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El presidente egipcio, Mohamed Morsi, se encuentra bajo una intensa presión para llegar a algún tipo de acuerdo con la oposición que calme los ánimos de la calle, después de cuatro días de protestas que han dejado al menos 16 muertos.

Este lunes, el Ejército, que dirigió el país entre la caída de Hosni Mubarak y las elecciones que encumbraron a los islamistas, ha dado 48 horas a los dirigentes políticos para buscar una solución antes de ofrecer "su propia hoja de ruta para el futuro".

La presión militar se suma al ultimátum que los grupos de la oposición laica habían dado a Morsi, al que exigen que dimita si no quiere una campaña de desobediencia civil en contra.

El presidente egipcio, Mohamed Morsi, se encuentra bajo una intensa presión para llegar a algún tipo de acuerdo con la oposición que calme los ánimos de la calle, después de cuatro días de protestas que han dejado al menos 16 muertos.

Este lunes, el Ejército, que dirigió el país entre la caída de Hosni Mubarak y las elecciones que encumbraron a los islamistas, ha dado 48 horas a los dirigentes políticos para buscar una solución antes de ofreder "su propia hoja de ruta para el futuro".

La presión militar se suma al ultimátum que los grupos de la oposición laica habían dado a Morsi, al que exigen que dimita si no quiere una campaña de desobediencia civil en contra.

En un comunicado leído en la televisión estatal, el jefe del Estado Mayor, general Abdel Fattah al-Sisim, ha calificado la protesta de expresión popular "sin precedentes" y ha pedido que las peticiones de los manifestantes sean satisfechas.

La virulencia de las protestas ha provocado ya la dimisión de cuatro ministros del gobierno de Mursi. El partido de los Hermanos Musulmanes ha anunciado que podría responder a los ataques contra sus sedes con unidades de autodefensa.

Masas ingentes de personas se echaron a las calles de todo Egipto para tratar de resolver en ellas la aguda crisis política que sufre el país, dividido entre seguidores del presidente Mohamed Mursi y sus detractores. Los pocos transeúntes y vehículos que circulaban en El Cairo se dirigían a alguna de las tres grandes concentraciones en la capital a favor y en contra de Mursi, que congregaron a un número de gente sin apenas parangón desde la revolución que desbancó del poder a Hosni Mubarak, en febrero de 2011. El Frente opositor de Salvación Nacional (FSN), pidió que sigan las manifestaciones hasta que renuncie Mursi.

La mayor iglesia católica de Sudáfrica está en Soweto y se ganó el apodo de iglesia del pueblo porque fue refugio para los activistas en los tiempos del apartheid y la dura represión.

Decenas de miles de personas han tomado pacíficamente el centro de El Cairo para pedir la dimisión del presidente egipcio, al que acusan de seguir los dictados de los islamistas y de no atajar los problemas económicos y de seguridad del país. La ciudad está tomada por los manifestantes anti y pro-Morsi y por la policía que vigila las marchas desde tierra y desde el aire.

En su toma de posesión hace un año, Mohamed Morsi dijo que sería el presidente de todos los egipcios y construiría un nuevo Egipto de libertad democracia y estabilidad pero sus pasos parecen alejarle cada día más de su promesa.

Mientra la gente en Sudáfrica escucha las noticias del hospital donde está internado Mandela, los lugares donde ha vivido se convierten en centro de peregrinación.

La plaza de Tahrir se ha llenado ya de gente, a la espera de las manifestaciones de la oposición de esta tarde. Se cumple hoy un año con Morsi como presidente, y la oposición pide su dimisión y la convocatoria de nuevas elecciones. Le acusan de seguir las directrices de los islamistas y de los Hermanos Musulmanes. En el descontento popular también ha influido el deterioro de la situación económica.

  • Millones de egipcios piden la salida de Morsi y la convocatoria de elecciones
  • Los partidarios del presidente defienden la legitimidad de las urnas
  • Morsi cumple un año de gobierno con una sociedad profundamente dividida

Reconciliación y dignidad es algo que todo el mundo asocia a la figura pública de Nelson Mandela, pero su entorno más cercano, su familia no parece que esté siempre a la altura, ni siquiera en estos momentos.