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El ritual de las primeras horas del camarlengo

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El camarlengo Bertone toma el mando de la Sede vacante

Tarcisio Bertone es ya el hombre más poderoso del Vaticano, el camarlengo encargado de organizar el cónclave cardenalicio y jefe de los asuntos de la Santa Sede durante el período de sede vacante hasta la elección de un nuevo papa. Pero antes de poner en marcha la maquinaria vaticana tiene varias tareas que cumplir.

Como cardenal de camarlengo será el encargo de supervisar los ritos que establece la Constitución vaticana tras la renuncia o muerte de un papa.

Uno de los primeros es romper el anillo del pescador para evitar cualquier eventual falsificación de documentos pontificios. Como el papa sigue vivo, se ha decidido que no sea destruido, sino que será inutilizada por medio de una raya o una cruz, según ha explicado el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

El anillo de oro que ha llevado el papa durante su pontificado contiene una representación de San Pedro pescando, en una barca y lanzando la red sobre tres peces. Sobre esta escena se puede leer el nombre Benedicto. Hacía más de un siglo que ningún pontífice elegía dicha simbología para su anillo, que es la misma del sello papal de plomo.

Este sello es el que usa el Pontífice para sellar documentos importantes, entre ellos las bulas. Al igual que el anillo, también quedará inutilizado.

Sellar los departamentos papales

La normativa vaticana también contempla que tras la muerte -o en este caso renuncia- del papa, el apartamento papal del Vaticano y el ascensor que lleva directamente al mismo es sellado hasta que haya nuevo papa.

El camarlengo supervisa que todas las instancias protegidas con cadenas y selladas con un lacre de la cámara apostólica hasta que haya nuevo papa. Será entonces cuando el cardenal protodiácono acompañe al nuevo pontifice para romper el sello de los departamentos papales.

Bertone tiene que recibir a los responsables de la Curia vaticana para anunciarles que desde el minuto uno de la renuncia oficial de Benedicto XVI han cesado en sus responsabilidades.

En la Curia cesan todos los cargos a excepción del camarlengo y el penitenciario mayor, que tienen que ocuparse de los asuntos ordinarios sometiendo al Colegio de cardenales todo lo que se refiera al Papa.

Cuentan con la ayuda del cardenal vicario general de la Ciudad del Vaticano y del cardenal arcipreste de las basílicas. Tendrán que atender cualquier eventualidad, si bien su gestión se rige por el principio de 'nihil innovetur' (nada que innovar), según recoge el Derecho Canónico.