Sinopsis
El mar, ver el mar, ese es uno de los últimos deseos más repetidos, sentir la brisa, el murmullo del agua, admirar su inmensidad antes de decir adios, de irse para siempre, cuando para siempre es algo difícil de asumir. Hace unos años les hablabamos de las ambulancias del deseo, como se conoce popularmente a una organización holandesa dedicada a cumplir la última voluntad de enfermos terminales, acaban de cumplir 10 años, 10 años de esta imagen de este primer deseo, en el que Irene pidió volver a sentir la primavera. Ya dijimos que no hay deseos extravagantes ni inalcanzables, no se pide lo imposible se quiere estar con esa hija que se casa, disfrutar de la complicidad de la familia, conocer al nieto, despedirse de la granja, volver a volar, o volver al hogar esas cuatro paredes donde la felicidad no tenía escapatoria. Se va por última vez al fútbol, se va al Risjkmuseum a deslumbrarte por ese cuadro como la primera vez, se quiere ir a oler una orquidea, tomar una cerveza, bailar en un musical. Se quiere sonreir una vez más, se quiere besar una vez más. Cuando estas a punto de irte solo necesitas pequeñas cosas sin importancia, que son, ya saben las trascendentales, ver el mar por ejemplo como deciamos al principio.
