños de los ejércitos.
Pero esta es una labor de todos porque miles de niños continúan siendo secuestrados para servir de soldados, espías, mensajeros, criados y esclavos sexuales a fuerzas y grupos armados. La pobreza, la propaganda y la ideología también siguen conduciendo la participación de los niños en muchas zonas de conflicto. Son soldados obedientes y baratos capaces de infundir terror tanto en los civiles como en las fuerzas rivales.