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Aquellos maravillosos tebeos juveniles españoles

  • La Asociación Cultural Tebeosfera publica Tebeos. Las revistas juveniles
  • La historia de títulos míticos como Pulgarcito, DDT, Sissy, Patufet o Trinca

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Fragmento de la portada del libro 'Tebeos. Las revistas juveniles'
Fragmento de la portada del libro 'Tebeos. Las revistas juveniles'

Tras el imprescindible Tebeos. Las revistas infantiles (ACT Ediciones), que profundizaba en la historia de títulos como el TBO (que en marzo celebra su centenario), nos llega Tebeos. Las revistas juveniles (ACT Ediciones), el segundo tomo de la serie Memoria de la historieta, destinada a resumir la historia de los tebeos españoles. Su responsable es la Asociación Cultural Tebeosfera, que ha vuelto a reunir a algunos de los grandes estudiosos del cómic para este necesario estudio.

Manuel Barrero, uno de los responsables del proyecto, lo define así: “Es un libro que trata de profundizar en algunas de las cabeceras de tebeos más emblemáticas de nuestra industria, algunas de las que vertebraron el siglo XX, en un periodo en el que los tebeos formaban parte integrante de la cultura popular española, al menos de la cultura infantil y juvenil. Con esto te quiero indicar que ocupaban con normalidad un tiempo en el ocio de la población, por ser lectura común y cotidiana”.

“Todo ello asumiendo –continúa Barrero- que se trataba de una prensa efímera, que pasaba de mano en mano, presente con exclusividad en los quioscos, que luego se amontonaba bajo las camas, en los altillos o en otros rincones, y que supuso el fundamento de muchas aspiraciones y la dosis de ficción necesaria para muchos. Nosotros no entramos a valorar su calidad intrínseca emocional o en comparación con la producción historietística de la actualidad, pero sí creemos conveniente estudiar sus contenidos en su contexto para sopesar su importancia entre la población lectora de su tiempo”.

Páginas de 'Tebeos. Las revistas juveniles'
Páginas de 'Tebeos. Las revistas juveniles'

Páginas de 'Tebeos. Las revistas juveniles'

“¿A qué debían su éxito? ¿Por qué fueron populares aquellos títulos o sus personajes? ¿A qué público iban destinadas? Y ahí se establece la diferencia (cierto que es leve) con el anterior libro, titulado Tebeos. Las revistas infantiles. Allí tocábamos algunos títulos dirigidos específicamente a ese público objetivo, claramente infantiles por sus contenidos, como por ejemplo TBO. Aquí, sin embargo, abordamos el repaso a otros tebeos muy conocidos pero que se diferenciaron del resto porque trataron de alcanzar a otros públicos, juvenil, familiar, incluso al adulto, con sus propuestas”.

“El ejemplo evidente –continúa Barrero- es Pulgarcito, un título que muchos recuerdan hoy como un tebeo adocenado durante las décadas de los sesenta y setenta, pero que en los años cuarenta y cincuenta fue el trampolín de los personajes más cáusticos de nuestros tebeos, y que ofreció las historietas más escalofriantes del cómic español de la época. Somos conscientes de que aún se siguen considerando los tebeos publicados durante la dictadura franquista como una masa informe de productos idénticos, que incluso se siguen identificando como instrumentos propagandísticos sin distinción, pero en realidad observaron grandes diferencias y están cargados de intenciones que nada tienen que ver con la propaganda o el proselitismo. Los conocemos poco y nos guía el interés porque se conozcan mejor”.

Los tebeos que definieron una época

Portadas de 'Pulgarcito', 'El Coyote' y 'DDT'
Portadas de 'Pulgarcito', 'El Coyote' y 'DDT'

Portadas de 'Pulgarcito', 'El Coyote' y 'DDT'

Como ya hicieron con Tebeos, las revistas infantiles, este libro se divide en capítulos dedicados a algunas de esas revistas juveniles que ya son míticas: “El criterio para ordenarlos –asegura Barrero- ha sido por cronología de su aparición o por su pervivencia en el mercado. De ahí que Pulgarcito sea el primero, puesto que nació en 1921, y que le sigan El Coyote, El DDT contra las penas, Sissi / Lily, Patufet y Trinca, que se instala en el franquismo crepuscular”.

“Teníamos previsto en principio abordar otros títulos pero ya no cabían –añade-. Había que escoger. Difícil. Las razones para elegir estos títulos han sido poderosas. Es obvia la de Pulgarcito, por ser uno de los títulos capitales de nuestra historieta, de enorme longevidad y paritorio de personajes aún vigentes hoy, como Zipi y Zape, por ejemplo, o muchos otros que luego pasaron a engrosar las filas de otras revistas de El Gato Negro, Editorial Bruguera y Ediciones B”.

“En el caso de El Coyote –continúa Barrero- era necesaria una reivindicación porque los tebeos de Bruguera eclipsaron muchos otros, como este del editor Plaza, que mostró a los lectores de los cincuenta crueles westerns mezclados con sorprendente ciencia ficción o inusuales aventuras protagonizadas por mujeres. Una revista dirigida a un lector que ya no era un niño, obviamente, y nunca reivindicada justamente”.

“También todos recordamos El DDT como un tebeo infantil –añade Barrero-, pero en realidad se planificó como revista dirigida a un público más adulto (y esa etiqueta se le aplicó), si bien el tradicional desprecio que nuestra cultura ha manifestado y manifiesta por los tebeos terminaron reconduciéndola hacia la chavalería”.

“La revista Sissi, luego renombrada Lily, es otro caso palmario: comenzó como una revista de historietas para niñas y terminó siendo el estandarte de las jovencitas lectoras de los setenta, y de sus madres, todas apasionadas con las andanzas de Esther, pero hasta ahora pocos se han planteado mirar esa revista desde una óptica sociológica, por ejemplo, o con perspectiva de género, como hacen los autores de ese capítulo”.

“El texto sobre Patufet –continúa el autor- es importante por tratar la situación del uso del catalán en la prensa popular durante los años sesenta y por ser una cabecera tradicionalmente infantil que fue asimilando contenidos con mayor calado satírico y dirigidos a otro público”.

Trinca es el gozne necesario, fue la respuesta española a Pilote y la antesala de las revistas dirigidas a jóvenes y adultos que llegaron con la transición política a la democracia. Desde Pulgarcito a Trinca se traza una línea que nos lleva desde los “pretebeos” destinados a un público indeterminado a las revistas de historietas que se querían ofrecer a jóvenes más formados, no solo a niños” –concluye Barrero-.

Portadas de 'Sissi', 'Trinca' y 'Patufet'
Portadas de 'Sissi', 'Trinca' y 'Patufet'

Portadas de 'Sissi', 'Trinca' y 'Patufet'

“Pulgarcito fue el tebeo de referencia”

Uno de los capítulos más extensos es el dedicado a la revista Pulgarcito. “Hay que reconocer que ese texto es largo –reconoce Barrero-, pero también es muy largo el dedicado a los tebeos para jovencitas, tanto o más que el primero del libro. Creo que ambos exigían atención y nos gusta poder dedicar el espacio necesario cuando un tema lo exige”.

“Pulgarcito –continúa- es muy importante porque fue el modelo de referencia en el que se fijaron el resto de tebeos de humor españoles a partir de los años veinte. TBO duró casi tanto como la revista de Bruguera, pero Pulgarcito logró amoldarse al estilo habitual de los periódicos infantiles que dieron lugar a la primera industria de los tebeos, fue la primera que congregó una legión de aficionados que usaban la revista como cónclave, fue atrevida en sus planteamientos de ficción infantil (aunque cruel) durante los años treinta y no digamos tras la guerra, cuando en ella fueron brotando los personajes más recordados de nuestra historieta (desde Tribulete a Mortadelo). Personajes damnificados, cenizos, cafres, traviesos, tramposos, malvados y torpes, muy torpes, que protagonizaron trastazo tras trastazo para alborozo de cientos de miles de lectores. Muchos tebeos surgieron a la sombra de Pulgarcito desde el final de los años cuarenta y, sobre todo, en los cincuenta. Fue imitada cientos de veces y aguantó hasta el cierre de la editorial, con lo que fue la cabecera con mayor cantidad de números publicados hasta que en el siglo XXI la superó El Jueves. Un hito”.

“Revisando el artículo –añade Barrero- , una vez impreso el libro, llama la atención que las imágenes escogidas parecen no representar toda la grandeza de su evolución. Es así porque hemos querido respetar los límites impuestos por el derecho de cita, para no vulnerar intereses comerciales de nadie, y porque la trayectoria de Pulgarcito era tan larga que había que escoger muy distintos elementos gráficos para poder comprender sus aportes convenientemente. Un ejemplo: era preferible mostrar solo una viñeta de los personajes más importantes y dejar hueco para poder mostrar (como un documento excepcional nunca visto) las páginas del registro industrial que demuestran que el primer editor de Tío Vivo intentó en verdad apropiarse los personajes que habían nacido en Pulgarcito”.

Fragmento de una portada de 'Pulgarcito' con Zipi y Zape

Fragmento de una portada de 'Pulgarcito' con Zipi y Zape

Un libro con grandes colaboradores

Siendo la Asociación Cultural Tebeosfera uno de los mayores referentes sobre el cómic nacional e internacional, es lógico que nl el libro hayan participado grandes firmas: “Contamos con muy buenos conocedores de los tebeos españoles y con excelentes investigadores, o una combinación de ambos –asegura Barrero-. De mí no debo hablar, está claro, pero sí puedo afirmar que Alfons Moliné tiene gran parte de la memoria de nuestros cómics en su cerebro, que José María Conget escribe como nadie sobre los tebeos que conoció de primera mano, que Álvaro Pons es uno de los divulgadores más inteligentes y cultivados de nuestro país, que los doctores José Joaquín Rodríguez y Paula Sepúlveda son los más adecuados para analizar tebeos para niñas con herramientas de análisis actuales, que Jordi Riera es el mayor experto en cómic catalán y el más capacitado para abordar el estudio de Patufet, y que Rafa Marín podía extraer todo el tuétano de una revista como Trinca, la cual había que revisar manejando muchos referentes al mismo tiempo y con conocimiento de causa”.

Personajes que marcaron una época

Carpanta, de Escobar
Carpanta, de Escobar

Carpanta, de Escobar

En cuanto a los personajes que surgieron de esas revistas y que marcaron una época, Manuel Barrero asegura que: “Es muy difícil hacer una selección porque el número de personajes descollantes son muchísimos. De Pulgarcito y El DDT surgieron decenas, siendo los más importantes los ya mencionados pero también Carpanta, Las hermanas Gilda, La familia Cebolleta, Gordito Relleno, La familia Trapisonda, Anacleto, y un largo etcétera. El Coyote fue el personaje principal de El Coyote, naturalmente, y Esther de la revista Lily. En el caso de Patufet no sabría si quedarme con Massagran o con los personajes de Perich. Y en Trinca quizá habría que destacar al desorientado guerrero Haxtur, por ser el más recordado, aunque hubo otros igualmente atractivos”.

Además, estas revistas son un reflejo de su época: “Todas aquellas series y personajes nos permiten comprender la sociedad de su tiempo con una óptica actual –comenta Barrero-. Y afortunadamente con una disposición metodológica más objetiva que antaño, cuando las técnicas de análisis estaban cargadas de ideologías o bien de nostalgia. Lo interesante es que nos permiten ver más allá de lo que nunca nos propusimos, y por eso en este libro es la primera vez que se comprueba el grado de adhesión del editor Bruguera con la dictadura de Primo de Rivera y, a continuación, con la República; cómo el editor Plaza se nutría con materiales argentinos de procedencia italiana; cómo El DDT convocó a personajes totalmente inapropiados para su tiempo; cómo las jóvenes españolas pasaron de leer una revista de cuentos para niñas a disfrutar con una recreación de la adolescencia en el desarrollismo; cómo la reivindicación del catalanismo pasaba por rescatar cabeceras ligadas al aprecio popular, que pasaron por infantiles para luego ir cargándose de otros contenidos; o cómo, en fin, el último sello editor del Movimiento parió una de las revistas más eclécticas de su tiempo, cargada de guiños a la rebeldía y al aperturismo”.

“Hace unos días –continúa Barrero- Jordi Costa trazaba en un estupendo artículo un paralelismo entre las series de animación actuales y los coletazos del underground porque los protagonistas de los dibujos que consumen nuestros hijos son trabajadores sobreexplotados, hijos en familias desestructuradas o ninis. En realidad este mismo ejercicio podría plantearse con los personajes de los tebeos humorísticos de casi cualquier tiempo sin necesidad de vincularlos con un movimiento contracultural, precisamente porque los personajes de ficción suelen ser “hijos de su tiempo”.

“Se comprueba que es así en nuestro libro Tebeos. Las revistas juveniles. Los protagonistas de Pulgarcito fueron siempre un reflejo de los ciudadanos de a pie: sin trabajo y sin futuro, acuciados por las deudas, sometidos por algún jefe o familiar. Los personajes alocados de Figueras en El Coyote también eran el reflejo de las ineptitudes de los lectores. Los muchachitos de Patufet o las solteras y suegras de El DDT respondían al mismo esquema, retratando a personajes característicos de cada década del siglo XX. A veces se equivocaban, como pasaba con los adolescentes de Trinca, pero allí también estaban los personajes de Ventura y Nieto, que siempre daban con el nosotros más divertido. Suelo pensar que si un autor es incapaz de reconstruir las identidades de su época entonces en ese autor algo falla”.

Fragmento de una portada de 'Anacleto', de Manuel Vázquez

Fragmento de una portada de 'Anacleto', de Manuel Vázquez

Grandes autores a reivindicar

En cuanto a los autores de esa época, había grandísimos dibujantes, de los que muchos han caído en el olvido. Preguntamos a Barrero a quiénes rescataría: “No es una pregunta fácil de responder porque los autores dignos de rescate son abundantes en cada caso y por eso fueron elegidas estas publicaciones (la calidad de los tebeos se fundamenta en las creaciones de los autores no en su atractivo formal). Y después hay que calibrar en qué medida debería practicarse esa reivindicación. Recordemos que hay diferentes tipos de rescates. Está el nostálgico, con el que se quiere recuperar los rescoldos de un placer obtenido a cierta edad y que nos remonta a otras felicidades. Está el comercial, que pretende amortizar el reclamo evocador o el oportunismo de una efeméride o una moda. Y está el patrimonial, el que reconoce un valor cultural y lo recompone o lo actualiza”.

“Si nos basamos en este último supuesto –continúa Barrero- creo que la respuesta es compleja. Lo es porque si bien es cierto que en el caso de algunas historietas de Bruguera podríamos hallar esos tres tipos en las historietas de Manuel Vázquez, por ejemplo, en lo referido a otras revistas, como El Coyote, la trascendencia de la publicación solo se comprende si se analiza en su conjunto, con su mezcla de obras españolas, italianas, británicas y argentinas. Extraer una sola serie del total no permite ver la grandeza de la obra completa, sería una experiencia gestáltica”.

“No obstante, como ante un periodista siempre hay que quedarse con una parte yo puedo mostrar mis elecciones: de Pulgarcito, todo Cifré; de El DDT, las obras de M. Vázquez; de El Coyote, lo que hizo Alfonso Figueras; García Lorente de Patufet; de las revistas para niñas y adolescentes, la obra dibujada por Purita Campos, desde luego; y de Trinca estuvo muy bien todo lo majestuoso y lo experimental, Palacios, Calatayud, De la Fuente, etc., pero uno siempre se queda con ¡Es que van como locos!, obra magistral que hoy sería leída con tibieza, me temo. Por eso te decía que lo de los rescates es difícil. Deben hacerse con mucho cariño, respeto y arropo, para que todos puedan comprender la razón que impulsa a practicar el rescate”.

Viñeta de '¡Es que van como locos!', de Ventura y Nieto

Viñeta de '¡Es que van como locos!', de Ventura y Nieto

Los tebeos para chicas

Aunque de un tiempo a esta parte casi no hay tebeos dirigidos al público femenino, en esa época jugaron un papel muy importante: “Un papel múltiple –asegura Barrero- y que no se detiene en el que siempre se declara sobre estas publicaciones para pasar a otro tema porque, en realidad, siguen siendo despreciadas incluso como objeto de estudio. No solo fueron publicaciones “adoctrinadoras” de muchachas virtuosas por el sendero del esencialismo. No. Fueron sobre todo un objeto comercial como consecuencia de la alfabetización”.

“Es más –continúa Barrero-, me atrevo a afirmar que constituyeron uno de los mayores impulsos para la industria de la prensa infantil y juvenil española en su momento. Su presencia en los quioscos coincidía con una conquista: la de las chicas, que llegaban a las escuelas y a la lectura, demostrando que el mayor aumento de población neolectora en España en el siglo XX fue el de las niñas y las mujeres tras la posguerra, que consumieron apasionadamente cuentos de hadas, amoríos insustanciales y aventuras de jóvenes atrevidas. El estudio de esa parte de la industria es una asignatura pendiente y por lo visto hasta hoy nos indica que ellas se incorporaron a la lectura a mayor velocidad que los chicos y que también exigieron cambios en “sus tebeos” antes que ellos”.

“Decimos esto porque creemos que los tebeos para chicas maduraron antes –confiesa Barrero-, ofreciendo en primer lugar argumentos recomendados para mentes más formadas (acuñando la etiqueta de “novelas gráficas para adultos”), ambientes más modernos y cambios de roles, hibridación con otros medios en auge (como la música pop o el cine) y, lo más importante, participación emocional, porque algunas colecciones de cómics románticos para jóvenes fueron creadas sobre la base de las experiencias personales de las lectoras, un fenómeno que raramente tenía lugar con los muchachos”.

“Es cierto, sin embargo, que mantuvieron los esquemas fijos de la consideración de la mujer como sujeto pasivo, ornamento social y finalidad procreadora. Pero eso no fue un mensaje inyectado en los tebeos por el sistema; eran mensajes que reproducían el sentir de la sociedad de aquel tiempo y que se han mantenido frescos hasta recientes fechas, ojo. Su papel fue importante, en resumen, desde un punto de vista industrial y también como ejemplo de la transformación de un público que no pudo aspirar a más porque el heteropatriarcado lo impedía”.

Esther, de Pura Campos
Esther, de Pura Campos

Esther, de Pura Campos

El futuro del proyecto

En un principio este repaso por la historia de los Tebeos españoles iba a ser una trilogía pero parece que Tebeosfera ha cambiado de idea: “Lo iba a ser pero ya no queremos que lo sea –confiesa Barrero-. Yo mismo había olvidado el plan maestro inicial de que la colección consistiría en media docena de libros (o más) y han sido mis colaboradores los que me han tenido que refrescar la memoria. El libro tercero no va a ser el último, queremos hacer al menos tres más, si la cosa sigue funcionando y hallamos a los colaboradores adecuados, lo cual no es tan fácil”.

“Por ejemplo –añade Barrero-, esto lo digo pensando en uno que yo me he comprometido a hacer sobre los tebeos para el público femenino, analizados desde diferentes ópticas y partiendo de la revista Mis chicas. Te aseguro que es fascinante observar las transformaciones de nuestra sociedad mirándola a través de esas publicaciones. Y te asombraría comprobar el parecido existente entre algunos mensajes emitidos bajo la dictadura y otros habituales en publicaciones para chicas aparecidas recientemente, incluso en el siglo XXI. Ya no hay planteamientos esencialistas pero no faltan casos en los que se dejan claras las aspiraciones que debería tener una mujer en la sociedad postindustrial. El problema es encontrar a las personas adecuadas para escribir ese libro, porque hay pocos entendidos en tebeos que conozcan (o que les apetezca leer) tebeos para niñas. Y viceversa, hay muy buenos entendidos en cuestiones de género que nada saben de historieta. ¡Y así no hay manera!”

“Otros libros –añade el autor- serán más fáciles porque tratarán de los llamados “cómics para adultos”, de los tebeos de aventuras, del cómic de ciencia ficción español, del fanzinismo y la autoedición y otros temas. Pero no te puedo adelantar planes concretos porque no están definidos. Ganas tenemos, eso sí que está claro”.

Portal de Tebeosfera
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La Asociación Cultura Tebeosfera

Lo que está claro es que la Asociación Cultural Tebeosfera es la institución que más está haciendo por preservar el legado de los tebeos españoles. Y además de estos libros, tienen otros muchos proyectos que nos avanza Manuel Barrero: “Me gustaría destacar dos, aunque confluyen en un punto, en nuestra web www.tebeosfera.com. La reformamos en septiembre y todavía estamos trabajando en ella sobre una serie de funcionalidades que creemos que pueden interesar a los aficionados y a los estudiosos de los tebeos”.

“Una –continúa Barrero- es enriquecer el catálogo, lo cual hemos hecho ampliando los campos por ficha y las interrelaciones entre ellas. Otra es mejorar su uso, con buscadores específicos y con nuevas posibilidades para los coleccionistas (organizar su tebeoteca, seleccionar fichas según sus gustos, poner a la venta sus propios tebeos) y para los investigadores (poder manejar estadísticas y hojear los tebeos online). Esto último es un proyecto que hemos desarrollado para una plataforma de colaboración interuniversitaria internacional denominada PACE, en la que hemos colaborado con asesoría y prestando apoyo logístico, amén de que colaboraremos activamente con los investigadores que quieran acceder a ciertos corpus. Con esto me refiero a que vamos a generar dispositivos de consulta de tebeos con más de setenta años de antigüedad y sobre los que no pesen derechos de autor claramente lesivos hoy”.

“Nada más lejos de nuestra intención que vulnerar intereses, antes bien al contrario, y esto va destinado a una comunidad pequeña de investigadores que no pasará de 300 lectores –confiesa-. Creo que merecerá la pena, porque nos hemos dado cuenta de que en el extranjero hay un gran interés por estudiar la historia y la sociedad española a través del cómic, o por estudiar nuestros cómics simplemente, ¡mucho interés! Y son grandes investigadores que en ocasiones se ven obligados a hacer costosos viajes a hemerotecas a practicar consultas que nosotros podríamos brindarles a la distancia de un clic”.

“Es importante, por lo tanto, porque extenderá el conocimiento de nuestra historieta y el interés por nuestros autores, y eso no puede sino redundar en algo bueno. El mayor proyecto de Tebeosfera será siempre ese: trabajar por nuestros cómics (y también por nuestra cultura gráfica popular) sin exclusiones, con un espíritu declaradamente integrador” –concluye Barrero-.

Portada del libro 'Tebeos. Las revistas juveniles'

Portada del libro 'Tebeos. Las revistas juveniles'