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Una exposición en Salamanca muestra dibujos inéditos de Unamuno

  • La Universidad de Salamanca recoge más de 200 dibujos del filósofo
  • Homenajea al que fue su rector, 75 años después de su muerte

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Autorretrato publicado por 'La revista de occidente' que ilustra un fragmento de 'Por tierras de Portugal y España'

Difícil imaginar que el airado Miguel Unamuno que se enfrentó a Millán Astray- “vencereis pero no convencereis”-, el Unamuno filósofo que revolucionó el panorama literario con Niebla, una novela entre el sueño y la realidad, entretuviera sus momentos de ocio con “garabatos” y “caricaturitas”, cómo él las llamaba. No exentas de ironía y de cierto humor retorcido.

Su formación como dibujante se remonta a su infancia en Bilbao. De niño recibió clases de pintura, una afición que ya nunca le abandonó -al igual que la papiroflexia-.

Con dibujos ilustraba parte de sus novelas -esbozos que acompañan a poemas, artículos y cartas- y se relajaba en sus momentos de ocio. “Hoy he ido a la finca de Vitigudino (Salamanca) y he disfrutado muchísimo dibujando a los campesinos haciendo la trilla”, relataba el propio escritor en una de sus misivas.

Un filósofo con sentido del humor

La Casa de Unamuno en Salamanca recoge en una exposición, que arranca el 4 de febrero, muchos de estos dibujos, cartas y manuscritos del autor de San Manuel Bueno Mártir.

Parece que el toque del pincel entre sus dedos, transformaba al polemista y hombre serio por naturaleza, en un ser humano familiar, tierno y divertido, cuenta Ana Chaguaceda, Directora de esta institución salmantina. “Mientras participaba en las tertulias no paraba de retratar”, añade.

Las ilustraciones abren la puerta a un “cuarto íntimo”, el de los sentimientos familiares. Con una visión cargada de ternura retrata a su mujer Concha Lizárraga, de la que estaba enamorado desde niño. Especialmente emotivos son los esbozos de uno de sus hijos que murió de hidrocefalia, siendo un bebé.

El juego de las ranas

Unamuno bosquejaba la vida cotidiana de las gentes, sobre todo en sus quehaceres en el campo, pero también son numerosísimos sus dibujos de animales. Toros y caballos llenan sus papeles, dónde también habitan cientos de ranas. Ranas de perfil con rostros casi humanos- él mismo las nombraba como personas, Clara, Carmen, etc-.

Paisajes, animales y rostros de perfil pueblan sus dibujos

Su querencia por las ranas surge de un proyecto conjunto con su amigo el diplomático y defensor de la corriente naturalista, Ángel Ganivet. Este estudio primigenio derivó en una suerte de juego ingenioso, dónde los anfibios pueblan en diferentes posturas y escenas cientos de “caricaturas”.

Ironizó incluso con su destierro en Fuerteventura, del que también se conservan dibujos de los dromedarios que habitaban la isla “majorera”. Un Unamuno tranquilo y casi feliz que contrasta con el aura pesimista que siempre acompañó al filósofo hasta el final de sus días.