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Primera visita del presidente chino a Estados Unidos desde que tomó posesión de su cargo. La agenda de Xi Jinping y Obama en estos dos días de reuniones no evita los temas que han generado tensión últimamente, como la ciberseguridad.

Los presidentes de las dos grandes potencias mundiales, el estadounidense Barack Obama y el chino Xi Jinping, se verán este viernes las caras en su primera reunión como jefes de Estado, en la que China aspira a marcar el inicio de "una nueva relación" más igualitaria. Obama recibió a Xi en la Casa Blanca en febrero de 2012, pero el último aún era vicepresidente.

El encuentro informal, que se produce tras la gira de Xi por Latinoamérica, tendrá lugar en la lujosa propiedad de Sunnylands, en el sur de California. Con esta entrevista ambas diplomacias pretenden distender las relaciones mutuas mediante la buena sintonía personal.

La confianza mutua está muy devaluada últimamente por los supuestos ciberataques procedentes del país asiático (y que este niega) y casos de espionaje industrial.

Hoy se ha publicado que el gobierno está recopilando en secreto millones de llamadas de teléfono, de clientes de uno de los principales operadores del país. La Casa Blanca ya ha dicho que utilizará todos los medios legales para combatir el terrorismo.

Según revela hoy el periódico The Guardian, la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) espía todos los días y a todas horas a millones de sus ciudadanos a través de las llamadas telefónicas de dentro y fuera del país que gestiona la operadora de telefonía Verizon. Al parecer, una orden judicial secreta de la llamada Corte Extranjera de Vigilancia de Inteligencia del pasado abril permite al gobierno controlar el tráfico telefónico de manera indiscriminada durante tres meses y sin tener en cuenta si los autores de las llamadas son sospechosos o han cometido algún delito. Desde algunas agencias internacionales se afirma que ni la Casa Blanca, ni Agencia nacional de Seguridad ni la operadora Verizon han querido hacer comentarios al respecto.

Nawaz Sharif ha sido elegido hoy primer ministro de Pakistán por la Asamblea nacional. Es la tercera vez que ocupa el puesto. Su partido, la Liga Musulmana, fue el ganador en las elecciones de mayo. Entre sus obligaciones, tendrá que resolver los graves problemas energéticos y de seguridad que mantienen a una parte de los 180 millones de pakistaníes en la pobreza y la inestabilidad. Además, será observado de cerca por Estados Unidos, principal aportador de fondos a Pakistán y aliado con él contra el terrorismo, pero que le acusa de llevar un doble juego con los talibanes. Pakistán, a su vez, denuncia la brutalidad, unilateralismo e ineficacia de la estrategia estadounidense.