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Cómic

Töpffer, Cham, Doré y Petit, 'Los pioneros del cómic'

  • Un libro homenajea a los pioneros europeos del cómic y nos muestra sus trabajos
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Detalle de una ilustración del 'Hércules' de Gustave Doré
Detalle de una ilustración del 'Hércules' de Gustave Doré

"Está claro que Töpffer no solo inventó el cómic, sino también al moderno historietista" (Chris Ware)

Cuando hace unas décadas se quisó poner fecha al nacimiento del cómic, los americanos dataron el momento exacto en la página de la serie The Yellow Kid (que Richard F. Outcault dibujaba para el New York Journal) del día 16 de febrero de 1896, porque mostraba un globo de diálogo (un bocadillo) mediante el cual un loro exclama: "Sic em towser!". Pero olvidaron que los europeos usaban esos mismos globos desde hace décadas.

También ignoraban la rica tradición europea de narrar en viñetas (desde el siglo XVI, en Francia, y luego otros países, comienzan a difundirse los pliegos de cordel y las aleluyas, que usaban este lenguaje). Y al que fue el primero en darse cuenta del poder de las viñetas para contar historias, el ginebrino Rodolphe Töpffer (1799-1846), que en 1827 concibió la primera de sus Histories en estampes (como las denominó) y que, diez años después, publicó un pequeño álbum titulado Les Amours de M. Vieux-Bois, que se merecería mucho más el título de el primer cómic de la historia: Las aventuras de Monsieur Vieux Bois (Ginger Ape Books&Films), que se publicó en España en 2015. Un cómic que relata las divertidas (y a veces patéticas) aventuras amorosas de Vieux Bois, un caballero capaz de todo por conseguir a su amada y tan torpe como el que más.

Ahora la editorial El Nadir publica una nueva edición (revisada, mejorada y en un nuevo formato) del libro Los pioneros del cómic: Monsieur Cryptogame & otras historias, en el que nos ofrece fragmentos de la obra de Töpffer, pero también de sus más destacados discípulos: Cham (1818-1879), Léonce Petit (1839-1884) y Gustave Doré (1832-1883). Si, el famoso ilustrador empezó haciendo cómics o histoires en estampes, como se llamaban en aquel entonces.

Portada de 'Los pioneros del cómic: Monsieur Cryptogame & otras historias'

'Monsieur Cryptograme', de Töpffer

Hijo del pintor y caricaturista Wolfgang-Adam Töpffer, Rodolphe nació en Ginebra a comienzos de 1799. Su padre le inspiró el amor por la pintura y por los grabados de William Hogarth, que fue la principal inspiración para sus historietas. Rodolphe trabajó como profesor y, en 1824, montó un internado en el que acogería a estudiantes de toda Europa.

En 1827, en parte para entretener a sus alumnos, realizó Les Amours de M. Vieux-Bois (considerado por muchos el primer cómic de la historia), aunque no lo publicó hasta diez años después. Un año después publicaría Voyages et aventures du Docteur Festus, que recibió elogios del mismísimo Goethe. Esa calida acogida por parte del genio alemán fue lo que motivó a Töpffer a seguir experimentando con el nuevo lenguaje.

Para editar sus cómics, Töppffer utilizó un novedoso procedimiento litográfico, la autografía, que le permitía volcar sus dibujos directamente del papel a la piedra con un coste muy bajo. Así, en 1833 publicó la primera de sus historias: Monsieur Jabot, con una tirada de 800 ejemplares y para la que escogió un formato oblongo, el mismo que adoptaría casi cien años después, la tira cómica.

En la obra de Töpffer encontramos ya los elementos principales del cómic. Y su propio autor, aun cuando utiliza la equívoca fórmula histoires en estampes, aún cuando califica sus propios dibujos de garabatos, sinsentidos gráficos o pequeñas locuras, es consciente de haber creado una nueva forma de narración híbrida, una forma que romperá las fronteras del tiempo y del espacio.

Tan consciente será Töpffer de sus potencialidades, que llegará incluso a teorizar sobre el nuevo medio (su Essai de Physiognomonie bien puede considerarse el primer texto teórico sobre el arte del cómic). No es de extrañar pues que su obra despertara la admiración de personalidades de la modernidad y clarividencia de Goethe, Gautier, Jarry o Le Corbusier.

Lo único que Töpffer no usó fueron los bocadillos (o globos de diálogo), pero no porque no los conociese, ya que algunos de sus contemporáneos si los utilizaban, sino por propia elección.

En este libro podemos leer la última y, posiblemente, la mejor de las historias que realizaría Töpffer: Monsieur Cryptograme, que dibujó en 1830 y que publicaría en 1845 en un periódico por entregas. Una parodia del exotismo y del amor romántico (tan de boga en aquella época) protagonizadopor M. Cryptograme, un cazador de mariposas que huye de Elvira, su dominante prometida, a través de lugares tan dispares como el Mediterráneo o el Ártico. Algo que también une a la tira con los librod e viajes tan populares en esa épcoa. En su huída llegará a ser tragado por una ballena e incluso vendido como esclavo.

Queremos destacar que Vieux-Bois también se convirtió, en 1921, en uno de los primeros personajes del cine de animación, gracias a una película titulada Monsieur Vieux Bois et l'objet aimé, de los franceses Robert Lortac y Julia Cavé, lo que demuestra el éxito que alcanzó entre sus contemporáneos. Jean Cocteau y Pierre Loti también lo citan como una de sus influencias.

'Monsieur Cryptograme', de Töpffer

El Hércules de Gustave Doré, un niño prodigio

Fue tal el éxito de los cuadernillos de Töpffer que la demanda se multiplicó y enseguida surgieron numerosos imitadores. E incluso algunos espabilados imprimían copias litográficas piratas de las obras de Töpffer a menor calidad y un precio más reducido. (Como véis, la piratería no es un invento moderno).

Entre los seguidores de Töpffer encontramos a uno de los mejores y más influyentes dibujantes de la historia: Gustave Doré, pintor, escultor e ilustrador, considerado uno de los mejores ilustradores del siglo XIX gracias a sus imágenes para El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, La Biblia y la Divina comedia, que han fascinado a millones de lectores y han inspirado a artistas, directores de teatro y cine.

Lo mejor es que el cómic que se incluye en este libro, Los trabajos de Hércules (1946), es una de las primeras obras de un adolescente Gustave Doré, publicado cuando tenía solo 15 años, apenas un año después de la muerte de Töpffer. Es una adaptación libre y paródica de los famosos doce trabajos del semidiós griego y de su trágico final. Destacar una larga persecución durante la que Hércules y su presa, la cierva de las pezuñas de oro, quedarán reducidos a meras líneas cinéticas, muy de cómic.

Aunque todavía esté muy lejos de la excelencia que lo llevó a convertirse en uno de los mejores ilustradores de la historia, aquí ya vemos muestras del talento de Doré. Y hay que reconocer que hay viñetas muy divertidas... Lo más curioso es que tanto Monsieur Cryptograme como este Hércules nos recuerdan mucho a las aventuras del barón de Munchausen (1720-1797), muy famoso en aquella época por sus increíbles y divertidas hazañas, narradas por el mismo.

Portadilla original del 'Hércules' de Gustave Doré

'Impresiones de viaje de Monsieur Boniface', de Cham

El tercero de los "cómics" incluido en este libro es Impresiones de viaje de Monsieur Boniface (1844), de Cham, uno de los discípulos más aventajados de Töpffer que incluso haría sontinuaciones de sus historias. Aquí narra la huída del protagonista (Boniface) a Inglaterra, utilizando los nuevos medios de locomoción.

Algo que sirve a Cham para hacer una parodia sobre esos nuevos medios de locomoción y sobre los usos y costumbres de los británicos, riéndose de lo mala que es su cocina, la extravagancia de los tocados femeninos, la disciplica del ejército o las leyes contra el maltrato animal, muy avanzadas para la época pero que a los franceses les parecían ridículas.

Página de 'Impresiones de viaje de Monsieur Boniface', de Cham

Las 'Historias campesias' de Léonce Petit

El libro se cierra con las Historias campesias de Léonce Petit, otro gran autor al que se conocía como el Töpffer francés. Tras unos inicios deudores del ginebrino, Léonce conocería un gran éxito con estas historias campesinas publicadas entre 1872 y 1882 a lo largo de 98 números en el diario Le Journal Amusant.

Una divertida parodia de la vida en la Francia rural y provinciana en la que enfrenta a los simples pero avariciosos campesinos con los egoístas y pueblerinos burgueses y su represiva policía. El choque entre el futuro y el pasado, entre la modernidad y la tradición, que tan buenos resultados cómicos ha dado siempre.

Cuatro divertidos "cómics" que cualquier aficionado debería tener en su colección y que deberían estar disponibles en todas las bibliotecas. Porque solo sabiendo de donde vienen el cómic podemos aventurar hasta donde puede llegar.

Página de las 'Historias campesias' de Léonce Petit