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En Portada. Entrevista a Ben Freeth

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La entrevista se desarrolló en el patio de su casa, convertida ahora en cenizas, y durante la ocupación violenta por parte de un grupo de veteranos de guerra. Hubo que repetirla, porque se produjo un fallo técnico en la primera entrevista. Se trata de una conversación muy pensada para un reportaje de televisión, con elementos muy descriptivos.

Llevamos más de dos horas en su granja y hemos vivido momentos realmente peligrosos. ¿Cómo se puede vivir con historias como ésta todos los días del año?

Ben Freeth

Vivimos así desde hace nueve años. Es una situación muy radical, pero tenemos que vivir con gente acostumbrada a que otros quieran entrar en tu casa y que intenten crear problemas reales. Así es como estamos desde hace nueve años. Y particularmente desde el mes pasado (se refiere a abril). Ése ha sido el peor período para nosotros. Desde entonces, no podemos ir a cuidar nuestras plantaciones, no podemos atender toda la cosecha que está a punto ahora mismo en Zimbabue (maíz, mango, naranjas, girasoles). No podemos cuidar nuestras tierras. Es muy difícil.

¿Nos puede explicar cómo se desarrollan habitualmente este tipo de ocupaciones?

Ben Freeth

Ellos normalmente utilizan la intimidación. Rodean la casa, comienzan a apuntar con las armas, se arrancan con viejos cánticos de guerra... Nos dicen que nos van a quemar nuestra casa (el domingo 30 de agosto, a su regreso de misa, encontraron su casa en llamas), que van a entrar y nos van a matar. Ese tipo de cosas. En ocasiones el corazón palpita demasiado deprisa.

Usted tiene tres hijos que viven habitualmente aquí, en su casa de Chegutu. ¿Cómo influye esta situación en sus vidas?

Ben Freeth

Mi pequeña hija... Tiene tres años. Es duro saber qué hacer con los niños. Intentamos llevar una vida normal y establecer unas rutinas para ellos, evitarles las situaciones más complicadas. Rezamos con ellos. Y ya sabes... Tengo otros dos hijos que tienen 9 y 7 años. Pero, claro, durante la noche hay ocasiones en las que gritan, lloran. Y cuando vienen los asediadores se sienten amenazados. Es duro para ellos. Y es duro para nosotros como padres para saber cuál es la mejor manera de superar la situación.

 Y ¿Cuál es la estrategia para resistir a los ocupantes? No tengo claro si es mejor plantarles cara, intentar ignorarlos, dialogar hasta la extenuación...

Ben Freeth

Creemos en la resistencia pacífica. No tengo armas, no tengo las típicas cosas que se supone que tienen los que viven en un ambiente inseguro. Normalmente están protegidos por grandes vallas, tienen a mucha gente armada para defenderlos. Eso no funciona en esta situación. La única fórmula ante situaciones como ésta es intentar conducirlo de manera pacífica, intentar razonar con ellos y decirles que están equivocados. Si yo fuera a sus casas a decirles que tienen que abandonar sus hogares y así les mostraría lo que es intimidación... ¿Sabes? Eso sí sería un error. Intento ponerles dentro de mis zapatos y decirles que ahora tienen que vivir en paz. Sólo quiero vivir en paz. No tengo otro sitio donde vivir, no tengo otra casa. Déjenme en paz.

¿Y cuál es la actitud de la policía? Usted tiene una sentencia del Tribunal Supremo de Zimbabue que confirma la propiedad de sus tierras. ¿Hace algo la policía por hacer cumplir esa sentencia? 

Ben Freeth

Desgraciadamente esto está muy politizado. En este país... Ellos entienden la ley, conocen la ley.. Pero una cosa es la ley y otra cosa son las directrices de Mugabe (alza las manos). Y si no siguen las directrices de Mugabe, los ponen en la calle. De modo que ellos tienen que seguir las directrices de Mugabe incluso si eso significa ir contra la ley. Lo que intentamos ahora es convencer a la policía de que si vas contra la ley y perdemos la cosecha, perdemos la casa, quizá perdamos hasta nuestras vidas... Ha pasado ya en varias ocasiones... A mí me han agredido en cuatro ocasiones diferentes. La última, el año pasado. Ellos deben entender que eso tendrá consecuencias. Igual no de inmediato, pero en los años próximos tendrá consecuencias. David Stevens (primer granjero blanco asesinado durante la ocupación de una finca. Su mujer, María Stevens vive en España y aparece en el reportaje) murió en el año 2000, en abril. El momento de la Justicia aún no ha llegado para ellos, pero llegará. En eso creemos. Les metemos presión sobre lo que podrá ocurrirles. El mundo está observando y es mejor aplicar la ley porque Mugabe morirá. Todo el mundo muere y cuando él muera ya no habrá gente en la policía que les proteja.

Este reportaje se va a emitir dentro de tres meses. ¿Quién cree que dormirá entonces en esta casa?

Ben Freeth

Es una pregunta muy difícil. Vivimos día a día, hora a hora. No sabemos qué va a pasar esta tarde. No sabemos qué va a pasar esta noche. Nosotros sólo confiamos en Dios. Creemos en Dios. Sabemos que hay un Dios. Y rezamos a ese Dios. Le pedimos por mantener nuestras vidas en sus manos... Bien, vivimos en Cristo y morir es ir con él. Pueden asesinarnos esta noche. No sabemos. Es una situación muy volátil. Pero sí sabemos que confiamos en Dios y tres meses es mucho tiempo. SONRÍE

En Portada ha mantenido contacto con Ben Freeth durante los últimos meses. El último correo electrónico lo envío sólo dos días antes de que se incendiara su casa.