Martes a las 20.00 horas
Para mí, escribir es una válvula de escape.
Es como una bombona de oxígeno. No hay una razón
de querer llegar a hacer nada en ningún lugar,
sino... de hacer lo que no puedo evitar no hacer. No sé...
Vocaciones como la llamada de...
En algún punto de inflexión en mi vida,
algo me dijo: "Tienes que dedicarte a esto por entero".
Tienes que, de alguna forma, casarte con la literatura.
Tienes que consagrarte al ejercicio de escribir.
La carrera de escritor ha sido una carrera larga,
ha sido una carrera de mucha insatisfacción,
de mucho fracaso, hasta que, bueno, hace poco gané
el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.
Y esto, digamos, que me dio un impulso,
un nuevo hálito y una nueva esperanza.
-La escritura fue una forma de evasión
de una carrera mal elegida, pero en la que ya había sobrepasado
el punto de no retorno, ¿no? Es decir, estaba huyendo
hacia delante. En esos años que me faltaban,
creo que mi primer asidero emocional fue la de lectura,
pero llegó un punto en el que ni siquiera eso era suficiente.
Necesitaba algo más, que fuera mío, donde yo controlara las reglas
y que me permitiera una evasión más activa.
Y fue ahí cuando empecé a escribir.
Yo creo que el oficio de escritor es muy autodidacta
y eso es un suplicio, en muchos casos,
y eso puede hacer perder la fe a muchos escritores
que, en ciertos momentos, piensen que, quizá,
lo que hacen no tiene sentido y no hay nadie detrás
que te dé una palmadita y te diga: "Que sí que lo tiene,
que ya verás, que algún día llegarás".
Es decir, te compensa cuando eso es lo único que quieres hacer
y que no te importa pasar seis horas al día, siete horas,
encerrada en una habitación porque eso que estás creando
te parece mucho más apasionante que cualquier cosa
que puedas vivir fuera. -Para mí, ser escritor conlleva
siempre tener en cuenta que vas a tener un montón
de incertidumbres, de invisibilidad y, sobre todo, digamos,
que no puedes dedicarte a ello y tienes que buscarte
como trabajos alimenticios para seguir haciendo lo que te gusta.
Por ejemplo, yo trabajaba en esta caseta, en la caseta 1
de la cuesta de Moyano, y hacía otros trabajos
como para que me permitieran tener tiempo suficiente para escribir.
-Bueno, ahora mismo, con familia, con niños pequeños
y con un trabajo que es el que paga las facturas,
el tiempo que dedico a escribir es un tiempo robado, ¿no?
Muchas veces es un tiempo robado al sueño o a la intimidad.
En algunos periodos, ese tiempo puede ser unas cuantas horas al día,
pero otras veces, no es más que un rato por las noches.
Supongo que te podría dar muchas explicaciones,
algunas bastante rebuscadas y sofisticadas,
pero la más sincera es también la más sencilla...
y es que cuando escribo me siento bien.
Si eres un escritor compulsivo, en ese sentido,
no sé cómo decirlo... Si eres un escritor invencible,
no sé, de los que tienes que escribir sí o sí
porque lo llevas dentro y un día sin escribir
es un día triste,
es que no vas a poder evitar hacerlo.
No sé, más vale que asumas que, quizá,
lo que hagas no va a tener repercusión o sí... o te dé igual.
Está basado en algo que vi en el verano de 1988,
mientras escribía una de mis novelas, "El libro negro".
En la finca de al lado, había un hombre de mediana edad
y su discípulo.
El maestro reñía al chico todo el rato
mientras le enseñaba.
Mientras que por las noches, como si fuera un cuento,
veían la tele en un pequeño aparato portátil.
Y comían lo que cocinaban junto al pozo.
Me conmovió aquel padre autoritario
que por la noche era tan tierno, atento y elegante.
Mi padre nunca fue autoritario ni tampoco muy compasivo...
porque no estaba demasiado presente. La historia se quedó conmigo.
He estado hablando y escribiendo de esto durante 30 años.
He visto el autoritarismo, la presión política,
la presión paterna... ejercerse intensamente mi país.
En primer lugar y hablando en términos geográficos, soy turco.
Estoy entre este y oeste, encajonado entre Irán y Grecia,
ambas origen de grandes civilizaciones.
Con grandes mitologías que tratan constantemente
el centro de nuestras vidas, de los padres.
En la mitología griega, Edipo transgrede y mata al padre.
Y nosotros, los modernos, aplaudimos su individualismo,
aunque lloremos. En mi parte del mundo,
Rostam, el autoritario, mata a su hijo
y nosotros lloramos con las madres; pero legitimamos su autoritarismo.
Yo quería que mis lectores, los turcos y el resto,
pensaran en las fuentes de la crueldad, del autoritarismo
y la individualidad que adscribo a la Europa que tanto respeto.
Entender y explorar la violencia y la crueldad
no es lo mismo que legitimarlas.
Estos son dos grandes mitos.
No hay vida sin mitos y leyendas.
Forman nuestra mente, pero también somos seres libres
para luchar contra esos mitos,
contra la crueldad cambiamos nuestra postura.
Desde luego.
No es solo amor.
Mi personaje, que se parece un poco a mí,
sobre todo por lo del padre ausente, descubre no solo el amor,
sino los placeres del sexo,
que le resultan incontrolables y arraigan en él.
Yo creo que todos los humanos somos iguales con respecto a eso,
el amor, el sexo, la intensidad del placer,
ese tipo de placer está en el corazón de lo que pensamos y somos.
La falta de ello o el deseo de ello está siempre ahí
y, por supuesto, hay que maniobrar en torno a ello. Así lo siento yo.
"Es la misma persona a la que más odias".
Abuelo.
Y que funcionen muy bien, ¿no?
Porque "Asesinato en el Orient Express",
la adaptación que hizo Kenneth Branagh,
que se estrenó hace unos meses, funcionó superbién.
De hecho, al parecer,
se va a hacer una nueva versión de "Muerte en el Nilo",
y podría ser que la dirigiera también Kenneth Branagh.
Y una de las historias favoritas de la propia Agatha Christie también.
Sí, es una historia que parte de la muerte, del asesinato,
de un viejo multimillonario griego que vivía con toda su familia
en un palacete en Inglaterra.
Entonces, como suele pasar en las novelas de Agatha Christie,
entre los principales sospechosos está todo su círculo más cercano,
que son estos familiares, que están descritos,
tanto en la película como en la novela,
como seres despiadados.
Es fiel, pero sí que creo que hay algunas diferencias interesantes.
La historia se centra sobre todo en dos personajes,
que son Charles y Sophia,
que son la nieta del difunto y su prometido, ¿no?
Ellos se conocen en El Cairo.
Entonces, ya hay una primera diferencia en el inicio,
y es que en la novela cuando ellos se conocen en El Cairo,
ella ya le cuenta a él que es nieta de un viejo multimillonario.
En cambio, en la película, ella no solo no se lo cuenta,
sino que desaparece por completo de la vida de Charles
y reaparece contándole la historia de la muerte del abuelo
y pidiéndole que investigue el crimen.
-"¿Qué es lo que pasa cuando la persona a la que más amas
es la misma persona a la que más odias?"
-Otra diferencia interesante tiene que ver
con el tratamiento de estos personajes, ¿no?
El personaje de Charles en la novela es hijo de un policía veterano
de Scotland Yard, que es quien le pide que investigue el caso.
En cambio, en la película han querido darle al personaje
un tratamiento más cinematográfico y lo han convertido en este perfil
de detective taciturno, fumador.
Tiene casi como un halo así,
un poco todo de "El halcón maltés" casi,
y él investiga el caso, no porque se lo diga su padre,
que es un personaje que no aparece en la película,
sino porque se lo pide la chica.
La verdad es que me parece curioso
cómo partiendo de un material tan interesante
y contando con un reparto lleno de actores extraordinarios,
la adaptación es muy floja.
Las sensación es que es un problema de dirección.
Es una película muy mal contada y muy mal dirigida, ¿no?
Todo el rato va en contra de la historia.
Pues mira, hoy te traigo "El lápiz y la cámara",
que es un libro escrito por el cineasta Jaime Rosales,
que es el director de "Las horas del día"
o de "Hermosa juventud".
Exacto. Él lo que hace durante el rodaje de "Petra",
que es su nueva película, que todavía no se ha estrenado,
es tomar notas sobre su profesión
y trata conceptos, por ejemplo, como la puesta en escena.
En algunos momentos es más teórico
y en otros es una cosa más puramente emocional
de su relación con el medio al que se dedica.
y también cualquier fan del cine de Rosales
porque realmente hay un desglose de su filmografía,
aparte de las reflexiones de su autor.
Todas las divisiones son mentira, salvo la que divide los cuerpos
en dos grupos incomprensibles entre sí.
Aquellos que se han roto y los que no.
Los rotos no pedimos demasiado: que se nos quiera, sí,
que los que no han vivido la fractura tengan paciencia
si mascullamos viendo las noticias
o hacemos el amor con un poco de miedo.
Entenderás, entonces, ciertas cosas.
Por qué en casa las tazas no se tiran
y por qué a veces quiero estar solo después de que suene un portazo.
Los ritos de los rotos, amor mío,
ademanes que espero que no comprendas nunca.
Hoy os voy a recomendar "Palabra de ratón".
-Hoy os voy a recomendar "Sobre patines".
-El libro va de un ratón que se escapa de un laboratorio
y entonces conoce a una ratona, y esa ratona le acoge a su ratonada
y conoce también a una niña
y se entienden hablando por el ordenador.
Y todos van a rescatar a la familia de Isaías.
-Este libro va de una niña
que quería apuntarse en un casal de patines,
pero su mejor amiga al final va a un casal de ballet
con su peor enemiga.
-Para mí lo más especial es cuando se reúnen todos
para ir a salvar, bueno, a rescatar a la familia de Isaías
en el laboratorio.
-Me ha gustado mucho el libro porque está en un cómic
y está hecho en viñetas con dibujos que están muy bien dibujados.
-Sí, el libro me ha gustado mucho.
Porque tiene muchas aventuras
y el libro te está diciendo de alguna forma
que el trabajo en equipo es muy importante.
-Yo creo que este libro es para toda la gente,
le guste o no le guste patinar.
En comparación con otros escritores, mis amigos, la gente a la que leo,
tengo la sensación de que mis libros
están llenos del sentimiento de culpa.
La razón no quiero ni saberla.
Quizá es materia de psicoanálisis o lo que sea,
quizá escribo estos libros para explorar
ese frágil sentimiento de culpa
que está entrelazado con el de la ira.
La ausencia y la presencia del padre,
la ausencia y la presencia de la madre.
La madre que llora, alguien que llora,
esos son mis personajes.
Moralizar es lo peor en una novela.
Aunque me gusta la novela francesa, de Diderot a Albert Camus,
que habla de moralidad todo el rato.
Es interesante porque yo siempre he querido
que mis personajes fueran personas morales,
pero cuanto más morales son, más culpa sienten.
Me gusta la contradicción.
El ser humano está hecho de dos ideas, no de una,
sino de dos ideas que siempre chocan.
Y ese choque produce ansiedad, confusión, ira, esperanza.
Como escribí en mi autobiografía, "Estambul, ciudad y recuerdos",
yo también me crié con un padre que a veces estaba y a veces no.
Y eso confundía un poco el centro de mi mente,
pero es una confusión que no está mal
porque también mi país está confuso entre este y oeste,
tradición y modernidad.
Cuando estamos confundidos necesitamos un padre que nos diga:
"Esto está bien y esto está mal. Ve por este camino".
Y así es bueno tener un padre,
pero es malo tener un padre si te aplasta,
si te dice que tomes un camino cuando tú quieres ir por otro.
Este libro trata sobre tener un padre y no tener un padre.
Tener un centro, una idea, una fortaleza y no tenerlas,
estar confundido.
En este sentido, el espíritu del libro es muy autobiográfico.
El Premio Nobel es una pequeña carga
porque me convierte en representante y en diplomático de Turquía,
me implica en política.
Pero, por lo demás, me dio muchos lectores
ante los que soy responsable.
Me dio mucha felicidad
y estoy muy contento con mi Premio Nobel.
Se lo recomiendo a todo el mundo.
Sí, pero está bien que hablemos solo de literatura.
Por desgracia, la situación en mi país es tal
que hay que tener cuidado cuando se anda por ahí,
y es que realmente no es buena.
No hay democracia y tenemos que exigirla más y más,
democracia, libertad.
Tengo que defender a mis amigos encarcelados.
Hay periodistas encarcelados.
No nos cansemos nunca de defenderles haciendo oír nuestra voz
para luchar por la democracia en Turquía.
Sí, al fin y al cabo, el placer de escribir libros
es explicar en ellos la realidad política.
Pero a veces pienso que no lo he hecho bastante
y también tengo que hacerlo en las entrevistas.
Gracias por su comprensión.
En Página Dos el premio Nobel Orhan Pamuk nos habla de su novela, "La mujer del pelo rojo". Diversos escritores nos explican de qué forma han centrado sus vidas en la literatura. Analizamos la adaptación cinematográfica de "La casa torcida", de Agatha Christie.