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'Todos queremos algo', el capricho ochentero de Richard Linklater

  • El cineasta texano nos transporta a 1980 para retratar su etapa universitaria
  • Te proponemos un paseo musical a través de la película, que se estrena el 1 de julio

Por

Tráiler de 'Todos queremos algo', de Richard Linklater

FICHA TÉCNICA

Título original: Everybody Wants Some!!

Año: 2016

Duración: 116 min.

País: Estados Unidos

Dirección/guion: Richard Linklater

Reparto: Ryan Guzman, Zoey Deutch, Tyler Hoechlin, Wyatt Russell, Blake Jenner

28 de agosto de 1980. Jake Bradford (Blake Jenner) llega a la Universidad de Texas en su Ford Mustang 442 y con la música a todo volumen. Jake, estudiante de primer año, llega a las "casas de béisbol", la fraternidad donde viven los jugadores del equipo universitario que serán sus nuevos compañeros. Todavía quedan tres días para que empiecen las clases y va a aprovecharlos a fondo para ir a fiestas, conocer chicas y hacer amigos.

Todos queremos algo es el viaje al comienzo de los 80 a ritmo de música que nos propone el director y guionista Richard Linklater (Boyhood, trilogía Antes de...) en su última película, que reconoce como "bastante autobiográfica" y que llega a las salas españolas este viernes 1 de julio. "Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que estar en la universidad fue un momento divertido, no solo en lo personal, también fue un momento cultural interesante. Todavía era el final de los años 70. Lo que conocemos como los 'años 80' realmente no empiezan hasta el 82 o el 83", confiesa el director texano, que en agosto de 1980 acababa de cumplir 20 años en un país que estaba a punto de convertir en presidente a Ronald Reagan.

Everybody wants some!!

Linklater, que ya nos transportó a sus años de instituto en los 70 en Movida del 76 (Dazed and confused, 1993), toma el título de su nueva película, Everybody wants some!! en inglés, de la canción de Van Halen de 1980, reflejo del espíritu de la cinta: "Everybody wants some/ I want some too oh/ Everybody wants some/ How 'bout you?" ("Todos queremos algo/ Yo también quiero algo / Todos queremos algo/ ¿Y tú?"), reza el estribillo.

Lo que ha querido el director estadounidense, maestro en retratar el paso del tiempo en el cine, es fotografiar una etapa vital esencial, la de una juventud inquieta que empieza a dar sus primeros pasos hacia la edad adulta. Y lo hace como quien no quiere la cosa, mostrándonos uno a uno esos tres días previos al comienzo de las clases universitarias, con una comedia divertida en la que la música es parte primordial, tal y como lo fue en aquella época.

Al llegar su nuevo 'hogar', Jake, que juega de 'pitcher' y que era toda una estrella del deporte en el instituto, descubre que eso allí no significa nada. Nada más entrar conoce al veterano Glenn McReynolds (Tuler Hoechlin), que desprecia a los que juegan en la posición de Jake. Tampoco le da una buena bienvenida su compañero de habitación, Roper (Ryan Guzman), que pasa las horas enganchado al teléfono hablando con su novia. También conocerá al resto de compañeros: el hablador Finnegan (Glen Powell), el místico y fumador de marihuana Willoughby (Wyatt Russell), Jay (Juston Street), Dale (J. Quinton Johnson), Plummer (Temple Baker), Nesbit (Austin Amelio) o Billy Autry (Will Brittain). Poco a poco, y sin librarse de alguna otra novatada, Jake irá congeniando con sus nuevos compañeros a base de ir de fiesta, de saltarse las normas de prohibido beber alcohol y llevar chicas a la casa y de entrenar, a la vez que empieza a filtrear con Beverly (Zoey Deutch), una aspirante a actriz.

Lucha por el control de la pista

La primera noche, el equipo sale de fiesta para bailar toda la noche música disco en la discoteca local con sus vaqueros y camisas ajustadas de estampados imposibles.

La segunda noche, y tras ser echados de la discoteca por iniciar una bronca, acaban de fiesta en el bar más country de la ciudad. "En 1980, los chicos iban con regularidad a lugares donde ponían música que no les gustaba, siempre y cuando supieran que habría mujeres allí. Creo que eso no ha cambiado", explica Ryan Guzman.

Y antes de que acabe el fin de semana, Jake y sus compañeros incluso han asistido a su primer concierto punk en una época en el que todos estos estilos musicales competían por su supremacía.

"Tengo una conexión personal con todas las canciones de la película. Quería compartir la sensación de lo que era escuchar estas canciones sonando en la radio, bailando con ellas en las discotecas o bares country, en casa o en el coche. La música disco todavía estaba presente (moriría como un año después), el country de pronto era algo guay en lugares donde no había llegado (gracias a la película Urban Cowboy), el metal era tremendo, el punk y el new wave eran las nuevas y excitantes alternativas, y los primeros ejemplos de lo que finalmente hemos conocido como el hip-hop fueron apareciendo. Fue un momento interesante musicalmente, con tantos artistas en la cima de su carrera y tantos géneros compartiendo escenario", explica en las notas de producción Linklater, nominado cinco veces al Oscar (tres como guionista, una como director y otra como productor).

Convivencia y actores desconocidos

Como hizo en Movida del 76, el maestro de Texas vuelve a apostar por un grupo de actores jóvenes y prácticamente desconocidos la gran mayoría con el único objetivo de "encontrar el mejor actor para el papel, sin importar ni la experiencia ni los conocidos que fueran".

Además, para ponerlos en situación, Linklater los reunió a todos un mes antes del comienzo del rodaje en Austin (Texas) para comenzar los ensayos y para que se fuesen conociendo poco a poco, como sus propios personajes, y crear el mismo espíritu de compañerismo, un elemento clave para lograr que luego se plasme en la gran pantalla.

El elenco se dedicó, entre otras cosas, a jugar y practicar béisbol y a ensayar coreografías para que aprendiesen a bailar como en 1980. Para ello, la coreógrafa Andrea Ariel les enchufaba vídeos de Soul Train, el Aplauso estadounidense.

Con Todos queremos algo, Linklater vuelve a hacer que parezca fácil captar las experiencias vitales y convertirlas en una gratificante experiencia cinematográfica. El capricho juvenil del cineasta texano divierte, entretiene, te hace bailar y volver a disfrutar de los buenos tiempos ochenteros.