Enlaces accesibilidad

'Habibi', la novela gráfica del año recupera la magia de contar historias

  • Craig Thompson ha trabajado 7 años en su versión de las '1001 noches'
  • Una novela gráfica emocionante y de un nivel gráfico superlativo

Por
Viñeta de 'Habibi', de Craig Thompson
Viñeta de 'Habibi', de Craig Thompson

"No pude encontrarle en la ciudad, así que lo busqué en el papel. En las historias que crecí contándole... Llenando el vacío de nuestra habitación con escritura" (Habibi)

Habibi (Astiberri), de Craig Thompson (Blankets, Astiberri), es poesía hecha cómic; una emocionante y desgarradora historia de amor entre dos esclavos, inspirada en Las mil y una noches, y gracias a la que recuperamos la capacidad de fascinación por el arte de contar historias.

Fábulas tan hermosas, aunque no sean precisamente de cuento, como las que inundan las páginas de esta novela gráfica, que es el resultado de siete años de trabajo. Y que, una vez más, eleva el cómic a la categoría de Arte, con mayúsculas. Y que se ha colocado en el primer lugar de las listas de las novelas gráficas más vendidas.

Una aventura durante la que el autor también tiene tiempo de indagar en otros temas tan de actualidad como la relación con la naturaleza, la división cultural entre el primer y el tercer mundo, la herencia compartida entre cristianismo e islamismo y las diferencias entre el mundo antiguo y el actual.

La historia de amor de dos esclavos

Habibi es la historia de Dodola, una esclava que huye cuando apenas es una niña y se lleva consigo a Zam, un niño negro aún más pequeño y condenado a la esclavitud. Ambos se refugian en un barco varado en el desierto donde ella se prostituye, con los hombres de las caravanas que pasan cerca, para alimentarlos a los dos.

Para evadirse de esta aterradora realidad, y para educarle en los secretos de la vida espiritual y terrenal, ella le cuenta historias que aprendió de un antiguo amo que era escriba. Mientras, van creciendo y su relación se va transformando en algo más intenso. Pero la realidad acabará con este oasis de paz cuando ella es secuestrada para llevarla al Harén del Sultán al que contará historias, como la Scheherezade de Las mil y una noches, con la esperanza de sobrevivir y poder reunirse algún día con su Habibi (amado).

El, por su parte acabará convertido en eunuco sirviendo en otras dependencias del mismo Harén, tan cerca y a la vez tan lejos. Pero el destino les reunirá y, aunque el amor físico parece imposible, el espiritual se impondrá.

Thompson mezcla elementos de todas las religiones para conseguir la esencia que las une, la espiritualidad que lleva al amor verdadero. Defiende que todas las personas tenemos más en común de lo que queremos admitir y confía en que algún día lo comprendamos y olvidemos las diferencias de sexo, raza o credo.

Un relato mágicamente estructurado

En Habibi no hay nada al azar. Es un mecanismo de relojería que, según el autor, sigue el modelo místico de nueve cuadros, un talismán del norte de África que contiene nueve letras en árabe ubicadas en una cuadrícula de 3x3, casi como un sudoku.

Así, cada capítulo de la novela está concebido temáticamente en función de esas letras, aunque a la vez hay una estructura lineal a través de la que se rinde homenaje a Las mil y una noches, en la que una historia envuelve a la otra.

Una estructura que, lejos de lastrar el relato, hace que fluya como la caligrafía, que cada cuadrado lleve al siguiente igual que cada palabra nos lleva a la que la sigue en la frase. Transmitiendo el mensaje en una comunión entre palabra e imagen casi perfecto.

También defiende la comunión del hombre con la naturaleza ya que, mientras los niños viven en el desierto, son uno con su entorno y logran ser medianamente felices, pero dibuja el mundo moderno como un estercolero creado por el propio hombre y su desprecio por el medio ambiente.

Una obra de arte

Mantener el nivel gráfico en más de seiscientas cincuenta páginas parece imposible, pero Craig Thompson no sólo lo consigue sino que va mejorando a medida que pasamos las páginas, mezclando dibujos y caligrafía árabe ornamental que llevan al cómic un paso más allá (muchos le han comparado con Dickens por su capacidad para mezclar las historias más desgarradoras con el amor y la esperanza).

Esa dureza del argumento y las poco esperanzadoras peripecias de nuestros protagonistas contrata con el suntuoso mundo que les rodea, inspirado en el arte árabe y dibujado con exquisita preciosidad por Thompson, con gran lujo de detalles. Pero nunca se convierte en un escenario farragoso sino que cada página es una pequeña obra de arte que miraríamos una y otra vez.

La historia que no transcurre en un lugar determinado sino en un tiempo y espacio imaginarios, porque Thompson quería crear un mundo en el que hablar de los grandes temas y no de los pequeños detalles.

Y si hablamos de novela gráfica, Habibi se ajusta perfectamente a ese término porque las palabras se van convirtiendo en dibujo y el dibujo en texto hasta la última y reveladora palabra con la que se cierra el cómic, un colofón impresionante para una obra que querremos releer nada más pasar la última página.