Tras el tsunami se contabilizaron hasta 131.000 cadáveres y más de 30.000 desaparecidos.
Ante la imposibilidad de dar sepultura a tantos cadáveres, en muchas ocasiones se recurrió a fosas comunes en las que los cadáveres no eran identificados previamente.
Las olas que siguieron al fuerte terremoto llevaron a alcanzar los 30 metros de altura.