(Despertador)
Ayer el pueblo volvió a las urnas
para ejercer
su derecho democrático al voto,
demostrando una vez más la madurez
de un sistema
plenamente consolidado,
capaz de sobreponerse a los riesgos
y amenazas eminentes
de una época de crisis.
La democracia
está en la mente de los tertulianos,
en el verbo fácil
de los columnistas,
pero no tanto en la calle.
En la calle toca sobrevivir.
Despertar un día más
al compás del despertador
y desincrustarse las legañas
para corroborar
la incontestable evidencia de que,
por más elecciones que se convoquen,
todos los lunes
siguen siendo idénticos.
Vosotros ya sabéis
que podéis escoger ver libremente
este programa de hoy,
en el que vamos a charlar
con Daniel Ruíz García,
que ha escrito una novela
muy especial.
En relación a este libro
le hemos pedido al impostor
que nos prepare un post
sobre literatura y política.
En el cine vamos a ver
cómo ha ido la adaptación
de "Lejos del mundanal ruido"
y por último,
visitaremos otra ciudad literaria:
Lisboa.
Ahora que conocéis
los contenidos de hoy,
podéis decidir si os quedáis
o no con nosotros.
Daniel, tras leer tu novela
y viendo el título,
"Todo está bien",
hay que avisar a los lectores de que
esta es una novela muy sarcástica.
La verdad que es una novela con
una pretensión justamente sarcástica
y muy irónica.
"Todo está bien" se me ocurrió
porque es algo muy propio
de lo electoral y de lo político.
En estos días,
nada más hay que poner la televisión
y escuchar a cualquier político.
Todo este mensaje "buenista",
todo está perfecto,
todo va maravillosamente.
Es un eslogan político
tan recurrente,
que me parecía fantástico
para construir una narración,
en la que justamente
ocurre lo contrario.
Todo está desastrosamente mal.
Si nos centramos en el argumento,
podríamos decir que se vertebra
a partir de tres ejes
que podrían ser la política
y sus gabinetes de comunicación,
el periodismo y las redes sociales,
¿cómo las relacionarías?
Yo creo que el punto de relación
es el punto de partida
como escritor mío
que fue una sensación de cabreo
total hacia el estado de cosas y,
en concreto, tres cosas
que me interesaban especialmente,
que están dentro
del ámbito de lo social
y las vemos continuamente
y apartamos porque afectan
a la vida del ciudadano.
Una de ellas es el tema
de la política por razones obvias;
otra es el tema de la comunicación,
que a mí me ha interesado
de manera doble
por mis circunstancias
profesionales,
ya que compagino la escritura
con el periodismo;
y la parte de las redes sociales
por la eclosión
y por la penetración que tienen
actualmente en la sociedad.
¿Cómo podemos resumir
estas historias
que se van entrecruzando
a lo largo de toda la novela
para que nuestros espectadores
se hagan una idea del libro?
La novela comprime todo el argumento
en un periodo de tiempo muy breve
que transcurre
entre una victoria electoral,
o en este caso una refundación
de una victoria
con una mayoría absoluta
y el momento de la investidura
del nuevo equipo de gobierno.
En ese tiempo se ponen en lista
una serie de personajes,
a partir de un consejero de fomento
y vivienda que la noche electoral,
eufórico y totalmente fuera de sí
sale a celebrarlo.
A partir de ese momento,
el consejero lleva a cabo una
especie de defensa a los infiernos
en el que
se complica muchísimo la existencia
trabando contacto
con personas moralmente reprobables
y al final
las cosas acaban sucediendo
de manera muy distinta
a como este personaje pretendía.
Lo que pasa es que este consejero
podría parecer
que es el protagonista,
pero no creo
que sea el único protagonista.
Es una novela bastante coral
en ese sentido
porque cada una de esas historias
tiene su propio protagonista.
Se van interrelacionado
de alguna manera.
Sí, digamos que los asuntos
que aborda la novela:
periodismo, redes sociales
y política.
En cada uno de ellos
tenemos una encarnación
de un personaje
que tiene un trayecto
a lo largo de la novela
y que tiene un posicionamiento
dentro de la estructura
de la novela.
Yo pretendía hacer una novela
que se pudiera leer
como las fábulas clásicas,
fábulas morales.
En este caso quería hacer una fábula
abiertamente inmoral.
En esa estructura de novela,
al final creo
que acabó siendo un chiste.
Si te fijas,
tiene una estructura muy de chiste.
Hay un punto de partida,
una premisa inicial
que llama la atención.
Después hay distintos picos
a lo largo de la narración,
que son puntos de intensidad
que te mantienen en vilo
y después está la carcajada final
del chiste,
que en este caso
sería el final de la novela,
que es un poco el fuego artificial.
Las últimas elecciones celebradas
confirman que la ciudadanía
tiene un interés en estos momentos
muy especial por la política.
No sé si también
puede ser un buen momento
para la novela política
o para la novela donde la política
juega un papel importante.
En estos últimos días vengo leyendo
y escuchando mucho
dentro del ámbito cultural
y de la crítica literaria en España
de un cierto resurgimiento
de la novela política o social,
un poco acuciado
por las circunstancias.
Creo que es más bien
una cuestión de oportunismo
porque tampoco creo
que exista esa percepción.
La vida política y sus corruptelas
son ingredientes indiscutibles
para fabricar historias
de ficción memorables.
Así ha sido siempre.
Por eso,
si tenemos en cuenta la crisis
y los juicios por corrupción
que asolan nuestro país,
la literatura política patria
debería estar en la cresta de la ola
y eso genera
una curiosa contradicción.
Por un lado, te dan ganas de llorar
ante la crisis actual
y por otro lado,
el hecho
de que ya se esté escribiendo
sobre todo ello,
da motivos para la esperanza.
Ahora que estamos gobernados
por supergobiernos que gobiernan
a los gobiernos,
organismos tecnocráticos
internacionales,
que no han sido votados por nadie,
pero deciden el destino de todo.
Es más necesario que nunca defender
lo que está siendo aniquilado.
Cuando parece que todo está dormido,
condenado a la impotencia,
entonces la realidad
nos sorprende siempre.
Ahora dejad
que me ponga estupendo unos minutos
porque la literatura
en clave política
ha sido practicada
entre muchos otros por Platón, Dante
y Voltaire como si en el fondo
fuera imposible
desligar una cosa de la otra.
Pero no fue
hasta que la política se convirtió
en un espectáculo de masas
que la literatura
comenzó a transformarla en ficción
más o menos comercial.
George Orwell lo dejó claro
en su libro "¿Por qué escribo?".
Mi mayor aspiración
durante los últimos años
ha sido convertir
la escritura política en un arte.
Otros autores
se dejaron de debates artísticos
y se metieron de lleno
en el thriller político
con trasfondo bélico
como Graham Greene
en obras tan perdurables
como "El americano impasible"
o "El agente confidencial".
También hubo quien sacó oro
de historias políticas
protagonizadas por espías
como John le Carré o Tom Clancy.
Claro que a unos les da más
por usar el sarcasmo que las armas.
El inglés Anthony Trollope,
autor de la magnífica sátira
sobre el proceso electoral
"El mundo en que vivimos", dijo,
"sentarse en el parlamento británico
debería ser el mayor objetivo
de cualquier inglés educado".
A otros, en cambio, la realidad les
ofrece el mejor de los contenidos,
como les ocurrió
a los que narraron
el escándalo de Watergate en
"Todos los hombres del presidente".
Ya lo dijo Jonathan Coe
en su hilarante novela política
"¡Menudo reparto!",
nuestros líderes
nos llevan de desastre en desastre,
mi novela va sobre encontrar
fragmentos de felicidad
en medio de todo esto.
Y es que el humor es a la política
lo que la esperanza al miedo:
compañeros inseparables.
Hubo un momento en el que quería
probar los límites de la comedia,
de la farsa, de la sátira,
del humor físico, de lo grotesco
y por eso escribí
una serie de libros
donde experimentaba con eso.
Uno de ellos fue la novela
"Nuestra pandilla",
que es una sátira hilarante
de la administración Nixon
y lo hice porque yo nunca fui
un admirador de Richard Nixon,
de hecho no le podía aguantar.
Era un presidente horrible.
Decidí escribir este libro.
En nuestro país
la relación entre política
y literatura
es cada vez más intensa.
Ahí están Belén Gopegui, Isaac Rosa,
el reciente ganador del Planeta
Jorge Zepeda, Carlos Quílez,
Marta Sanz o Juan Villoro.
Tras años de dictadura,
no fue tarea fácil cogerle el pulso
de nuevo este género,
pero la literatura política
ha vuelto con fuerzas renovadas.
Quizás sea como afirma
Ignacio Martínez de Pisón,
porque los novelistas
reaccionan con cierta lentitud
ante los cambios de la realidad,
ya que la literatura necesita
digerir las cosas muy despacio.
Tienes que tener una idea del mundo
y ser coherente con esa idea.
Yo no puedo hacer trampas diciendo
cosas que no creo en una novela.
Uno no tiene que inventar nada,
ya saldrá solo.
Si tú ves un mundo desde un lugar,
ten cuidado
para que no se vea demasiado
porque las palabras no son neutras,
no están vacías.
Las palabras
están cargadas de historia, tiempo.
Tú mismo estás cargado de tiempo.
Tus ideas se cuelan en tus libros.
Vivimos tiempos de crisis,
tensiones, procesos electorales,
tiempos convulsos
donde la política tradicional
está enferma de tanta impostura
y descaro. Lo sufre el ciudadano
y lo radiografía
esta literatura despierta
y necesaria,
que huye de la anestesia
y se adelanta
a los libros de historia.
-Cuando al viajero literario
le preguntan,
¿cuál es la mejor manera
de llegar a Lisboa?
Él siempre responde lo mismo,
el tren nocturno.
Y si la siguiente pregunta es,
¿en qué época del año?
Tampoco duda, el invierno,
como en la novela
de Antonio Muñoz Molina.
Por eso, decide regresar de nuevo
a esa ciudad de la que Lord Byron
dijo en las peregrinaciones,
"cuántas bellezas nos ofrece".
Así es como recuerda
aquel estupendo café
que tomó en la terraza junto a
la estatua del gran Fernando Pessoa.
O el que pidió en el café
junto a la Plaza de Comercio
donde se encuentra
la mesa que el poeta ocupaba
y en la que aún conservan
una taza de café vacía,
una copa de licor
y el platillo con la cuenta,
¿se fue sin pagar?
Si rebobino en el tiempo,
se ve en el interior de los tranvías
recorriendo la capital portuguesa.
Allí está la Alfama
con la casa Bicos.
Y dentro,
la fundación José Saramago.
Y al otro lado de la ciudad,
en el Mosteiro dos Jerónimos,
aún puedo ver en túmulo
dedicado a Luis de Camoes.
Toda Lisboa rezuma literatura.
Pero nuestro particular turista
se quedó prendado
del palacete As llaneras verdes,
en el que Eça de Quirós
escribió la sala de Los Maia.
Y cómo no, también del British bar
en el Cais do Sodré,
porque así lo sostiene Pereira,
y finalmente,
porque la noche lo permitía,
se ve de nueva adentrándose
en el archipiélago del insomnio
de Antonio Lobo Antúnez.
Oh, cuanta saudade.
No hay más remedio pues,
que dejarse ir
y detener este emotivo trayecto
con la cadencia nostálgica
de un fado.
Hemos hablado de política, hay que
hablar también de periodismo,
tenemos a otro personaje
que es Paquito Almería,
creo que es casi
el héroe de esta novela,
un romántico e idealista
de la profesión del periodismo.
Sí, cuando me propuse la novela
y empecé a dibujar a los personajes,
pretendía ser muy despiadado
con todos ellos,
pero llegó un momento de la novela
en que sentí especial cariño
por este personaje, porque creo
que se defendió él mismo.
La intención de este personaje
era hacer una especie
de canto elegíaco
a una figura profesional
que está en franca decadencia,
la figura del periodista
entrado en la cincuentena,
que resiste todavía en
las redacciones de los periódicos,
digamos que se amamantó
de un credo profesional
basado en la deontología, en las 6W,
en la búsqueda de la verdad,
en el olfato periodístico...
Y que en un momento determinado
se encuentra en las redacciones
como un dinosaurio, arrinconado,
y el transcurso de la novela
nos demuestra que al final,
ese modelo de periodismo
que defiende
no va hacia otra vía
que la extinción.
Hemos hablado de política,
hemos hablado de periodismo,
nos falta hablar
de las redes sociales,
y aquí tenemos al otro personaje,
que es Quique Ciezar.
Da la sensación que
si no estás en las redes sociales
y si no tienes un móvil,
ya no eres nadie.
Sí, en realidad, este personaje
se identifica muy bien,
a poco que rasques un poco
en esta cultura social media 2.0,
que también se ha instalado
en muchas escuelas de negocio,
los cursos
de community manager y todo eso,
es un comunicador donde realmente
la capacidad de gestionar
el contenido
y la palabra no importa,
lo que importa
es la capacidad de patar,
de ser más o menos ocurrente
en 140 caracteres y gritar mucho.
¿Crees que cuando uno escribe
una novela de estas características
corre el riesgo de adoctrinar,
aunque no lo pretenda?
Justamente era uno de los miedos
más grandes que tenía con la novela,
y de ahí un poco el tono que tiene,
porque a mí me aterra ese tipo
de literatura que busca la doctrina.
Creo que el tiempo
del escritor como adoctrinador
está absolutamente desfasado,
uno, lo que tiene que intentar,
desde mi modesto punto de vista,
es construir historias
que tengan punch,
que generen interés y que hagan
pensar un poco, o por lo menos reír.
La pregunta del millón de euros.
Jugando con el título de tu novela,
¿te gusta la sociedad
que te ha tocado vivir,
todo está bien, todo está mal?
Hombre, creo que muy bien no está,
pero con el reírse
y reírse de uno mismo,
podemos salir de lo que tenemos.
La novela, en este sentido,
el panorama que dibuja
no es muy alentador,
pero por el tono de la chanza
creo que se sobrelleva mejor.
Creo que esta novela sin humor
no la habría podido construir
del mismo modo que casi
yo no podría vivir sin humor,
porque al final,
es lo que nos salva.
Pol, el político protagonista,
es un fan de Roy Orbinson,
pero no te voy a pedir
que nos recomiendes una canción,
sí te voy a pedir
que nos recomiendes alguna novela
para nuestros jóvenes espectadores.
Yo recomendaría a un autor
que está revitalizándose
en los últimos tiempos,
Nelson Aldrin,
y recomendaría su novela
"El hombre del brazo de oro",
justamente porque retrata
la época de los difíciles años 20
en Norteamérica profunda,
y es una novela que retrata muy bien
cosas que a poco
que uno salga a la calle,
las vemos reflejadas en este tiempo.
El libro que os vamos a explicar
se llama "Wigetta"
y los autores
son Vegetta 777 y Willy Rex.
-El libro va sobre
una invasión zombi
que Willy y Vegetta
tienen que arreglar
para que el pueblo
esté feliz y contento.
-Y luego van a buscar
al rey guerrero,
y este les da una máquina
del tiempo, y Trotuman,
la mascota de Willy, entra
y retrocede en el tiempo
para avisarles de la invasión zombi.
-Mi personaje favorito es Trotuman
porque es la mascota de Willy
y me hace mucha gracia
cuando tienen algún problema
y él lo soluciona muy mal.
-Mi personaje favorito de Willy Rex
porque todo se lo toma con calma,
y siempre que hay algún problema
se lo toma a risa.
-¿Os habéis leído muchísimo?
-No, el libro es de aventuras.
-El libro es entretenido,
pero no es para reírte,
es más de intriga.
Les pasan bastantes problemas,
como podéis ver por aquí,
que Willy casi se cae.
Eso, más o menos.
Cuántos desafortunados
hay en la novela de Daniel,
nuestro invitado de hoy, y cuantos
en esta primera recomendación,
una historia que protagoniza
un periodista deportivo
que viaja hasta Nottingham
para cubrir un partido de fútbol,
y allí recordará
la muerte de su mejor amigo,
una muerte que le provocó
un gran vacío interior.
Es una gran historia
en una estructura compleja
y sorprendente.
Hay novelas
como la de Daniel Ruiz García,
que te atrapa desde un principio,
y lo mismo ocurre
con "Maldito United",
pero aquí el United
es el club de Leeds,
un club que en 1974 estaba entrenado
por un tipo iracundo, muy irascible,
crápula, déspota, pero que a la vez
había fascinado a media Inglaterra.
Es una fantástica novela.
Ahora sí,
abandonamos el Mediterráneo
y viajamos hasta el lago di Como,
donde la protagonista
de esta estupenda novela
se reúne una vez al año
con el hombre de su vida.
Los otros 364 días
es una mujer casada,
madre responsable
y gerente de una empresa familiar.
Es una novela
muy romántica y emotiva.
Desi, a mi estas historias
ambientadas en la campiña inglesa
en XIX siempre me han parecido
muy atractivas.
Pues esta te interesará, porque
aparte de hacer una descripción
muy potente de la época,
es una historia con unos personajes
increíbles llenos de matices.
La protagonista
es una chica joven muy independiente
que hereda una granja, y entonces,
al ser un momento muy complicado
para ser mujer, ella decide
tirar adelante con la granja.
Tanto la novela como la película
explican por un lado
cómo ella tira adelante
con ese negocio, y por otro,
cómo se relaciona con los tres
hombres que la pretenden.
O sea, también hay elementos
románticos en esta historia...
Usted no se ha visto
a través de los ojos de un hombre,
es como perder el sentido.
Desi, cuando se adapta un clásico
parece como que debe ser fiel,
no sé si este es el caso.
Sí, es exactamente el caso,
y es de estas ocasiones
donde estamos ante adaptaciones
tan increíblemente fieles,
que es muy difícil
sacar comparativo,
y casi que la comparación
es algo más personal,
de encontrar
pequeñas diferencias o matices
entre el texto y la película,
que cosas realmente objetivas.
Yo, personalmente
encuentro diferencias
en la estructura de los personajes,
aunque el guión
esté muy bien escrito
y los personajes
muy bien explicados, obviamente,
la profundidad psicológica
de la novela no está.
Deseo, profundamente,
protegerla el resto de su vida.
De los tres hombres que se disputan
el amor de la protagonista,
que son un pastor,
un sargento y un granjero,
creo que en el granjero
encuentro bastantes diferencias.
Es un personaje que en la película
tiene mucho interés
porque no sabes muy bien
a qué se deben sus reacciones,
pero, más o menos dispones
de una guía para entenderlo.
En cambio, en el libro
no sabes exactamente el porqué
de algunas
de sus decisiones o actuaciones,
y creo que aunque el actor
que le da vida está muy matizado
en la película, todo este fondo
más traumático del libro
no está del todo bien reflejado.
No voy a mentir solo
para complacerla, eso se lo aseguro.
Desi, tengo la impresión
de que ella en la novela
es como más pícara
que en la película.
Sí, yo también.
Ella en la forma la que se relaciona
con estos tres hombres
que la pretenden,
juega un poco más sus cartas,
y en la película la sensación
es que ella es absolutamente íntegra
en cada una de las decisiones
que toma a lo largo de la película.
¿Quieres tomar
a esta mujer por esposa?
Para mí, Thomas Hardy es uno
de los grandes autores del XIX,
esta es una novela
de lectura obligada, es muy buena.
¿Y la película qué?
A mí la película me ha entusiasmado,
no solo por el texto,
que es increíble y modernísimo para
el momento en el que fue escrito,
sino también
por una cuestión de dirección.
Es una película muy precisa,
con una puesta en escena increíble
y con unas interpretaciones
muy destacables.
Como individuos somos únicos,
imprevisibles, y como colectivo,
cuando decidimos unirnos podemos
llegar a ser poderosos, invencibles.
Nosotros lo podemos comprobar
todas las semanas en este programa,
porque hay que ver el apoyo
y la pasión que nos brindáis
en este club televisivo
que es "Página dos".
(Truenos)
Es democrática
también la luna, allá arriba,
como una uña extraviada de gigante,
coloreando las fachadas
y las conciencias.
La misma luna nos baña a todos,
en su océano oscuro van a dormir
todos los sueños de todos
los habitantes de la ciudad,
ciudadanos demócratas
que eligen democráticamente
a sus representantes
para compartir el lecho con ellos
cuando el sol muere
aplastado por el hormigón.
La noche de la uña rota
es un colchón mullido,
un tapiz ininterrumpido,
una bufanda que acaba
cubriendo todas las cabezas
cuando aprieta el sueño
y toca dormir.
Igualando las voluntades
y convirtiendo a los ciudadanos
en una legión
de inofensivos corderos.