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Daniele Luchetti: "La idea de tener una familia perfecta va contra natura"

  • Se estrena en España Lazos, basada en la novela Domenico Starnone

Por
Luigi Lo Cascio y Alba Rohrwacher en 'Lazos'.

Algo tan sutil como la imposibilidad de renunciar a una familia ya formada es la materia prima que, primero Domenico Starnone en su premiada novela Ataduras, y ahora el cineasta Daniele Luchetti en su adaptación cinematográfica, han utilizado para diseccionar las agrias consecuencias de la pareja como condena. “Cuando leí la novela pensé que era una película de terror familiar”, resume el director, cuya película se estrena el 17 de septiembre en España tras inaugurar el Festival de Venecia de 2020.

Algo tan sutil y, a priori, poco narrativo: Lazos es la historia de dos personajes sin coraje (uno de ellos definido por su pasividad), que no saben, pueden o se atreven a seguir el dictado de sus verdaderos deseos. En el Nápoles de los años 80, Aldo (Luigi Lo Cascio) confiesa a Vanda (Alba Rohrwacher) que tiene una aventura. La familia, con dos hijos pequeños se hace añicos. Aldo forma una nueva pareja y pierde el contacto son sus hijos. Pero Vanda no quiere renunciar a la idea de familia, aunque ya solo sean sus restos.

“Creo que la familia es una de las llaves para poder entender Italia”, apunta Luchetti. “No creemos mucho en el estado, no creemos mucho en el poder del dinero, ni ya en la religión, pero sí creemos en la familia: incluso los que no creen, creen en la familia. Y por eso tenemos terror a las separaciones. Es difícil separarse de la familia, del amor de tu mujer y de tus hijos”.

Porque dejar de amar a alguien no significa liberarse de buscar su aprobación. La película salta y vuelve 30 años, donde Aldo (Silvio Orlando) y Valda (Laura Morante) perviven como una pareja mortecina. “El terror es que lo que tú eliges provoca dolor en otros. Es una de las razones por las que es tan difícil separarse. ¿Qué va a pensar la otra persona? ¿Cómo va a reaccionar? Conozco personas de otros países que explican que se han enamorado de otra persona, lo han comentado y lo han aceptado.  En Italia las cosas no son así”, concluye socarrón Luchetti.

¿Por qué en Italia? “Yo estoy separado, he creado una segunda familia y las relaciones son buenas”, matiza más en serio. “Pero no tan buenas como en las películas”. Es decir, la eterna disonancia entre el ideal romántico y la realidad. “Los sentimientos humanos son ambiguos y la idea de tener una familia perfecta va contra natura. La película cuenta exactamente eso: es imposible que las vidas encajen dentro de unos cánones perfectos”, explica.

"No siempre quedarse por el bien de los hijos es sano"

Lazos es también una autopsia de cómo la relación de los padres es el modelo que determina para siempre el futuro afectivo de sus hijos (y de sus relaciones sentimentales). “En la primera parte, cuando son niños, están impotentes y comprenden las cosas desde el corazón. Son víctimas de esta violencia y de esa incapacidad de incomunicar la relación de sus padres”, describe Luchetti. “En un momento la hija expresa el deseo preferir a la amante de su padre porque teme a su madre. No siempre quedarse por el bien de los hijos es sano”.

Luchetti (Mi hermano es hijo único, La feliciad de las pequeñas cosas) traslada a los 80 lo que en el libro sucede en los 70. “Los años 70 son un momento especial, en que se ponía en cuestión el rol de la pareja misma. Situarlo en los años 80 me ha permitido que sean los personajes -y no la época-, los que toman las decisiones”, aclara. Su adaptación funciona: convierte en acciones los pasajes epistolares de la novela y su recreación colorista pone el contrapunto al fondo tan agrio.

¿Es Lazos un retrato de la culpa? “Desde luego sin la culpa Aldo llevaría una vida mejor. Es uno de los grandes motores de la energía de nuestro país y viene de la herencia católica. Nos hemos liberado de la Iglesia, pero siempre llevamos encima este sentido dela culpabilidad.  Hubiese preferido que nos hubiera dejado cosas mejores que esa”.