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'En Portada'. "La metamorfosis libia"

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En portada - La metamorfosis libia

Hace ya más de tres años y medio de mi último viaje a Libia. De ese viaje nació el reportaje “La metamorfosis libia”. Hacía entonces unos años que Libia había iniciado reformas económicas después de años de ostracismo y su líder, Muammar El Gaddafi, había renunciado a patrocinar el terrorismo internacional y a las armas de destrucción masiva. Se trataba de reflejar los tímidos cambios que estaba habiendo.

Llevaba tiempo detrás del visado. Ya esa tarea resultó harto complicada, fue casi un año de espera. Pero, al final, se consiguió. Volvía al país de la Yamahiriya –ya había estado en varias ocasiones en los años 90-. Y Trípoli era muy distinta a como la recordaba de años atrás, cuando era una ciudad cerrada, gris, fría –a pesar del calor-, y poco hospitalaria. Hay que recordar que Libia en aquel entonces estaba aislada del mundo por el embargo y las sanciones internacionales.

Un 'comisario político' como sombra

Pero, si complicado había sido conseguir el visado, el más difícil todavía lo pudimos comprobar enseguida mis compañeros, Nacho Paris, Miguel Ángel Cano (nuestro querido Miguel Ángel fallecido hace poco), y yo, nada más llegar. Lidiar con el 'comisario político' que nos colocó el régimen y que era nuestra sombra iba a poner a prueba mi paciencia. No creo haberme enervado tanto y con tanta frecuencia en un viaje con en aquél. No había manera de rodar nada en el exterior sin su presencia. Cualquier cosa que se saliese un poco de lo normal levantaba la sospecha de nuestro molesto acompañante.

Tejados plagados de parabólicas

Recuerdo una ocasión en que vimos unos tejados plagados de antenas parabólicas. Me pareció una imagen sensacional, pero el 'espía de Gaddafi' sospechó que escondía malévolas intenciones. Le expliqué una y otra vez, al borde de un ataque de nervios, que mi pretensión era mostrar con esa imagen la apertura del  país. Le describí mi idea: parábolas, luego jóvenes con teléfonos móviles y luego un internet-café. Y acompañando a estas imágenes una música. Era incapaz de entenderlo. Hasta el mismo día de mi salida del país le insistí pero prefirió que grabásemos imágenes de una parábola aquí y otra allá.

Pero lo peor fue cuando nos prohibió ir a Bengasi. Se había acordado con la Embajada que podríamos hacerlo. Pero él dijo que no. Nunca supe muy bien si era porque pretendía no trabajar el fin de semana (y el viaje a Bengasi pillaba el fin de semana) o si era porque, como se sabía –y ahora hemos podido ver claramente- era una zona no del todo controlada por el régimen y donde la oposición tenía cierta fuerza.

Con el hijo-sucesor

Para conseguir entrevistar al hijo-sucesor del líder, Seif Al Islam, tuve que saltarme al comisario y utilizar otros contactos. Se consiguió, a las 10 y media de la noche, un viernes. Nuestro avión hacia España salía de madrugada. Nuestro espía no supo hasta mucho después lo que acabábamos de hacer.

Fue, sin duda, un viaje complicado, pero, aún así, lo recuerdo con cariño porque hice nuevos amigos (a los que espero ver de nuevo pronto) y pude ver a viejos amigos. Libia es para mí un país muy especial. Estos días no están siendo fáciles.