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Israel sigue bombardeando el Líbano con ataques aéreos en el sur y, de nuevo, en la capital. El de hoy ha sido el primer bombardeo sobre Beirut desde la semana pasada, y contradice al primer ministro interino del Líbano, quien aseguraba que Estados Unidos había convencido a Israel para que no bombardeara la capital. El resto de ataques se han concentrado en la ciudad de Nabatiyeh, donde Israel ha golpeado varios edificios, entre ellos el ayuntamiento, que celebraba en ese momento una reunión para abordar la situación de emergencia.

Como respuesta ante los repetidos ataques contra la población, el Gobierno libanés ha denunciado a Israel ante el Consejo de seguridad de la ONU, y exige a la organización que detenga la agresión israelí, que ya ha causado, en algo menos de cuatro semanas, más de 1.500 muertos. 

Por su parte, el Tribunal Supremo israelí ha pedido a Benjamín Netanyahu que informe antes del 11 de noviembre sobre si el bloqueo impuesto en la Franja impide a heridos y enfermos que salgan a recibir tratamiento. En la misma línea, Estados Unidos envió una carta al Gobierno israelí en la que le daba un mes para que permita la entrada de ayuda humanitaria en Gaza si quiere seguir recibiendo apoyo armamentístico.

Los vecinos de Aïtou están todavía bajo la conmoción del ataque israelí. Este martes, 24 horas después del bombardeo, aún hay desaparecidos y siguen encontrándose restos humanos bajo los escombros. Las bombas tiraron abajo una casa de cuatro plantas que una familia de desplazados procedente del sur había alquilado.

Entre los fallecidos hay 12 mujeres y dos niños pequeños. El número de víctimas mortales se eleva a 23, después de que esta misma mañana los equipos de Cruz Roja hayan encontrado el cuerpo de un menor de tres años.

Tras una escalada del conflicto sin precedentes, la población del Líbano siente que no hay ningún lugar seguro en el país donde resguardarse de las bombas israelíes.

Tras el reciente ataque de Hizbulá sobre la base israelí de Binyamina, toda la frontera entre Líbano e Israel se ha convertido en zona militar cerrada, donde prensa y civiles no pueden entrar por los movimientos militares y los bombardeos que han vaciado las ciudades aledañas. Solo algunos comercios quedan abiertos en Kiriat Shmona, una de las ciudades fronterizas más castigadas por los ataques de Hizbulá. Los pocos habitantes que quedan desean que la invasión del Líbano sirva para que el resto vuelva a sus hogares y sus negocios, y se quejan de que los soldados israelíes sean incapaces de evitar que los cohetes del grupo chií penetren en su territorio. De los 25.000 ciudadanos de Kiriat Shmona solo quedan unos 500. Una situación común en el norte de Israel, de donde han sido evacuadas unas 70.000 personas.

Sólo en las últimas 24 horas han muerto más de 60 palestinos en Gaza. Las tropas del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, intensifican su ofensiva en el norte de la Franja, una zona que dieron por controlada en dos ocasiones, y que ahora vuelven a intentar someter con durísimos bombardeos. Israel defiende que ha llevado a cabo una operación precisa contra un centro de mando de Hamás. El ejército hebreo ha matado a más de 300 palestinos en sus ataques en el norte de la Franja en los últimos ocho días.

Foto: UNRWA / AFP

Maaysrah es un pequeño pueblo montañoso del norte de Líbano con impresionantes vistas al mar y rodeado de paisajes idílicos, con casas de vacaciones y restaurantes de fin de semana. La población es de mayoría chií, pero conviven, en paz, con familias cristianas. Hasta el lugar han acudido varias familias de libaneses huyendo de los bombardeos israelíes al sur del país. Algunos han perdido a sus allegados en los ataques contra la capital, Beirut, y las regiones aledañas. Sin embargo, las acciones de Tel Aviv ya no se concentran exclusivamente en los bastiones de Hizbulá. Ahora, incluso el norte es blanco de las bombas, donde varias viviendas han sido alcanzadas en múltiples ocasiones.

Con los primeros rayos del alba, las fuerzas armadas chinas se preparan para bloquear y tomar rápidamente el control de Taiwán. Las maniobras incluyen, desde tierra, tropas y lanzamisiles; desde el aire, cazas y bombarderos; desde el mar, destructores, fragatas, guardacostas y el portaaviones Liaoning. De momento, son un ejercicio, pero las tropas pueden pasar del entrenamiento al combate real en cualquier momento, según advierten los militares chinos. Los objetivos son claros: flanquear todos los lados de la isla para poder atacarla desde los cuatro puntos cardinales a la vez. Pekín reacciona así al discurso del presidente taiwanés de hace cuatro días, durante la celebración de su Día Nacional, en el que señaló que "ninguno de los dos lados del Estrecho está subordinado al otro". Por su parte, Washington considera que los ejercicios son "injustificados" y pueden hacer escalar la tensión.

Israel ha matado a más de 60 palestinos en las últimas 24 horas en Gaza. Varios han muerto abrasados en el campamento de refugiados en el recinto del hospital de mártires de Al-Aqsa. El ataque con misiles ha sido de madrugada. El ejército hebreo asegura que allí había un centro de mando de Hamás, pero entre los muertos hay varios niños.

No han sido las únicas víctimas menores, ya que de los 42.289 muertos desde el comienzo de la ofensiva israelí en la Franja, el 60% son mujeres y niños. Israel emitió el 7 de octubre, coincidiendo con el primer aniversario de la guerra, una orden de evacuación para 400 mil personas en el norte del enclave. Hoy bloquea tres poblaciones por completo: Jabalia, Bait Hanun y Beit Lahia. La ONU denuncia que Israel impide la entrada de comida a la zona.

Los medios hebreos apuntan a que el gobierno de Netanyahu valora un plan de limpieza étnica para expulsar a los palestinos y anexionarse esa parte de la Franja. Pero los que huyen al sur, también sufren ataques: Cinco niños que jugaban al futbol en una escuela de Naciones Unidas fueron asesinados este domingo por un dron Israelí.