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Más Isabel - La música en el reino nazarí

  • La música ha acompañado todas las celebraciones en La Alhambra
  • ¿Qué melodías sonaban?¿Qué instrumentos utilizaban?
  • Mabel Villagra, asesora histórica de Isabel, nos sumerge en la música nazarí

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En 'Isabel', en el pasado episodio 20, tuvimos una escena de palacio en la que Muley Hacén y Boabdil disfrutaban de un convite mientras escuchaban música andalusí. En el capítulo de hoy, vemos como 'El rey Chico' organiza una celebración en La Alhambra. ¿Cómo sería habría sido esta música cortesana? ¿Qué instrumentos se usaban?

Musicalizando la poesía: Moaxajas, Zéjeles, Leilas y Zambras

Música y poesía fueron parejas siempre, dada la particularidad de la lengua árabe de tener una vocalización larga y corta que en poesía marcaba distintos tipos de ritmos que fueron los adaptados en música. Estas cualidades fonéticas y poéticas del árabe harían que floreciese en Al-Ándalus dos géneros nuevos por los que sería conocida mundialmente: la moaxaja y el zéjel.

La moaxajas aparecen en la España musulmana hacia el siglo IX con Muqqadam Ibn Mu’ afà de Cabra. Eran estrofas de 4 versos compuestas en árabe clásico que podían ir rematadas en una jarcha escrita en árabe o romance (mozárabe). Por ejemplo, la música “Lamma Bada” que se oye en el episodio 20 de 'Isabel', sería una moaxaja.

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En cambio, el zéjel eran composiciones en árabe dialectal andalusí, con versos de tres estrofas con misma rima y una cuarta, un verso de vuelta, que marcaba el estribillo. Ibn Quzmân fue el zejelero más reconocido en Al-Ándalus.

Estas composiciones y especialmente el zéjel estaban pensadas para ser cantadas. Normalmente, si era en grupo las acompañaba musicalmente una orquesta que incluiría percusiones (tambor, darbuka, adufe, panderetas), de cuerda (rabel, laud, qanún) y de viento (distintos tipos de flauta). Junto a ellos, había cantantes que hacían la voz solista y que era complementada con coros hechos por los propios instrumentistas.

En la Granada nazarí, estas tradiciones pervivieron y se desarrollaron. Por un lado, habría una música de tipo culto y aristocrática ejecutada por orquestas o músicos de la corte contratados ex profeso para amenizar las largas veladas poéticas y nocturnas. También habría esclavas cantoras y tocadoras de instrumentos.

En el caso de las veladas públicas poéticas y musicales, el sultán escucharía esta música sentado en su trono (kurs málik) –o si era aristócrata el mecenas, en un sitio preferente- en tanto que los invitados estarían dispuestos en círculo pudiéndose sentar en el suelo sobre cojines o unos pequeños taburetes. Los músicos normalmente se sentarían en el estrado o en el suelo, aunque excepcionalmente podrían estar sentados en pequeñas sillas de cierta altura.

Estos grupos musicales complementaban su actuación en algunos casos con sesiones de baile a cargo de danzarinas (ráqisát) profesionales tal como se nos cuentan en muchos poemas andalusíes. Además de estas veladas, también habría sesiones privadas donde un reducido grupo o un solista cantor o tocador de instrumento amenizaban los ratos libres de la familia real nazarí o los aristócratas.

Los géneros cultivados habrían sido las antes mencionadas moaxajas y posiblemente poemas en honor al sultán y sus gestas escritos por poetas áulicos de la corte. No habría sido raro escuchar también en las cortes de finales del siglo XV estas composiciones cantadas y musicalizadas.

La música popular

Además de la música culta, también encontramos una música de corte popular, hecha por y para el pueblo. En ella encontramos el zéjel, que podía tener una versión profana, normalmente de temas amorosos y cotidianos y otra versión “a lo divino”, realizada por cofradías sufíes, que exaltaban la figura de algún santón, del Profeta o la Divinidad en las romerías populares o en celebraciones como el Mawlid o nacimiento de Mahoma.

La música popular continuó tras la conquista de Granada con las llamadas Zambras y Leilas que recogen muchos autores y procesos inquisitoriales, describiendo a los moriscos y que sin duda correspondería a una tradición musical cultivada por la población mucho más anterior. Se tocaban éstas con percusión, instrumentos de aire (como las dulzainas), rabel, y una pequeña guitarra morisca o árabe. Podían combinarse con danzas donde participaban juntos hombres y mujeres. Estos grupos no serían de más de 4 ó 5 personas aunque en celebraciones importantes y familiares sin duda su número crecía.

Recaudación a través de la música.

Los Reyes Católicos, van a retomar o dar continuidad a un cargo que ya existía en la Granada nazarí en tiempos de los sultanes y del que tenemos noticias a través de un documento del Archivo General de Simancas en forma de “carta de merced del oficio de alcaide de las juglaras e juglares de Hranada a favor de Ayaya Fisteli, conforme usaron tal cargo los alcaides nombrados por los reyes moros”.

La función que debía desempeñar este alcaide de las juglaras e juglares era la de jurisdicción, control y finanzas de las exhibiciones musicales. Había que pagar un impuesto (el "tarcón") por las zambras y leilas que se tocaban tanto en bodas como en otras fiestas y reuniones sociales y familiares.

Era tal la influencia de esta música, que Talavera cuando comenzó, tras la Conquista de Granada, su evangelización, permitió el uso de músicos de “zambras” y “leilas” durante las misas y procesiones celebradas entre estos cristianos nuevos “de moro”.