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Marion Cotillard ilumina el cine comprometido y esperanzado de los Dardenne

  • Los hermanos belgas inauguran la Seminci con Dos días, una noche
  • Una historia de solidaridad y fragilidad que compite por la Espiga de Oro

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El cine social de los hermanos Dardenne abre la Seminci de Valladolid

La Semana Internacional de cine de Valladolid arranca con la proyección de la última obra de unos viejos conocidos del festival: los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne. Los cineastas belgas abren la sección oficial con la película con la que este año acudieron a Cannes: Dos días, una noche.

Marion Cotillard interpreta a Sandra, una trabajadora que, tras salir de una depresión, le informan de que no puede reincorporarse porque ha sido despedida debido a que su jefe ha organizado una votación chantajista entre sus compañeros: o aceptan el regreso de Sandra renunciando a una paga extra, o votan por el despido de Sandra. Comienza una cuenta atrás durante un fin de semana para convencer a sus colegas de que voten por ella en una nueva votación.

A su estilo documental ferozmente realista, los Dardenne suman en esta ocasión una estructura de guion más convencional con la pregunta final en el horizonte: ¿conseguirá Sandra convencer a sus colegas?

Rebajando el glamour de Cotillard

Aparentemente Marion Cotillard no encajaba en el realismo de clase trabajadora para el que, normalmente, los cineastas belgas reclutan a actores poco conocidos o incluso no profesionales. Pero Cotillard, por mucha imagen de marcas de moda y perfumes que se le asocien, es una de esas raras estrellas camaleónicas. “Quedamos con ella para un guion distinto, un papel de joven médica. Y cuando fuimos a hablar con ella pensamos: si no ocurre algo, ni siquiera le hablamos del guion”, recuerda Luc Dardenne, “A los 30 segundo de estar con ella le dijimos que queríamos trabajar. Tuvimos un relámpago cinematográfico”.

La historia de Los Dardenne con Valladolid se remonta a la Espiga de Oro de La promesa (1996), y ahora regresan por quinta ocasión con el cartel de clásicos contemporáneos tras sus dos Palmas de Oro en Cannes (Rosetta y El niño). “Son casi de la casa”, destaca Javier Ángulo, director de la Seminci. “Nos hacía especial ilusión porque es puro cine de autor”.

Rebajar el glamour de Cotillard era el primer reto para los hermanos. “Sabíamos que íbamos a terne una gran actriz, pero también una star. Pensábamos: ¿Vamos a poder banalizarla? El desafío era darle a Marion, otro cuerpo, otra imagen”.

Conseguido: con un sencillo vestuario, y el tradicional método para pulir los personajes (mucho ensayo y mucho trabajo físico), Cotillard ilumina la película como una composición que es un elogio a la fragilidad.

La mecánica de la explotación

“La película habla de hoy”, dice Jean-Pierre. “Esperamos que los espectadores, durante la proyección, se pongan en el lugar de Sandra y en el de sus compañeros de trabajo. Es una película que cuenta que la solidaridad es mejor que no la solidaridad”.

Inspirados por historias similares ocurridas en Bégica, Francia y Estados Unidos, Dos días y una noche disecciona más ninguna otra película de los Dardenne, la dinámica explotadora del capitalismo. Un compromiso político que los hermanos no ocultan.

“Quizá para los ojos españoles, que atraviesan una crisis grave, la situación en Bélgica es más suave, más cómoda”, afirma Jean-Pierre. “Y creo que es verdad, pero eso no quita para que la tasa de paro entre jóvenes sea importante. Es verdad que hemos tenido un gobierno de centro-izquierda, y eso ha hecho que el choque no haya sido tan violento. Ahora tenemos un gobierno de derecha. Los sindicatos no parecen muy contentos y creo que tienen razón”.

Mientras, Valladolid se prepara para la gala nocturna de inauguración, en la que Verónica Forqué, y el cineasta surcoreano Bong Joon-ho reciben sus Espigas de Honor en el Teatro Calderón.