La persona que ha venido en esta ocasión hasta el estudio de Conversaciones con José María Brunet tiene una larga trayectoria en la que ha combinado la política y la literatura. Hablaremos de ello, de si ambas dedicaciones se acoplan bien. Se trata de Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Nuestro invitado fue vicepresidente de su país entre 1985 y 1990, y obtuvo el premio Cervantes en 2017. Son dos fechas clave en su biografía. Unos años antes, en 2014, había recibido otro importante galardón literario, el Carlos Fuentes, que le distinguió por haber sabido conjugar “una literatura comprometida con una alta calidad literaria”. Con la entrega, se le definió como un “un intelectual libre y crítico, de alta vocación cívica”. Mencionamos estos criterios porque aportan una breve y certera síntesis de la personalidad de Sergio Ramírez, un intelectual perseverante en el cuidado de las palabras y las ideas, aquellas en los relatos y éstas en la acción política. Un camino, este último, que no siempre fue de rosas. A partir de 1990 nuestro invitado cambió el poder ejecutivo por el parlamentario, desde donde promovió reformas que contaron con el rechazo del presidente, Daniel Ortega. Hablamos de los objetivos de aquellas reformas que en un primer momento no prosperaron, de la dificultad de instalar un sistema democrático con garantías en Nicaragua y del alejamiento de Sergio Ramírez con respecto a las filas del sandinismo, que había apoyado desde sus orígenes. También tratamos sobre la labor periodística y literaria de nuestro invitado, de sus objetivos como narrador. En esta actividad se ha centrado tras haber abandonado la primera línea de la política en 1996 y haber sido finalmente perseguido por el régimen de Daniel Ortega, lo que determinó que en 2021 nuestro invitado se instalara en España como exiliado.