Si un sapo se siente amenazado por algún predador hincha su cuerpo hasta alcanzar el doble de su tamaño, alza sus cuatro patas para parecer mucho más grande y se bambolea hacia su agresor que, con frecuencia, prefiere huir.
Muchos sapos aprovechan las lluvias ocasionales para reproducirse. Los huevos eclosionan rápido y los renacuajos deben crecer a toda prisa ya que muchos de esos aguazales se secan en pocas semanas.