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Reinas

Los lujosos estilismos de 'Reinas': el poder de las joyas y el negro

  • La nueva serie histórica de TVE destaca por su espectacular vestuario
  • Isabel I de Inglaterra sentía una gran pasión por las perlas
  • Felipe II de España llevó el color negro a su máximo esplendor
  • 'Reinas', muy pronto, en las noches de La 1

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Los lujosos estilismos de 'Reinas': el poder de las joyas y el negro
Felipe II de España, Isabel I de Inglaterra y María I de Escocia.

La nueva apuesta histórica de La 1, 'Reinas', cuenta con la espectacular dirección de fotografía de Javier Salmones y con un vestuario que no solo representa la moda imperante en Europa en la segunda mitad del siglo XVI, sino que la realza con gran atino para embellecer todas y cada una de las escenas de la serie.

En la Europa renacentista del siglo XVI, la ropa lujosa era un componente esencial de la vida en la corte, pues era el símbolo que demostraba que se pertenecía a un estatus social privilegiado. Así, los monarcas y sus cortesanos eran los referentes en la moda y mantenían una gran rivalidad con el resto de casas reales europeas, aunque algunos elementos se acababan exportando de unos países a otros.

La historiadora del arte y especialista en indumentaria histórica, además de autora del blog 'Historia de la moda y los tejidos', Karin Wachtendorff, explica, en una entrevista para RTVE.es, que con la subida al trono de Felipe II en 1556, el "traje español" logró su momento de mayor apogeo, haciendo que la moda española se extendiera por toda Europa.

Esta se caracterizaba por prendas ceñidas que aprisionaban el cuerpo, el empleo de colores oscuros -sobre todo el negro- que potenciaban el brillo de las joyas y los bordados con hilos de oro.

Pasión por las joyas

Precisamente, a lo largo del Renacimiento se extendió una gran pasión por la joyería: "Hombres y mujeres se esforzaban por exhibir en sus atuendos una riqueza deslumbrante que evidenciara su poder, decorando sus prendas de raso y terciopelo de seda con botones dorados, colgantes de oro, y todo tipo de joyas con piedras preciosas", afirma Wachtendorff.

Las protagonistas de la ficción, Isabel I de Inglaterra y María Estuardo de Escocia, no fueron ajenas a esta tendencia, aunque la primera llegó a extremos excesivos. A su muerte, se contabilizaron en su joyero personal más de 600 piezas.

Reinas - María Estuardo
Reinas - María Estuardo

María I de Escocia tve

De hecho, como la mayoría de las joyas iban cosidas a las prendas con hilo de seda, el cambio de un traje a otro exigía descoserlas para volver a emplearlas en otras piezas.

El cambio de un traje a otro exigía descoser las joyas para volver a emplearlas en otras piezas.

Reinas perladas

Como se puede observar en las fotografías de Isabel I de Inglaterra en 'Reinas', interpretada por Rebeca Scott, esta destaca por lucir numerosas perlas ensartadas en su rojizo cabello, sus vestidos, guantes, tocados, capas, velos y gorgueras. Su pasión por las mismas se fundamentaba en su simbolismo, asociado a la pureza y la castidad. "A ella le gustaba que la llamasen la “Reina Virgen”, pues antepuso su país a su felicidad personal", recuerda la historiadora.

Reinas - Isabel I de Inglaterra
Reinas - Isabel I de Inglaterra

Reinas - Isabel I de Inglaterra tve

La pasión de Isabel I por las perlas se fundamentaba en su simbolismo, asociado a la pureza y la castidad.

Además, Isabel I consideraba que su imagen debía ser una declaración de poder, estabilidad y fuerza de su nación ante sus súbditos y ante los embajadores extranjeros. "Era una mujer esbelta, de piel muy blanca, y aunque no era especialmente bella, muchos la consideraban una mujer con mucho estilo", cuenta Karin Wachtendorff. Le gustaban tanto sus vestidos, que no se deshizo de ninguno a lo largo de su vida.

Así, cuando falleció, su guardarropa personal contaba con más de tres mil piezas; entre vestidos, pieles, mantos, zapatos y tocados. Le gustaban mucho los colores rojo, oro y plata, así como las combinaciones de blanco y negro.

Reinas - Isabel I de Inglaterra
Isabel I de Inglaterra

Reinas - Isabel I de Inglaterra tve

El guardarropa personal de Isabel I de Inglaterra contaba con más de tres mil piezas.

Moda protestante

Antes de su llegada al trono en 1558, la moda inglesa era mucho más sobria, más acorde a los ideales del catolicismo. Isabel I se propuso abanderar la imagen del protestantismo aportando un espíritu renovador, aunque conservó la estructura de la silueta que marcaba el estilo español, incluso para las mujeres, que aplanaban y eliminaban totalmente la redondez natural del seno, manteniendo el busto firme y liso.

Para ello empleaban un rígido cuerpo emballenado, que se completaba en la parte delantera con el stomacher o "cartón de pecho", cuya forma de peto triangular terminaba en punta bajo la cintura.

Aquella rigidez corporal también era resultado del cuello de lechuguilla o gorguera Tudor, que obligaba a mantener la cabeza erguida; el verdugado o armazón de aros de acero; que aportaba forma cónica a las faldas; y los chapines, un tipo de calzado de origen español formado con altas plataformas de corcho, que obligaban a las mujeres a caminar con pasos muy cortos.

Chapín español de mediados del siglo XVI - Colección Museu del Disseny de Barcelona
Chapín español de mediados del siglo XVI

Chapín español de mediados del siglo XVI. Colección Museu del Disseny de Barcelona. tve

"Ante este panorama, podemos hacernos una idea de lo complicado que era para las mujeres de la nobleza realizar cualquier actividad física que fuese más allá de caminar o sentarse", añade la especialista en indumentaria histórica.

Estilo vs higiene

Las prendas más ricas, las que empleaban reyes y nobles, se elaboraban con delicados tejidos de seda, y se ornamentaban además con elementos sobrepuestos, ya fueran bordados o cosidos, por lo que debían cuidarse y mantenerse con gran esmero.

La mayoría no podían ser lavadas, pues el agua las deterioraba considerablemente. En caso de tener que hacerlo, solo podían lavarse una vez. En cambio, las prendas interiores se cambiaban y lavaban a menudo, pues se confeccionaban en lino.

La mayoría de prendas más lujosas no podían ser lavadas, pues el agua las deterioraba considerablemente.

El simbolismo del color negro

La moda masculina inglesa también seguía los cánones del estilo español. La austera y elegante silueta, en la que prevalecía el color negro, iba encaminada a resaltar el físico de los hombres, aportándole un aire rígido y altivo.

Cuando Felipe II subió al trono en 1556, recogió la puntillosa etiqueta que ya había impuesto en la corte su padre, el emperador Carlos V. El ambiente severo y la rígida indumentaria debían representar la austeridad hispana y el espíritu de la Contrarreforma católica. No obstante, el rigor formal no excluía materiales ni adornos lujosos.

Reinas - Felipe II de España
Felipe II de España

Reinas - Felipe II de España tve

"Paradójicamente, si empleando el color negro se pretendía reflejar sobriedad, lo cierto es que el tinte empleado para obtenerlo era caro, solo accesible por tanto para las clases acomodadas", explica Wachtendorff. En el siglo XVI, el negro español se obtenía gracias al palo de Campeche, un colorante vegetal procedente del Nuevo Mundo, que permitía obtener una tonalidad intensa y lustrosa no lograda hasta entonces. Los tejidos teñidos con el nuevo colorante pronto se difundieron por todas las cortes europeas, y, con ellos, el gusto español.

El tinte empleado para obtener el color negro era caro, solo accesible para las clases acomodadas.

Los hombres también llevaban el ruff o cuello de lechuguilla, que fue creciendo en tamaño a partir de 1560, año en que llegó el almidón a Inglaterra. El torso se cubría con un doublet de cuero, tafetán o terciopelo, relleno algodón o lana para dar empaque a la figura, a la vez que recordaba las corazas militares.

El conjunto se completaba con medias y calzas que podían ser cortas y ahuecadas, o largas, hasta medio muslo. Para abrigarse, empleaban capas cortas como el tudesco o el bohemio español. Además, adornaban y protegían la cabeza empleando sombreros de terciopelo y gorras de seda o lana fina, aderezadas con penachos de plumas.

El lujo en el vestuario masculino se traducía en el empleo de tejidos lujosos enriquecidos con bordados en hilos de seda y oro, guarniciones, pasamanerías, elegantes botonaduras y joyas.