Martes a las 20.00 horas
Verá, el título es muy importante para mí.
El título es una metáfora del libro.
A esos muchachos los traían de Afganistán en ataúdes de zinc.
Era necesario para transportar los cuerpos desde largas distancias,
para traerlos del lejano Afganistán,
que tiene temperaturas de más de 50 grados de calor.
Para entregarlos a sus madres, el ataúd de madera
se colocaba dentro de un cajón de zinc.
Creo que nuestra vida ha cambiado de tal modo
que si antes la literatura se interesaba por los héroes,
por gente especial, extraordinaria, destacada,
ahora ha llegado el momento del hombre pequeño,
que ya no quiere seguir siendo la arena de la historia.
Quiere participar aunque nadie le pida su opinión
acerca de las grandes ideas.
Se limitan a utilizarlo en nombre de estas ideas.
Así que un día pensé: "¿Por qué nadie le pregunta?".
Y decidí echar una mirada a la historia,
a la sangrienta historia de la gran idea roja
desde el punto de vista del pequeño hombre.
Pensando en la guerra, o describiendo la guerra,
estamos acostumbrados a ver al hombre como protagonista.
La guerra termina cuando el hombre vuelve a casa,
con la victoria o tras la derrota.
Pero él ya está en casa.
Sin embargo, hay otra guerra después de la guerra,
cuando el hombre se reúne con su mujer.
Por lo general, el hombre es una persona que ha experimentado
una gran desilusión.
Es una persona que ya sabe algo de la muerte y de la vida.
Es duro seguir viviendo con este conocimiento.
Pero no menos difícil resulta la vida de su mujer
y, sobre todo, de su madre.
A menudo, para una madre, la guerra comienza
en el momento en que su hijo regresa de la guerra.
Es tan difícil responder a esta pregunta...
Hemos asimilado ya la idea de que Rusia es un país
que gira en torno a la palabra.
Por lo menos hasta hace poco la literatura ocupaba, diría,
en lugar central en nuestra vida.
Todos nosotros en cierto modo provenimos de la literatura.
En ella están los orígenes de ese idealismo
que llenaba a nuestra gente,
a pesar de los campos de trabajos forzados de Stalin.
De allí procede nuestro espíritu visionario
y otros rasgos del carácter nacional.
Cuesta imaginar al hombre ruso sin la literatura clásica rusa.
No obstante, los niños leen cada vez menos.
Probablemente comienza la era del nuevo hombre ruso.
A decir verdad, no pienso en ello.
El Premio Nobel es una cosa, y yo, otra.
Pienso mucho en cómo evitar que el premio afecte a mi vida
para que la vida no pierda su interés y misterio.
A la hora de trabajar en mi escritorio,
las condecoraciones no importan.
A mi abuelo, Josep Pla le decía "el patriarca".
Siempre había gente aquí, y Pla era uno de ellos,
que venía aquí a pasar unos días con el patriarca,
que le llamaba, Florián.
Y hacía sus comilonas, que es lo que le gustaba a Pla.
Los tres libros más importantes de mi vida son "Lolita",
de Vladimir Nabokov,
"Hambre", de Knut Hamsun,
y "El asesino dentro de mí", de Jim Thompson.
"Lolita" es de los pocos libros que releo.
Soy un lector lento.
Por eso debo elegir con cuidado mis lecturas.
Era muy joven cuando leí "Lolita" por primera vez.
Y me sorprendió la belleza de su prosa,
la calidad de sus frases.
Jamás me había pasado antes.
Knut Hamsun es posiblemente el más grande escritor noruego.
Pero es un tema políticamente complicado,
porque Hamsun simpatizó con los nazis y con Hitler
durante la Segunda Guerra Mundial.
Su novela "Hambre" narra la vida de un hombre solitario
que pasea por Oslo buscando a una mujer.
Tiene hambre y es muy infeliz.
Cuando creé a mi personaje Harry Hole,
copié a Hamsun en muchos aspectos.
El mío también es un personaje solitario,
perdido en las calles de Oslo, buscando algo.
Me recomendaron que leyera a Jim Thompson
porque se supone que era el hermano pequeño de Dashell Hamet.
Cuando lo leí, Jim Thompson me gustó mucho más.
Lo que he aprendido de "El asesino dentro de mí"
es que, como escritor, debes intentar reflejarte
en todos tus personajes sin importar cuán oscuros o locos sean.
de que Chernóbil marcó para todos nosotros
la frontera entre el mundo anterior
y el mundo nuevo que todavía desconocemos.
El mundo donde las tecnologías que hemos creado
se han vuelto superiores a nosotros.
No tenemos una filosofía para manejarlas.
Y si tras Chernóbil y Fukushima
no se sacan conclusiones a nivel global,
esto puede conducir a la autodestrucción de la humanidad.
Creo que es una posibilidad de salvarse.
Para no volverse loco, es mejor reírse.
Sobre cómo son los bielorrusos, hay un chiste.
A un bielorruso se le ha quemado la casa,
el hombre ha perdido todo lo que había conseguido en su vida.
Los vecinos vienen a verlo, le compadecen, sollozan,
y él de repente tira su gorro al suelo y se ríe a carcajadas.
"La de ratones que la han palmado".
El heroísmo en nuestra vida es un fenómeno muy complicado.
Por un lado, las acciones de muchas personas son admirables.
En mi libro, hay ejemplos de cómo algunas acciones
impidieron más explosiones
en los reactores de la central nuclear.
Si no fuera por esa gente, ahora, incluso en Europa,
no se podría vivir.
Durante los trabajos de limpieza, se dieron varios ejemplos,
como cuando la gente, voluntariamente,
afrontaba la muerte segura.
Se sabe que la comisión que dirigía las labores
estaba informada de cuántas vidas habría que sacrificar
para llevar a cabo cada tarea.
Cuando se publicó mi libro sobre Chernóbil,
la censura en Rusia, prácticamente, no existía.
Fue una época de libertad en que se podía hablar de todo.
No obstante, había censura de otra índole.
Ni yo ni mis testigos, de hecho, comprendíamos qué había ocurrido.
No les pregunté sobre muchas cosas por falta de conocimiento.
La censura era nuestra ignorancia.
(NIÑA) Es estupendo conocer la historia de George.
En este libro de Alex Gino,
George sabe que, en verdad, es una niña,
aunque todos lo tratan como si fuera un niño.
Sin embargo, gracias a una obra de teatro,
podrá mostrar su verdadero yo. Es una historia fascinante.
-Mi libro, Bruna, también es fascinante.
Se titula "Terminamos y otros poemas sin terminar"
y es del músico de rap David Martínez Álvarez,
también conocido como Rayden.
Estas páginas están llenas de poesía, prosa y pensamientos de todo tipo,
además, a ritmo de rap. Vas a flipar.
Los procesos iban en paralelo.
Durante un largo periodo, 10 años,
había una guerra incomprensible en Afganistán
que trataban de esconder al pueblo.
Después, hubo el accidente de la central nuclear de Chernóbil
y, otra vez, no dijeron la verdad a la gente.
No la decían porque no la sabían
y porque el sistema se protegía a sí mismo,
sí, los procesos iban en paralelo.
Nosotros, los habitantes de la ex Unión Soviética,
nunca habíamos sentido la libertad,
el hombre soviético no recordaba la libertad,
él nunca fue libre.
Me decían algunos que la gente soviética
solo estaba libre durante la Segunda Guerra Mundial,
cuando había que defender la patria del nazismo.
En la guerra, todos estaban libres para morir.
Acabada la guerra, la libertad desapareció por completo.
También dicen que en agosto de 1991,
cuando nos revelamos contra el golpe de Estado,
el pueblo tuvo unos días de libertad y luego, todo volvió a las andadas.
Para ser libre, hay que saber qué es libertad.
En nuestro país, nadie lo sabe, ni demócratas ni comunistas.
Sí, hay los que sienten nostalgia de la Unión Soviética,
aunque es un sentimiento muy complejo.
Es la nostalgia de lo no ocurrido,
de aquel ideal que, desde siempre, existe en la conciencia rusa.
Es la nostalgia del tiempo cuando todo estaba claro,
cuando no había ricos ni pobres, todos eran iguales.
Sentir la morriña por esas cosas confortables
está en la naturaleza del ser humano.
Desde este punto de vista,
la idea comunista no es tan sencilla como parece.
Ella nos ofrecía a la ilusión, la sensación de la igualdad,
y claro, los padres educaron a sus hijos en la misma línea.
Lo importante es que estos hijos deseen vivir en un gran país,
por eso, ahora ellos dicen:
"Antes éramos grandes y todos nos tenían miedo".
¿Para qué?
He desarrollado un estilo propio
y mis libros continuarán por el mismo camino.
Ahora, por ejemplo, trabajo en un libro sobre el amor.
Los hombres reales y las mujeres reales
hablan de sus sentimientos, de sus experiencias.
Es asombroso, la imaginación de un escritor
jamás puede generar tanta riqueza, tantos variantes.
Incluso Tolstói, tras acabar "Guerra y paz",
escribió en su diario que no volvería a inventar,
que se limitaría a describir los acontecimientos reales,
ya que la vida es increíblemente interesante.
Es un lujo contar en el programa con la presencia de la escritora bielorrusa Svetlana Aleksiévich, última ganadora del premio Nobel de literatura. Aprovechando su reciente visita a España quedamos con ella para charlar de tres de sus últimos libros: Los muchachos de zinc (Debate), Voces de Chernóbil (Debate) y El fin del "Homo sovieticus" (Acantilado).
Junto a esta autora, el programa cuenta con la presencia del escritor noruego de novela negra, Jo Nesbo, que nos habla de su canon literario particular. Seguimos una nueva ruta literaria, en esta ocasión de la mano de Josep Pla. Y por último, celebraremos un nuevo aniversario: el centenario del nacimiento de la gran Natalia Ginzburg.
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Homo nanus {...} Magnus est.