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La zona de exclusión aérea, una guerra a medias de legalidad incierta

  • La comunidad internacional, dividida sobre si adoptar o no la medida
  • Estados Unidos defiende que implica una "acción bélica"
  • Otros países piden una resolución de la ONU para imponerla

Ver también: Especial revueltas en el mundo árabe

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De un lado, los antecedentes, con sus errores y aciertos, de Irak, Kosovo o Bosnia. Del otro, las vidas que están en juego ante la represión de un Muanmar Gadafi que no parece dispuesto a renunciar al poder en Libia. Estos son los dos factores que la comunidad internacional tiene en su balanza a la hora de decidir sobre la que parece la última medida a tomar para ayudar a Libia: una zona de exclusión aérea.

La primera voz que se alzó para reclamarla fue la delegación libia cuyo embajador, con lágrimas en los ojos, no vaciló a la hora de pedirla en el seno de la ONU.

Pero no es una decisión sencilla y, si a la hora de aprobar sanciones contra Libia todos los países estuvieron de acuerdo, cuando lo que se decide es si establecer la exclusión aérea o no, no existe unanimidad. Es una medida controvertida por razones logísticas, políticas y legales. Al menos así lo demuestra la experiencia del pasado a lo que además, hay que sumarle que la situación actual difiere mucho de la que se daba cuando se decidió, por ejemplo, sobre Irak.

   El ejemplo de Irak: factores económicos y logísticos

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El conflicto iraquí pone de manifiesto uno de los principales puntos a tener en cuenta: los recursos de los que la comunidad internacional dispone.

Fue en 1991 cuando EE.UU., Francia y Reino Unido acordaron la creación de una zona de exclusión aérea en Irak, por encima del paralelo 36, para proteger a la población kurda. Un año más tarde, esta decisión se amplió por debajo del paralelo 32.

Entonces fueron necesarios más de 200 aviones estadounidenses, decenas de aviones británicos y aviones militares. Ahora, diez años después, la situación económica ha hecho mella en todo el mundo y los gobiernos se han visto obligados a imponer recortes en defensa.

El Pentágono ha asegurado que para el caso de Libia se necesitarían portaaviones, portahelicópteros, buques… todo un arsenal contra un país de gran extensión y que, según los expertos, cuenta con un material de guerra de gran capacidad y sofisticación.

Con todo, entra además en juego una pregunta clave: ¿Cuánto tiempo durará la imposición de la zona de exclusión?

   El ejemplo de la guerra de los Balcanes: factores legales

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Que la decisión pase o no por la ONU. Éste es otro punto determinante que divide a las potencias extranjeras.

En el caso de Bosnia, el Consejo de Seguridad de la ONU decide, el 9 de octubre de 1992 por unanimidad, adoptar la resolución 781 que prohibía todos los vuelos militares sobre Bosnia y la amplía al día siguiente sobre Bosnia- Herzegovina.

En el caso de Libia, la opción de una zona “non fly” se puede decir que “flota” en los pasillos de la ONU, aunque no hay propuesta oficial. Eso sí, cabe destacar que los grandes oponentes a esta opción son China y Rusia quienes, gracias a su estatus de miembros permanentes en el Consejo de Seguridad, podrían hacer uso de su derecho a veto y bloquear la medida.

Pero esto no implica ni que no se pueda establecer la zona de exclusión ni que sea ilegal. Prueba de ello es la decisión unilateral de Estados Unidos, Reino Unido y Francia sobre Irak. De hecho, el entonces secretario general de la ONU, Butros Gali, la denominó medida “ilegal” pero aún así la impusieron.

"Las dos zonas de exclusión impuestas sobre Irak se basaron en las doctrinas de "Implícita autorización" (EE.UU.) y de "Intervención humanitaria" (Reino Unido). Ninguna de esas doctrinas ha ganado en general la aceptación en el derecho internacional", asegura el profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Oxford, Stefan Talmon.

En la actualidad, el ministro de exteriores británico, William Hague, se remite a ese ejemplo y asegura que “ha habido ocasiones en el pasado en las que la exclusión aérea ha sido transparente, legal y con una justificación internacional pese a que no existiera una resolución del Consejo de Seguridad”.

Eso sí, ahora parece que es complicado que una acción unilateral se repita. El motivo vuelve a ser las enormes dimensiones de la operación.

   El riesgo de los factores bélicos

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Establecer una zona de exclusión aérea, ¿es un acto bélico? Según Estados Unidos, sí. Así lo ha afirmado su secretario de Defensa, Robert Gates, quien defiende que para esta medida es necesario destruir el arsenal aéreo libio y, por tanto, el uso de la fuerza.

Para otros países es, además, inmiscuirse en los asuntos internos del país con el transfondo de que, además, podría ser interpretada como una “alianza del bloque occidental contra un país árabe”.

Por ello, son muchos los que califican esta acción de "guerra a medias" que podría tener sus consecuencias ante la población civil y que, además, tiene que tener sus líneas muy bien definidas.

"Tienes que ser muy claro sobre lo que vas a hacer. ¿Estás autorizado para abrir fuego contra Libia o esperarás hasta que ellos te disparen a ti? ¿Te vas a encontrar a ti mismo ante la Corte Penal Internacional porque has derribado un avión civil por error?, se pregunta el doctor y experto en defensa David Whetham.

Por ello, este es otro punto clave que divide a los países. De hecho, la Liga Árabe se ha mostrado a favor de una zona de exclusión aérea pero sin que suponga una intervención militar, algo que Estados Unidos no cree posible.

   El ejemplo de Somalia: el riesgo de Al Qaeda

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¿Y si gana Gadafi? Esta es la pregunta clave que también se ha hecho Estados Unidos. Este eventual resultado podría degenerar en un ejemplo para otros países autocráticos.

Además, cabe la posibilidad de que, tal y como ha reconocido la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, el resultado de esta crisis sea el de un país bajo el control de Al Qaeda: "Nuestro miedo es que el país actualmente gobernado por Muamar Gadafi degenere en “una Somalia gigante”. Actualmente no es algo que veamos en perspectiva pero muchos de los activistas de Al Qaeda en Afganistán y posteriormente en Irak procedían de Libia".

Por lo tanto, la experiencia pasada refleja que la imposición de una zona de exclusión aérea tiene unas consecuencias, en cierto modo, impredecibles. De hecho, lo único que sí se puede anticipar es que, tal y como asegura el profesor de Relaciones Internacionales, Brendam Simms: "Si hay una intervención no hay que hacerse ilusiones de que vaya a ser fácil o simple".