La tranquilidad de estos bosques
no da idea
del terrible infierno bélico
que se desató en este lugar
hace aproximadamente un siglo.
(Música)
Ubicada en el norte de Francia,
en la región de Lorena,
Verdún fue el escenario de una
de las batallas más encarnizadas
de la I Guerra Mundial.
(Música)
Entre el 21 de febrero
y el 19 de diciembre de 1916
los ejércitos francés y alemán se
enfrentaron en una lucha sin cuartel
que puso de manifiesto el poder
destructivo de la guerra industrial.
(Música)
Tan solo el primer día
de la batalla,
se calcula
que en 1400 piezas de artillería
dispararon un millón de obuses
que se podían oír
a 100 kilómetros de distancia.
(Música)
La batalla se saldó
con 260 000 muertos
y medio millón de heridos.
(Música)
Algunos miles de ellos descansan
en los pies de este monumento.
Otros, sepultados para siempre por
el fango del campo de la batalla,
yacen bajo las raíces
de los árboles,
junto a toneladas de munición
y chatarra militar.
(Música)
Tampoco se salvaron
edificios históricos,
como la colegiata del siglo IX
de Saint Germain,
situada en Montfaucon de Argonne,
que quedó prácticamente destruida.
Sus paredes guardan las cicatrices
indelebles de la guerra.
Los bosques del norte de Francia
son un buen ejemplo
de los efectos de la garra
sobre el paisaje,
pero también de la capacidad
de recuperación de la naturaleza.
Desde Francia a Vietnam,
pasando por Liberia e Irak,
en este capítulo mostraremos
los efectos
de los conflictos bélicos
en el medio ambiente, en general,
y en los bosques en particular.
Nos adentramos
en los bosques de la guerra.
El 28 de julio de 1914,
un mes después del asesinato
del archiduque
Francisco Fernando de Austria
y la crisis de Sarajevo,
la declaración de guerra
de Austria-Hungría a Serbia
pone en marcha el juego de alianzas,
que daría lugar
a la I Guerra Mundial.
(Explosiones)
En agosto de 1914,
Alemania invade Francia,
esperando vencer en poco tiempo.
Sin embargo, a partir de 1915,
las operaciones bélicas
del frente occidental se estancan.
(Cañonazos)
Los combatientes se atrincheran
para defender sus posiciones,
y refugiarse del mortífero
fuego de artillería.
El resultado fue la construcción
de una inmensa red
de trincheras y refugios, desde
el mar del Norte, hasta Suiza.
Los soldados comenzaron a vivir
y luchar en estos húmedos agujeros,
infestados de ratas, al tiempo
que cada uno de los bandos
intentaba encontrar la manera
de sobrepasar las líneas enemigas.
La construcción y mantenimiento de
esta enorme red de fortificaciones,
requería de ingentes
cantidades de madera.
Mientras el Ejército francés
reforzaba las trincheras
a bases de postes
y madera entrelazada,
los alemanes utilizaban hormigón,
con el consiguiente gasto de madera
para los encofrados.
(Música)
Los bosques próximos
a las zonas de combate
fueron intensamente
explotados por ambos ejércitos.
La falta de mano de obra
para los trabajos forestales
se tornó en un serio problema.
(Música)
Para aprovisionar a los Ejércitos
se usaron brigadas de prisioneros,
y se importaron trabajadores
de diversas nacionalidades,
como Canadá, o Portugal.
(Música)
En las zonas del frente occidental,
donde los combates
fueron más intensos,
las ciudades y el paisaje
quedaron completamente arrasados.
(Música)
La línea del frente
se convirtió en un inmenso lodazal,
sembrado de cadáveres,
restos de maquinaria, minas,
y toneladas de restos
de munición sin explotar.
(Música)
Los productos tóxicos de los obuses,
y el plomo de la munición
envenenaron el agua y el suelo.
Tras la Guerra, el Gobierno
francés expropió las fincas,
y dividió el terreno
en zonas clasificadas
según la gravedad de la devastación.
Las zonas más afectadas quedaron
dentro de lo que se llamó Zona Roja.
Se trataba de un territorio
de unas 100 000 hectáreas,
repartido por varios departamentos,
donde se evacuó a la población,
y se prohibieron
las actividades agrícolas,
a causa de la gran cantidad
de explosivos y munición química
que había quedado dispersa
por un suelo muy contaminado.
(Música)
La dificultad de remover de manera
efectiva la munición sin explotar,
hizo que se optase
por crear un bosque artificial,
que cubriese los antiguos
campos de batalla.
En 1923, el Estado confía
a la Administración Forestal
la gestión de las zonas expropiadas.
En ocho años, se plantaron
36 millones de árboles:
un 60 % de coníferas,
y un 40 % de frondosas.
Aunque el uso del suelo en esta
zona era eminentemente agrícola,
tras más de 80 años
de repoblaciones y selvicultura,
hoy los bosques tapizan el antiguo
frente de la I Guerra Mundial.
(Música)
Por toda la zona podemos ver
las cicatrices de la batalla.
(Música)
Quizás una de las más llamativas
sean los grandes cráteres
dejados por las explosiones
controladas realizadas
por los Ejércitos francés
y británico sobre el alemán.
(Música)
Tras varios meses excavando
larguísimas galerías,
se ubicaban hasta
60 toneladas de dinamita
bajo la vertical
de las posiciones alemanas.
(Música)
La detonación producía
el hundimiento del terreno,
y con él, el enterramiento
de hombres y maquinaria militar.
(Explosión)
Las fotografías aéreas
de la zona nos muestran los cráteres
de más de 50 m de diámetro,
rodeados por un bosque
que parece no desear colonizarlos,
aunque se trata de una decisión
de la Organización Nacional
de Bosques de Francia,
que los mantiene sin vegetación
en memoria de los combatientes.
(Música)
Los cementerios de los caídos
en combate, rodeados por el bosque,
nos recuerdan el siniestro
origen de esta espesura.
(Música)
Aunque ya se permite
la selvicultura y la caza,
aún hoy los hongos y la vegetación
presentan cantidades de arsénico
10 000 veces superiores
a las normales.
Probablemente, pasarán varios
siglos hasta que sean eliminados
de manera natural los metales
pesados, cobre, plomo, zinc,
y sobre todo, el arsénico
y el perclorato de amonio,
utilizados en los detonadores
de los obuses,
y para que los acuíferos
y el suelo vuelvan a ser seguros.
Otros materiales no degradables,
como el mercurio,
seguirán contaminando más tiempo,
probablemente, para siempre.
(Música)
Muchos de los que lucharon
en la I Guerra Mundial,
creyeron que iba a ser
la última de todas las guerras,
pero 20 años después, la
catástrofe volvió a asolar Europa,
generando más
de 50 millones de muertos.
(Música)
(Explosión)
El uso de armas atómicas
en Hiroshima y Nagasaki,
borró a miles de civiles
del mapa en un instante,
con sus consiguientes secuelas.
El mundo que surgió tras la paz
quedó dividido en dos bloques
geopolíticos enfrentados,
y armados con arsenales atómicos.
(Música)
Las luchas de emancipación
de las colonias, y la Guerra Fría,
multiplicaron el número de
conflictos en lugares boscosos
de Asia, África y Latinoamérica.
(Música)
La guerra de Vietnam
fue el conflicto
más característico de este período.
(Helicópteros)
En esta guerra el bosque
jugó un papel esencial,
ya que daba cobertura
a la guerrilla.
(Música)
El napalm hizo arder la jungla,
y miles de toneladas de bombas
arrasaron pueblos y ciudades.
(Música)
Para eliminar la protección
de la vegetación, y destruir
los cultivos que daban sustento
a los combatientes enemigos,
el Ejército americano roció las
selvas de Vietnam, Laos y Camboya
durante 10 años con unos 80 millones
de litros de pesticidas.
El más utilizado fue
el conocido como agente naranja,
una mezcla de
dos herbicidas hormonales,
uno de los cuales
estaba contaminado,
con un compuesto de dioxina
extremadamente tóxico.
Años después, se ha comprobado
su carácter carcinógeno,
asociado a sarcomas,
enfermedad de Hodgkin,
leucemia y enfermedades
hereditarias,
que no solo ha padecido
la población local,
sino los propios soldados americanos
que manipularon el herbicida.
Según el Gobierno vietnamita,
el 20 % de la superficie forestal,
unos dos millones de personas,
y 30 000 localidades,
pudieron verse afectadas por los
efectos de los productos químicos
arrojados sobre el país.
(Música)
Muchos bosques
y campos fueron arrasados,
y la población rural,
privada de sustento,
fue obligada a migrar
a las ciudades.
(Música)
A la destrucción
causada por la guerra,
se le sumó una intensa
explotación del bosque,
asociada al posterior
desarrollo económico del país,
que castigó duramente los ricos
bosques primarios vietnamitas.
El Gobierno vietnamita
ha tenido mucho empeño
en borrar esas huellas
trágicas de la guerra.
En las áreas de manglar
del Mekong, por ejemplo,
se ha conseguido relativamente bien,
aunque el mangle ha sido sustituido
por palmera acuática, pero en estos
bosques del interior, de montaña,
la cosa ha sido mucho más difícil.
Cuando empezaron a plantar árboles de
los que componían el bosque inicial,
se dieron cuenta
de que aquello no podía crecer,
bajo el inclemente sol del trópico,
esos árboles jóvenes se quemaban.
Son árboles que
en condiciones normales
solo se reproducen
a la sombra de árboles mayores.
Después de probar varios años,
se decidió introducir
árboles de otras zonas tropicales,
de crecimiento rápido y heliófilos,
amantes del sol,
básicamente acacias, eucaliptos,
u otros árboles de este estilo,
y una vez que se consiguió
esa cubierta de árboles que sí son
capaces de soportar esas condiciones,
al tiempo se estaba trabajando en la
eliminación de las hierbas invasoras,
a la sombra de las acacias,
de los eucaliptos,
empezó a plantarse
arbolado autóctono.
Un arbolado autóctono que poco a
poco, ahora sí, ha empezado a crecer,
e incluso se ha ido
observando cómo en los últimos años
está recuperándose la avifauna,
están llegando animales
que demuestran que el bosque
empieza a recuperar
sus funciones ambientales,
aunque hay un daño irreversible,
el bosque está lleno de ratas,
de roedores, urbanos,
que demuestran una degradación
de todo el conjunto,
y hay un buen número
de especies que han desaparecido,
probablemente de forma irreversible.
Aunque después de la Guerra Fría
el número de conflictos
tendió a disminuir,
muchos de ellos se enquistaron,
y se hicieron endémicos.
(Música)
Una de las consecuencias
de la guerra
son los desplazamientos
masivos de la población,
a veces, por largos
períodos de tiempo.
La llegada de un
gran número de personas,
como puede ser un desplazamiento
masivo de refugiados,
como vimos en
las crisis de los años 90,
es indudable que tiene un impacto
ecológico, sobre el medio ambiente,
entre los recursos hídricos,
también en los bosques,
porque puede haber competencia
por recursos naturales como la leña,
el agua, también la agricultura,
aspectos en los que hay que trabajar
de manera previa desde
que estalla un conflicto,
desde que empiezan a llegar
esos refugiados, al planificar,
y luego, también
durante la fase más estable.
El 2014, el número de personas
desplazadas por la guerra
fue de 59 millones.
Estos movimientos masivos
de población pueden suponer
un factor de presión para
los bosques, ya que muchas veces,
sin ayuda, los refugiados se ven
obligados a vivir sobre el terreno.
El caos de Ruanda con la matanza
en el año 94, creo recordar,
hubo 750 000 ruandeses que huyendo
de la guerra, cruzaron la frontera
del Congo, y se refugiaron
en el Parque Nacional de Virunga.
Esa gente necesitaba cocinar,
calentarse, llevaba su ganado,
y produjeron un impacto
esas personas gravísimo
en uno de los mayores santuarios
de la Tierra, de medio natural.
En ese momento, incluso
pensar en biodiversidad,
y hablar de la conservación
de los gorilas de la niebla,
plantea problemas éticos, cuando
la gente está muriendo de hambre,
y cuando la gente
está sufriendo esa situación.
Pero, lo cierto es que
se produce un impacto gravísimo,
que después acaba repercutiendo
en la misma sociedad,
que pierde capacidad de recuperación.
A principios de los 90, en Malaui,
se cortaron 20 000 hectáreas
de bosque al año para abastecer
a los refugiados mozambiqueños.
En la República
Democrática del Congo,
71 km² del Parque
Nacional de Virunga
fueron completamente deforestados.
En 1996, la región de Kagera,
en Tanzania,
acogió a más de 600 000 refugiados
procedentes de la guerra
de Burundi y Ruanda.
Los campamentos consumían
al día unas 1200 toneladas de leña.
De los 570 km² de bosque afectado,
167 fueron gravemente deforestados.
(Música)
Además de ser el escenario
de combates o refugio,
el bosque en sí mismo puede ser el
método para subvencionar la guerra.
(Música)
A finales de los 80,
Liberia entró en una sucesión
de guerras civiles que
se contagiaron a Sierra Leona,
y que dieron lugar a una de las
peores catástrofes humanitarias
de finales del siglo XX.
La guerra civil causó
unos 150 000 muertos,
miles de desplazados,
y acuñó el término
"madera de guerra".
(Música)
Charles Taylor, exoficial
de las Fuerzas Armadas de Liberia,
derrocó y mató al anterior
gobernante, Samuel Doe.
El ejército de Charles Taylor
se financiaba
con el tráfico de armas
a Sierra Leona,
que eran pagadas con los famosos
diamantes de sangre,
exportados a Europa
desde el puerto de Monrovia.
(Música)
El embargo a los diamantes
impuesto por la ONU
llevó a Taylor a recurrir
a los recursos del bosque.
(Música)
De 1998 al año 2000,
la producción de madera
pasó de 157 000 m³, a 934 000,
el 40 % de los bosques
del país estaba en explotación.
(Música)
Hasta el embargo de 2003,
la madera explotada por compañías
sin escrúpulos era exportada
principalmente a mercados
de Francia, Italia y Turquía.
(Música)
Finalmente, en julio de 2003,
se dictaminó un embargo de madera
de los puertos de Liberia.
No obstante, la guerra civil terminó
antes de que se pudiese hacer
una plena valoración
de los efectos de las sanciones.
(Música)
Tras su exilio en Nigeria,
Taylor fue condenado
por el tribunal Penal Internacional,
por crímenes contra
la humanidad, en 2013.
Por desgracia, las tendencias
iniciadas durante la guerra
han continuado
en los años posteriores.
En total, desde 1990 a 2010,
Liberia ha perdido alrededor
del 12 % de su superficie forestal,
dilapidando un valioso
recurso para su futuro.
La destrucción de la economía,
la corrupción,
y la necesidad de obtener
divisas de manera rápida,
hace que sea muy difícil
para los países en desarrollo
que han atravesado
conflictos bélicos,
evitar la sobreexplotación
de los recursos.
Uno de los principales problemas
a los que se enfrenta actualmente
el comercio internacional
de productos forestales,
es la lucha contra la madera ilegal,
que es aquella que no cumple con
los requisitos básicos del comercio,
el respeto y el cumplimiento de
las leyes, los derechos de propiedad,
los permisos y las licencias de
corta, el pago de tasas e impuestos,
el respeto a los espacios naturales
protegidos, entre otras cosas.
Además, en los países
que están en guerra,
con frecuencia esta madera
financia los conflictos.
Por eso, la mayor parte
de los países desarrollados del mundo
luchan actualmente
con intensidad contra esta lacra.
La Unión Europea no es una excepción,
también ha aprobado en julio de 2010
una ley que prohíbe la importación
de madera ilegal en su territorio,
lo que obliga
a sus empresas madereras
a garantizar la trazabilidad
de los recursos desde el origen.
Todavía no hay datos sobre
el cumplimiento de esta normativa,
creemos que puede ser eficaz, y
dar buenos resultados a corto plazo.
Por su importancia geoestratégica,
la abundancia de petróleo,
y otras muchas y complejas razones,
Oriente Próximo y Oriente Medio
han sido una de las regiones
más convulsas del planeta.
Irak, Afganistán y Siria,
se encuentran actualmente
desgarrados por la guerra.
Irak era uno de los países
más prósperos de la región,
pero tras la guerra con Irán,
la guerra del Golfo, el embargo
y la invasión de la coalición
liderada por EE. UU. en 2003,
el país se encuentra
completamente desestructurado.
Además de los miles de fallecidos y
la destrucción de infraestructuras,
el medio ambiente del país
ha sido gravemente dañado.
(Música)
El incendio de pozos de petróleo
durante la primera guerra del Golfo
lanzó una nube de partículas tóxicas
que afectó a las zonas costeras
y envenenó los acuíferos kuwaitíes.
(Música)
Los cientos de toneladas de bombas,
y el uso de uranio empobrecido
en los blindajes de los tanques
y en las municiones perforantes,
han esparcido toneladas
de restos tóxicos por todo el país.
(Música)
Las marismas mesopotámicas
que se extienden en la confluencia
de los ríos Tigris y Éufrates,
son uno de los escasos puntos
húmedos del árido territorio.
Actualmente se han vuelto a inundar,
y se han comenzado
los trabajos de restauración.
Solo el tiempo dirá si finalmente
la paz vuelve algún día a Irak,
y si estas bellas marismas,
donde un día se creyó
que podría haber estado
el jardín del Edén,
volverán a recuperar
su antiguo esplendor.
(Música)
De vuelta a Francia,
entre los bosques artificiales
generados tras la I Guerra Mundial,
el silencio roto por algún
pajarillo es el testimonio vivo
de un pasado reciente
de destrucción y muerte.
(Música)
Esta fábrica de cemento
del Ejército alemán,
rodeada de tupidos bosques, encierra
en las paredes de sus edificios
cientos de recuerdos de soldados
y oficiales que protagonizaron
una de las páginas más tristes
de la historia de la humanidad.
(Música)
Los restos de las viejas
trincheras francesas y alemanas,
guardianes de historias sin contar,
siguen zigzagueando
por un suelo contaminado, cubierto
por un bosque artificial, protector,
que tardará siglos en recuperarse.
(Música)
Una vez terminada la guerra,
las prioridades se centran
en atender las necesidades
de la población,
la historia ha puesto de manifiesto
que nunca miramos al bosque,
dejando que se recupere con
su único fiel aliado, el tiempo.
A veces actuaciones forestales
como las realizadas aquí, en Verdún,
sin duda facilitan su recuperación.
Estos bosques,
que durante la I Guerra Mundial
albergaron los frentes
de los Ejércitos francés y alemán,
y que le sirvieron a ambos
de ocultación y cobijo,
e incluso de emboscada,
hoy, un siglo después,
desarrollan otro papel
que nunca debieron perder,
su papel de bosque protector.
(Música créditos)
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Sin salir de España podían hablar del mismo tema. La guerra civil española.