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El telescopio espacial James Webb ya tiene ojos

  • Es el próximo gran observatorio espacial de la NASA
  • Lleva años de retraso y un sobrecoste de miles de millones de dólares
  • Su construcción es polémica porque está dejando sin fondos otras iniciativas

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Los espejos embalados en las instalaciones de Ball Aerospace & Technologies Corp., listos para ser enviados a la NASA
Los espejos embalados en las instalaciones de Ball Aerospace & Technologies Corp., listos para ser enviados a la NASA

La construcción del telescopio espacial James Webb, el próximo gran telescopio de la NASA con colaboración de la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial Canadiense y 15 países más, acaba de dar un importante paso adelante con la finalización de la fabricación de sus espejos, que acaban de ser enviados a la agencia.

El JWST, tal y como se le conoce por sus siglas en inglés, es descrito habitualmente como el sucesor del conocidísimo telescopio espacial Hubble, y de hecho la misma NASA lo trata así, aunque en realidad va a funcionar de un modo más parecido a otro telescopio espacial de la agencia menos conocido, el Spitzer.

Esto es así porque ambos están pensados para trabajar principalmente en el infrarrojo, aunque el Webb será mucho más sensible que el Spitzer y que cualquiera de los instrumentos del Hubble.

La utilidad que tiene observar en el infrarrojo es que permite ver a través de las nubes de polvo y gas que bloquean gran parte de la luz visible y que están presentes en numerosos lugares del universo. Además, la mayoría de los objetos del universo, con la excepción de las estrellas, emiten principalmente en el infrarrojo, por lo que en esa parte del espectro hay más cosas que ver. Finalmente, el infrarrojo es también más adecuado para ver los objetos más distantes del universo porque la luz que emiten, debido a las enormes distancias que ha tenido que recorrer antes de llegar a nosotros, está desplazada al infrarrojo.

El tamaño es importante

La mayor sensibilidad del JWST frente a sus predecesores viene de dos detalles fundamentales del diseño de la misión: el tamaño del espejo el telescopio y la órbita en la que va a funcionar.

Aunque con el Webb hablar del tamaño del espejo es en realidad hacer un poco de trampa porque como no hay ningún cohete lanzador capaz de poner en órbita un espejo del tamaño requerido lo que han hecho los diseñadores del telescopio es equiparlo con un espejo principal compuesto de 18 espejos hexagonales más pequeños que serán desplegados tras el lanzamiento.

Convenientemente alineados y controlados por unos motores de alta precisión estos 18 espejos hacen que el área del espejo que forman sea de 25 metros cuadrados frente a los 4,5 del Hubble, y en un telescopio cuanto más grande es el espejo principal, mayor capacidad para «ver» objetos más débiles y lejanos.

En cuanto a la órbita, el JWST estará situado a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en el punto de Lagrange L2, un lugar en el que apenas es necesario gastar combustible para mantener la posición y en el que además la Tierra y la Luna cubren parcialmente el Sol, con lo que ayudarán a mantener frío el telescopio, algo fundamental para poder observar los objetos más débiles y lejanos cuya radiación se vería de otra forma tapada por la de fuentes de calor más cercanas.

De hecho la Wilkinson Microwave Anisotropy Probe y el Observatorio Espacial Herschel, que también trabajan en el infrarrojo, están en órbita en el punto L2. Además, el JWST incorpora un gran parasol que ayuda a la hora de mantenerlo frío.

Así, el JWST tendrá una capacidad sin precedentes para llevar a cabo sus objetivos principales, que son estudiar el nacimiento y evolución de las galaxias y la formación de estrellas y planetas gracias a los cuatro instrumentos que llevará a bordo.

Retrasos y excesos presupuestarios

El gran problema del Webb, de todos modos, está siendo el del aumento del presupuesto inicial. Cuando en 1997 se lanzó la propuesta de construirlo, una vez decidido ya el tipo de telescopio que iba a ser, se estimaba que costaría 500 millones de dólares y que sería lanzado en 2007.

Con el tiempo la fecha de lanzamiento se fue retrasando y la NASA habla ya de lanzar en 2018, aunque muchos expertos creen que 2020 es una fecha más realista. Pero si el retraso en tiempo es considerable, el aumento de costes ha sido espectacular, y si para cuando se comenzó a construir en 2008 las estimaciones de coste estaban ya en los 5.000 millones ahora rondan a los 8.700 millones, incluyendo los costes de mantenerlo en funcionamiento cinco años.

Esto ha hecho que todo el proyecto haya sido objeto de duras críticas porque está suponiendo recortes y cancelaciones de otros programas de la agencia, e incluso hizo que el Congreso de los Estados Unidos llegara a plantearse seriamente cancelar el propio JWST, aunque al final decidió darle una última oportunidad.