El Emperador no duda en utilizar a Leonor como moneda de cambio para extender su poder. Su último movimiento: acordar el matrimonio de su hermana conFrancisco I y asegurarse así que el rey de Francia devuelva la Borgoña a Castilla.
Tras dos decepcionantes ausencias de Carlos, Isabel por fin se encuentra en persona con el Emperador, aunque no sin dudas sobre si aceptar definitivamente su mano o si volver a Portugal.