Ingres, en el Museo del Prado
Ingres no fue "un artista estático, académico o frío, a pesar de las apariencias, sino que era alguien apasionado".
Sus semblanzas encajan en el ideal que Baudelaire definió como “verdadero retrato” considerado como una “reconstrucción ideal de los individuos”.
El célebre retrato de la coronación de Napoleón recoge la esencia de la grandiosidad del Imperio.