Lunes a viernes a las 17.15 horas
¿Quieres que avise a tu madre?
Hola, Berta. -No, Álvaro, cielo, no puedes entrar.
Están retirándole la medicación para que despierte del coma.
Cómo me gustaría dar marcha atrás y deshacer todos los errores
que me separaron de ti.
Nunca voy a perdonarme lo que te hice, fui tan egoísta.
Ven aquí. Ven aquí, mi amor.
-Álvaro, confía en mí, en serio. -¿Que confíe en ti?
Venga, Paolo, no me hagas reír. Si te vio la cara, puede describirte.
Y si te escuchó el acento, puede identificarlo.
-Casi no hablamos, solo me dio la pasta.
Los compañeros están muy optimistas.
Creen que cada vez estamos
más cerca de los responsables de todo esto.
-Oye, tengo malas noticias.
Tengo que coger el primer avión a Napoli.
-¿Qué pasa, pasa algo?
-Paolo, que... se ha ido a Nápoles de urgencia
porque su tío abuelo está malo.
¿Podría ser o no?
Tú no eres ningún asesino, tío.
-Te equivocas. Sí lo soy.
Pues no, lamentablemente no.
Parece que a Paolo se lo haya tragado la tierra.
No hay registro desde ayer de sus llamadas telefónicas.
Todo apunta a que destruyó los terminales para no localizarle.
-Aquí tienes. -Y la botellita de agua, por favor.
-Ay, sí, perdona, cariño. Toma.
-Oye, ¿está bien Paty?
Digo, ha tenido problemas con su novio.
-Ay, hijo, si solo fuera eso.
-Lo han dejado. -Peor.
El italiano, que ha desaparecido de la noche a la mañana,
y encima la ha estado engañando. Por lo visto no era quien decía ser.
(Música emocionante)
Por la mañana le envío la documentación
para que pueda estudiarla.
¿De acuerdo?
Hablaba con el banco. Intento frenar un desahucio.
Tú no has venido a hablar conmigo de eso.
Vi cómo se ponía violento un detenido.
Fue un poco desagradable.
Sí, pero no estuve en peligro. Estaba rodeada de policías
y lo redujeron enseguida.
Solo me asusté un poco porque el hombre me recordaba a Rulo,
uno de los asaltantes que entró en nuestra casa.
Claro, es normal, está muy reciente.
No le des mayor importancia.
Eso también entra dentro de lo normal.
No dramatices, por favor.
No quería alarmarte sin motivo.
Creo que cualquier persona
ante esta situación se pondría nerviosa.
Eres cirujano plástico, no psiquiatra.
¿No será una estrategia para que deje mi trabajo
en el centro cívico?
Estoy perfectamente, No necesito un psiquiatra.
-Hola. Uy. Perdón. No sabía que estabas ocupada.
-Hola, Toni, pasa.
¿A mí? ¿Cuál?
A ver...
Es recomendable, sí.
Será lo normal, pero también es una decisión personal.
Deja de manipular a Toni para que diga lo que tú quieras.
Siento que te haya puesto en este debate.
-No, qué va. Por favor.
Pero sí que creo que igual tiene un poco de razón.
No intentes solucionarme la vida. Para eso ya tengo a Mateo.
-No, perdón, no quería molestarte.
-No, no lo has hecho. No te preocupes.
¿Y para qué has venido? -Porque hemos detenido
a una mujer que necesita asistencia jurídica
y he pensado que podrías ayudarla. -¿Qué ha hecho?
-He intentado apuñalar a un vecino suyo.
-¿Habían tenido algún altercado?
-Parece que no. El hombre solo se cruzaba con ella en el portal.
Pero ella le vio y le confundió
con su hermano muerto y dijo que venía del más allá.
Por eso lo quiso apuñalar.
-Está claro que tiene algún trastorno mental.
¿Ahora mismo qué está, en comisaría?
-Sí, pero está mejor. Podrías hablar con ella si quisieras.
-Vale, me ocupo del tema.
¿Vamos para allá? -Claro.
-Emma, espera un segundo, mujer. -¿Qué quieres?
-Quería aclarar contigo unas cosas.
¿Por qué me has mentido?
-No tengo por qué darte explicaciones de mi vida.
-Por tu culpa he quedado como un imbécil delante del jefe.
Había intentado convencerle de que tú y tus amigas no sois...
prostitutas.
-Pobrecito, has quedado como un tonto delante de tu jefe. Qué pena.
-No hace falta que te pongas tan antipática.
Que sepa, siempre me he portado bien contigo.
-Perdona.
Perdona, tienes razón.
No tengo nada en contra de ti, incluso me caes bien, pero...
Si he sido una borde es porque tengo problemas.
-¿Qué te pasa? Quizá puedo ayudarte. -No, no puedes ayudarme.
-¿Qué es eso? -Nada.
-¿Quién te ha hecho eso? -Nadie.
-Pero ¿cómo que no? Si... Es un moratón.
-No es asunto tuyo, Eladio.
-Por favor.
Quítate las gafas, solo quiero echarle un vistazo.
Madre mía, pero ¿quién es el responsable de eso?
-Fernando Quintero. -¿Qué?
-No, Fernando no me ha puesto la mano encima,
pero para el caso es lo mismo.
-Pero ¿qué te ha pasado? -Nada.
Nada. Tendrías que haber convencido a Quintero
de que me dejara entrar en el pub.
-¿Y habría evitado que te marcase la cara?
-No me ha tocado nadie un pelo y no quiero seguir hablando.
-Pero ¿por qué no? -Porque no.
-Vamos a ver, pero no seas cabezota, Emma.
Si hablamos, igual yo puedo
ayudarte a encontrar una solución. -Eladio, que me dejes.
¿Con quién hablabas?
Sí, he leído algunos artículos sobre sus trabajos
y es una excelente psiquiatra.
¿Por qué la has llamado?
¿En serio? ¿Lo crees necesario?
Pues yo la vi muy entera.
No me pareció que le quedaran secuelas de ningún tipo.
¿Sí? ¿Qué pasó?
¿Crees que se comportó así como consecuencia del atraco?
¿Y no es la verdad?
Pues lo tienes complicado.
Verónica es muy testaruda y si ella ha decidido
que está bien, lo tienes crudo para convencerla.
Si no te hace caso a ti, menos me hará a mí.
Amigo del alma...
Verónica tiene mucho carácter.
Dudo que porque le diga algo vaya a cambiar de opinión
Está bien, lo haré.
De acuerdo. El informe que me pediste.
Eso es. Apunta lo mismo que la semana pasada:
una caja de güisqui, otra de ron y dos de ginebra.
Es lo que más sale. Desde que el "gin-tonic" se puso de moda
es lo que bebe todo el mundo.
Tened mucho cuidado y nos dejéis olvidada una caja
como ocurrió la semana pasada.
Que volvamos a quedarnos una noche con el local lleno y sin güisqui.
Por ejemplo.
Venga. Gracias. Hasta luego. Adiós.
Lourdes.
¿Eladio no ha llegado todavía? ¿No lo has visto?
-No. Pero estará al llegar, ¿no?
-No sé dónde demonios se habrá metido.
-Ayer dijo que tenía que comprar bombillas.
-¿Bombillas?
Espero que venga pronto porque quiero hablar con él
antes de salir a resolver unos asuntos
que tengo que hacer fuera.
Voy al almacén a terminar otras cosas.
-¿Qué haces tocando las cosas de don Fernando?
-No, estaba limpiando la barra.
-Ya te dije que no deberías limpiar la zona donde está trabajando.
Puedes desordenar sus papeles y no le haría gracia.
-Tranquilo que sé hacer muy bien mi trabajo.
Por cierto, el jefe ha preguntado por ti.
-¿Dónde está? ¿Se ha ido ya? -No, está ahí entro.
Y yo ya he acabado, así que me las piro.
-Qué suerte que los servicios sociales
se hayan encargado de Rosa tan rápido.
-Suerte no, has sido tú que lo ha gestionado en un minuto.
¿Estarás cuando venga la psiquiatra?
-Claro, soy su abogada. -Oye.
Qué bien. No te he visto nada asustada.
-¿Asustada por?
-Por ver cómo iba a reaccionar
después de haber amenazado a su vecino.
-Al principio no te digo que no sintiera miedo,
pero después la he visto más asustada que yo.
-Hola, Verónica. -Andrés, ¿qué haces por aquí?
-He ido al centro cívico para invitarte a un café,
pero dijeron que estabas en comisaría.
-Sí, tenía que asistir a una detenida.
Mira, él es Toni Ríos, uno de los compañeros de Paula.
-Encantado. -Lo mismo digo.
-Estuvo conmigo el día del asalto.
Gracias a él puedo contarlo.
-Anda. Ya tenía yo ganas de ponerte cara.
Para felicitarte.
-Gracias. -Es uno de mis mejores amigos
de toda la vida y socio de la clínica.
-Uh placer. Me vuelvo a comisaría. Os dejo.
-Vale. -Chao.
-Adiós, hasta luego.
¿Nos tomamos un café y charlamos?
-Me va regular. Estoy hasta arriba de trabajo.
¿Mejor lo dejamos para otro día?
-Serán solo cinco minutos. No te entretendré.
-¿Cinco minutos?
-Es algo serio.
-Vale. Siempre logras convencerme.
-Casi siempre.
-Hombre, ya era hora.
Estaba esperando para hablar contigo. ¿Dónde demonios te has metido?
-Hola, jefe. Aquí. He ido a comprar unas bombillas.
-Ya.
¿Lourdes se ha ido ya? -Sí.
-Muy bien. Eladio, he tenido que llamar yo en persona
a los proveedores de bebidas para hacerles el pedido de la semana.
Cuando llegue la mercancía, quiero que con el albarán
lo revises y chequees todo bien
no vaya a ser que se quede olvidada otra caja
y en mitad de la noche nos volvamos a quedar sin güisqui.
¿De acuerdo? -Cuente con ello.
¿Algo más? -No, no.
Por mí nada más.
-Entonces voy a poner las bombillas que he comprado en el almacén.
-Espera, espera. Nada más de trabajo.
Pero yo sí quiero hablar contigo.
¿Se puede saber qué te pasa conmigo?
-¿A mí? Nada, jefe. -¿Nada?
-Vamos, Eladio, te conozco como si te hubiese parido.
Sé que estás enfadado conmigo, lo que pasa es que yo no sé
qué es lo que te he podido hacer para que estés así.
-A mí nada, pero a otra persona sí.
-¿A quién? -A Emma.
-Ya estamos. Sabía yo
que estabas enfadado conmigo porque no quiero
que entren aquí ese tipo de mujeres.
-Habla de ellas
como si hubieran tenido un camino de rosas.
-Sé que no han tenido una vida fácil
y tampoco la tienen ahora, pero no es mi problema.
El tuyo tampoco y no sé por qué
te tienes que preocupar tanto por ellas.
-Porque sospecho que al no dejarlas trabajar aquí,
le han dado para el pelo. -¿Cómo que le han dado para el pelo?
-A Emma me la he encontrado hace un rato
y tenía un ojo morado.
-¿Y? -Podríamos haberlo evitado.
-Vamos a ver, estás hablando
como si yo fuese el responsable o tuviese la culpa.
-Hombre, un poco de culpa sí que tiene.
¿Qué más le da a usted si Emma y las chicas estas
están aquí buscando clientes? No hacen daño a nadie.
-Ya te lo he explicado un montón de veces,
pero te lo voy a volver a decir a ver si se te queda grabadito.
No quiero a ese tipo de mujeres
aquí en este local porque lo único que vamos a conseguir
es que atraigan a borrachos dispuestos a pagar por sexo.
Esos borrachos van a traer a camellos
dispuestos a venderles droga para que puedan seguir manteniendo
el ritmo de la fiesta. Y los camellos atraerán a policías
con una orden judicial para precintar el local.
¿Te queda claro o...? -Por favor, por favor.
-Dese cuenta que estas chicas... -¡Ni por favor ni por "favora"!
Este es mi negocio. Estas son mis normas
y esto es lo que hay. ¿Te queda claro?
No quiero volver a hablar ni una palabra más de este asunto.
-Lo que usted diga, pero por culpa de sus normas,
a Emma le han dejado la cara hecha un Cristo.
-No te vas a callar ni debajo del agua, ¿verdad?
(SUSPIRA)
-Mateo está muy preocupado por ti.
Después de hablar con él. yo también lo estoy.
-¿Qué te ha dicho?
-Que aún estás muy afectada por el asalto de tu casa.
Y teme que sufras estrés postraumático.
-Es un exagerado. No le hagas caso.
Si estuviera tan mal, no podría estar trabajando.
-Me ha dicho que duermes poco y mal
y que ayer tuviste una ataque de pánico en la comisaría, ¿no?
-Tanto como un ataque de pánico...
Me puse nerviosa porque presencié un acto violento, pero...
Reconozco que es verdad que me ha afectado el asalto en casa.
Pero tanto como para sufrir estrés postraumático, vamos.
-Si seguramente tendrás razón.
¿Por qué no dejas que lo valore un psiquiatra? No pierdes nada.
Nos quedaríamos todos más tranquilos.
-No pienso ir a un psiquiatra. No insistas, por favor.
-Está bien. Haz lo que quieras.
Quería venir a hablar contigo porque me preocupo por ti.
-Yo te lo agradezco, pero no soy ninguna niña desvalida.
Deberías preocuparte más por ti y dejarme tranquila.
-¿Por qué dices eso? No tengo problemas.
-Creo que sí.
Te centras demasiado en tu trabajo y muy poco en tu vida afectiva.
-Vaya.
Mateo ya te ha contado lo que estuvimos hablando.
-Sí, me lo ha contado.
No se lo tengas en cuenta. Me lo dijo porque se preocupa por ti
y yo estoy de acuerdo. Deberías conocer a alguien.
¿Cuánto hace que no tienes una cita?
-No quiero hablar de este tema y menos contigo.
-¿Por qué?
-No estoy interesado en conocer a nadie ni quiero tener pareja.
Y lo sabes de sobra.
Ya estoy enamorado de una mujer.
-No sigas por ahí, por favor.
-Yo no quería hacerlo,
has sido tú la que me ha obligado a sacar el tema.
-Te iría muy bien conocer a alguien.
Borrarías de la cabeza esa tontería que acabas de decir.
-Verónica, acepto que me rechaces,
pero no puedo controlar lo que siento.
Y para mí no es ninguna tontería.
-No me lo pongas más difícil.
-No quiero seguir con esta conversación.
Tengo mucho que hacer.
-Hola, vengo a por el dinerito para el regalo de Silvia.
-¿Cuánto hay que poner? -Cinco, dos cada uno.
-Vale. Gracias.
Gracias.
-¿Recoges el dinero y compras el regalo?
-Sí, es lo habitual.
Nadie mejor aquí para esta tarea. Llevo muchos años de experiencia.
-¿Qué le vas a pillar?
-Tengo dos o tres ideas. ¿Por cierto, habéis visto a Ortiz?
-No. ¿No te he ha pagado? -Qué va.
Es un tacaño. Cada vez que tiene que pagar,
se escaquea. No sé cómo lo hace.
Mira. Ortiz. ¡Eh!
(RÍEN)
-Qué personaje el Merinero.
-Ya te digo. Oye, ¿sabes qué ha pasado con Rosa?
-Que va a llevar tu madre el caso. Sí.
Ya ha iniciado los trámites para que le den la asistencia médica.
-Se está tomando a pecho su trabajo. -Es una crac.
Ha solicitado que la ingresen en un centro
para que traten su trastorno.
-Últimamente pasáis mucho tiempo juntos.
Ayer con lo del taller clandestino y hoy con lo de Rosa.
-Sí, ha dado la casualidad. -Al final pasas más tiempo
con ella que conmigo que soy tu compañera.
-Es la abogada del centro cívico. Pero paso el mismo tiempo
que con otros compañeros. -No te pongas a la defensiva.
Era broma. -No me pongo a la defensiva.
-Hola, Paty. -Hola.
-Hola. ¿Qué haces aquí?
-Venía a hablar contigo. ¿Si tienes un segundo?
-Claro. ¿Estás bien? -Sí, tranquilo.
Es... nada, que...
Que esta noche quiero ir al piso de Paolo a recoger mis cosas,
pero la verdad es que no tengo fuerza para hacerlo yo sola.
¿Te importaría acompañarme? -Claro que no.
-¿Seguro? ¿No tienes nada que hacer? No quiero joderte ningún plan.
-No tengo, y si tuviera, lo cambiaba.
No dejaré que pases por eso sola.
-Si es que...
Dios. Gracias.
-¿Cuando acabe mi turno te paso a recoger y vamos?
-Perfecto, luego nos vemos.
Adiós, Paula. -Adiós.
(SUSPIRA) -Pobrecilla Paty, lo está pasando fatal por Paolo.
-Ya.
-Voy luego a ayudarle a quitar las cosas de la casa.
-Muy bien. No hace falta que me des explicaciones.
-Era un comentario.
-Ya, pero estoy liada
redactando diligencias y no quiero perder el tiempo
con temas personales que no me importan.
-Nada, chica, perdón, no te molesto más.
Madre mía.
(RECUERDA) -"Estas son las manos manchadas de sangre,
no las de un sicario.
(SANTOS) -No eres como tus hermanos, eres listo.
(PAOLO) -Tú no eres ningún asesino.
-Te equivocas.
Sí lo soy".
-Álvaro, qué sorpresa.
¿Has venido para comprobar que todo está en orden?
-No me vengas con tus rollos.
Solo venía a tomar una copa.
-Vaya, pues por lo que veo
parece que ya llevas unas cuantas.
-¿Qué mierda te importa lo que yo me tome?
Cuanto más consuma, mejor para tu negocio.
-Sí, para mi negocio está claro que sí. Para el tuyo,
no lo sé porque
a estas horas deberías estar trabajando en tu taller, ¿no?
-Es lo bueno de ser autónomo,
puedo cerrar la verja cuando quiera.
(RÍE)
-Sí, sí, sí, eso podrás hacerlo tú
que a lo mejor estás forrado de pasta, pero yo...
tengo que estar echando más horas que un reloj
para que me cuadren las cuentas e intentar sacar beneficio
de esto, ya lo sabes.
(CARRASPEA) Álvaro, ¿qué ocurre? ¿Qué te pasa?
Cuéntamelo, no sé, igual te puedo ayudar.
-¿Cómo lo haces, Quintero?
-¿Cómo hago el qué?
-Seguir con tu vida como si no pasara nada,
habiendo sido un narcotraficante.
No me vas a contestar, ¿verdad?
-Verás, Álvaro,
sí, sabes que yo he sido un narcotraficante,
pero eso ya forma parte del pasado.
Y también sabes que le he hecho mucho daño
a mucha gente en todo ese tiempo.
También me lo han hecho a mí.
He perdido a gente muy querida en mi vida.
-¿Y eso no te hundió, tío? -Claro que me hundió.
Y llegué a tocar fondo.
Pero cuando estás ahí abajo, cuando no te puedes hundir más,
lo único que te queda es coger impulso y salir a flote.
Porque hay que seguir viviendo, la vida continúa.
¿Qué te pasa?
-Tienes que tener algún...
estímulo que te haga seguir adelante, ¿no?
-Sí. Bueno, yo tenía
y tengo el amor por mis hijos y por mi nieto.
Eso me ayudó a salir adelante.
Venga, dime qué te pasa de una maldita vez.
Insisto, igual puedo ayudarte.
¿Estás metido en algún lío, andas en algo raro o qué?
-Nada.
Es simple curiosidad.
-Eladio,
mete eso en la caja de las copas que estaba tomándose Álvaro Soler.
¿Lleva mucho tiempo aquí bebiendo?
-Algo menos de una hora.
-Ya. ¿Y no has hablado con él? ¿No te ha contado nada?
-Nada, no me ha dicho ni mu.
Ha estado ahí sentado
y para lo que ha abierto la boca, ha sido
para pedir copa tras copa.
¿Por qué? ¿Pasa algo? -No. Nada, no pasa nada.
¿Y a ti?
¿Te pasa algo? ¿Sigues mosqueado conmigo o qué?
-Ya que lo dice...
Un poco sí, la verdad.
Es que me parece muy injusto
que Emma se lleve palos
por todos lados.
-Mira, mira que eres cansino, Eladio.
Otra vez con el mismo tema, por Dios santo.
Anda, dame su teléfono.
(SUSPIRA)
-¿Para qué lo quiere?
-Para enmarcarlo, no te jode.
Dame el teléfono y no hagas preguntas.
Toma.
Emma, ¿qué tal? Soy Fernando Quintero.
Te dejo un mensaje en tu buzón de voz
para decirte que me gustaría hablar contigo
de un asunto importante. Pásate por el Moonlight esta noche
y nos vemos. Te estaré esperando aquí.
Hasta luego.
-No va a soltar prenda para qué ha llamado a Emma, ¿verdad?
-Por supuesto que no y mucho menos a ti.
(SUSPIRA)
Hola.
¿Qué tal, cielo? ¿Cómo estás?
¿Tan pronto? Pero si todavía estás convaleciente, cielo.
Tienes que poner de tu parte para reponerte.
Muchas gracias.
¿Cómo le pides a Andrés
que me convenza para ir a un psiquiatra?
Mateo, estoy harta de que me controles la vida.
Le pides a Miguel que me convenza para dejar el centro cívico,
¿y ahora esto?
Pero vale ya, vale ya.
Ha sido una mala idea.
Pero, bueno, ya que él se ha permitido opinar sobre mi vida,
yo he opinado sobre la suya.
Que en vez de preocuparse por mi salud mental,
se preocupe por su vida y que busque pareja.
Pues no ha sido una conversación muy agradable.
No, pero le ha sentado como una patada en el estómago.
Eso espero.
No hay nada que pensar, Mateo.
Solo necesito olvidar ese mal rato.
-Hola.
Me da igual, lo que queráis.
¿Te encargas tú del pedido?
¿Has tenido un mal día?
-¿Por qué lo dices?
-Porque vienes muy seria. ¿Te ha pasado algo?
-Bueno, es que...
ya sé por qué me ha dejado Toni o más bien por quién.
-Ah, ¿es que tiene una pareja?
-No, todavía no,
pero sigue pillado por Paty.
-Pero ¿Paty no tiene novio? -Sí.
Lo tenía.
Paty estaba con un italiano, pero ha desaparecido
y, claro, se ha llevado un palo muy gordo
al saber que estaba metido en asuntos turbios.
-¿Y cómo tienes tan claro que sigue enamorado de Paty?
-Porque le está ayudando a sacar las cosas de casa del italiano
y le está apoyando en todo lo que puede.
-A ver, si son amigos es normal que le esté ayudando en un momento así.
-Que no, mamá. Que está claro que se mueren por estar juntos.
Pues mira qué bien. Me voy a dar una ducha.
(SUSPIRA)
No, viene cansada de comisaría.
No es por eso. Es que las casas de acogida tienen que estar
al servicio de las personas que las precisan
y las mujeres que vienen aquí, vienen desesperadas.
Claro. Lo que necesiten, cuando lo necesiten.
No, no es un lema. No es un lema.
Es a lo que nos enfrentamos aquí a diario.
Bien.
Bien, se pasará por allí en media hora.
La acompañará mi compañera de la UFAN, Marta Garrido.
Muchas gracias.
-¿Qué pasa? ¿Malas noticias?
(SUSPIRA) -No, la burocracia que es que...
es que ralentiza todos los procesos y la UFAM necesita inmediatez.
Me encuentro con todo lo contrario. -Imagino que no será siempre así.
-Supongo que no.
-Mira, Espe. Creo que, aunque en ocasiones haya fallos,
el sistema funciona perfectamente.
-Ya. Puede ser, sí.
-¿Te pongo un cafecito?
-Pues... no.
No, porque me está entrando hambre. Voy a ver
lo que me encuentro aquí.
-Le he comprado el regalo a Silvia. ¿Quieres verlo?
-Claro que sí. -Mira.
-¿En serio
este es el regalo?
-¿Qué pasa? ¿No te gusta?
-No sé, con el dinero que te has gastado en esto
le podíamos haber comprado
un fin de semana para que se relajara.
A ver si voy a tener que hacerte una auditoría.
-Bueno, tranquila, mira.
He comprado un masaje en el spa.
-Ah, por ahí te vas a escapar.
-¿Vas a ver luego a Silvia?
(ASIENTE) -¿Se lo puedes llevar?
Dile que el mensajito está dentro. -Claro que sí.
Sí. (RÍE) -Sí.
-"Mea culpa".
Porque es un poquito cutre, ¿no?
Bueno. Venga, hasta luego.
Sí, a lo mejor me he pasado un poco.
(RÍE) ¿Quién se puede ilusionar con esto?
Ay.
Pues la verdad es que...
estaba enfadada y...
lo he debido de pagar con él.
Luego le pido perdón porque es verdad que
ha hecho la colecta, luego ha ido a comprar todas las cosas...
Sí, tiene un masaje aquí en un spa. Mira.
Bastante tienes con lo que tienes.
(RESOPLA)
(SOPLA)
¿Qué es eso?
-Unas entradas de un concierto de jazz al que me llevó Paolo.
-No sabía yo que te gustaba el jazz.
-No he escuchado jazz en mi vida.
Lo que pasa es que a él le hacía ilusión llevarme.
No sé, le encantaba el barrio. Montorio se llamaba.
Tocaban en un café muy pequeñito y muy bonito, no sé.
-¿Le mola el jazz a él?
(ASIENTE)
-Le encanta.
Bueno,
o no.
Igual es otra mentira de las suyas.
-Va, ya está. Basta de torturarse.
-¿Cómo no lo voy a hacer, Toni?
¿Cómo? Si he sido idiota, tío.
Que es que me he comido
cada mentira, una detrás de otra, tío.
-Tú y todo el mundo. Nos engañó a todos.
-Pero yo era su novia.
Yo en el fondo dentro de mí sabía que algo no iba bien.
Y no quise hacer nada para averiguarlo.
-Sí que hiciste. (NIEGA)
-Sí, me lo contaste a mí.
Y yo intenté investigar lo que pude
y pensé que era un tío con un currículo perfecto
y que era un crac como bróker, que por eso tenía tanta pasta.
-Yo a veces sentía que Paolo tenía una máscara.
¿Sabes? Como si...
estuviera interpretando un papel todo el rato.
-¿Por qué nunca le preguntaste?
-En el fondo me daba miedo
descubrir su disfraz de novio perfecto y encantador.
Tenía que haber sido más valiente.
-¿Qué dices, hombre?
Es normal.
Creíste lo que querías creer. Lo hacemos todos. Nos autoengañamos.
-Ah, ¿sí? -Sí.
-¿Tú también? -"Joder".
-¿Cuándo?
-Todos los días me miro al espejo y creo que soy el Bruce Willis
de Distrito Sur y soy un tirillas de mierda.
-¿Eres tonto o qué?
-¡Menos mal que te he arrancado una sonrisa!
-No te haces una idea de lo importante
que es que estés aquí
De verdad, no lo sabes.
Gracias.
Gracias por estar siempre.
-Perdón, perdón. Paty.
-Perdón.
Perdón, perdón. Perdón yo.
-Creo que es mejor que no... nos liemos la cabeza.
Estás ahora con lo de Paolo...
-Ya, ya, si tienes toda la razón del mundo. Perdóname.
(MUSITA ALGO ININTELIGIBLE)
(Timbre)
Buenas. -¿Qué hacéis aquí?
-Venimos a ayudaros con la mudanza.
-Yo creo que entre los cuatro recogemos esto en un plisplás.
-Guay.
-¿Interrumpimos algo?
-No. -No, no.
-Estamos ya aburridos de hacer cajas.
Nos venís superbién. -¿Seguro?
-Seguro, no seas pesada.
-Bueno. ¿Por dónde empezamos?
-No sé.
Si queréis ir metiendo las...
los libros estos en las cajas.
Tienes razón.
No sé, ¿me puedes hacer uno de esos?
Luego iré a ver a Silvia.
Sí, gracias.
Yo os dejo para que habléis tranquilamente.
La van a condecorar, ¿eh?
Es un notición eso.
Ya te digo, una medalla pensionada.
Don Fernando.
Emma ha venido a hablar con usted.
-Hola.
-Hola, Emma. ¿Qué tal estás?
-He tenido días mejores, la verdad.
-¿Podrías quitarte las gafas? Me gusta mirar a los ojos
cuando hablo con alguien.
-Yo prefiero dejármelas puestas.
-Ya.
No hace falta que intentes esconder nada.
Me ha dicho Eladio que tienes un buen moratón.
-Mal hecho por su parte.
-Solo quiere ayudarte. Y yo también.
Por favor, quítate las gafas.
(SUSPIRA)
¿Quién te ha hecho eso?
-Nadie. Me lo he hecho yo, me he resbalado en la ducha.
Y déjate de rodeos, Quintero.
Supongo que me has llamado para preguntarme qué porcentaje
quieres llevarte por dejarme trabajar aquí.
-Para nada.
No te he dicho que vengas para eso.
-¿Entonces?
-Te he pedido que vinieras porque...
me gustaría hacer todo lo posible para convencerte
de que denuncies a ese tío.
Es un maldito proxeneta.
Ese que es tu chulo
es un malnacido.
Y muy poco hombre si es capaz de hacerte eso que tienes ahí.
-¿Me estás tomando el pelo? -No, te estoy hablando en serio.
-Muy bien. Mira, creo que ya he escuchado
bastantes tonterías por hoy.
Venir aquí me parece que ha sido una pérdida de tiempo. Perdona.
-Emma, Emma. Por favor. Escúchame.
Si quieres salir de la mierda en la que estás metida,
lo único que puedes hacer es denunciar a ese tío
y si lo haces, yo estoy dispuesto a ayudarte.
-A ver, a ver, ¿eh? ¿Cómo te lo tengo que decir?
Que Rojo no me ha puesto la mano encima.
-Entiendo que tengas miedo,
pero no debes preocuparte.
Aquí tenemos a la mejor comisaría de policía
con los mejores agentes que pueden ayudarte.
Si hace falta, te pondrán protección 24 horas.
-A ver, Quintero.
Esto me lo he hecho yo sola.
Punto número uno. Y punto número dos,
no necesito otro chulo que dé la cara por mí, ¿vale?
Buenas noches.
-Como quieras.
-Álvaro. Álvaro, ¿dónde estás?
Llámame, hijo, dime que estás bien.
(Llaves)
Hola.
-¿Dónde estabas?
-He ido a dar una vuelta, necesitaba tomar el aire.
-Estás borracho, hijo.
-Me he tomado unas cuantas copas, ¿qué pasa?
-¿Estás preocupado?
-¿Por qué?
¿Porque alguien pueda descubrir que soy un asesino?
Tranquila, ya...
sabes cuál es la coartada para que no me descubran
y además...
me da igual, mamá.
Me importa una mierda que vengan a por mí
porque estoy preparado para llevarme por delante a quien sea.
-No digas eso, hijo.
-Y pensar que llevo
toda la vida pensando que lo mío era la mecánica y resulta que...
lo que se me da bien es matar a sangre fría.
-Anda.
Deja de decir tonterías. Date una ducha de agua fría.
Después te acuestas.
-Deberías estar contenta, mamá.
Me he convertido en un asesino sin escrúpulos.
Y Silvia ha estado a punto de morir
por tus ansias de venganza hacia Miralles.
-Ya te he dicho que yo no quería que pasara nada de todo esto.
Es más, me alegro de que haya salido del coma.
-¡Eres una mentirosa, mamá!
¿Eh? ¿Y de mí?
¿Yo qué?
¿Te alegras de mi vida también? ¿Estás orgullosa de mí?
No has parado
hasta que eligiera entre mi familia y Silvia.
No has parado hasta meterme en todas tus mierdas.
No pararás hasta que termine igual que Luis y Ricky.
Eso es lo que te pasa.
-No te haré caso porque estás borracho.
(LLORA)
Oye, Lara, ¿se te ocurre algún plan así que esté
muy guay para sorprender a alguien? Algo así muy chulo.
-La Mazmorra del maligno.
-¿Perdona?
-¿Eso qué es, un "pub" que está superchulo?
-No, mucho mejor.
Me llevaron el fin de semana pasado y aluciné.
Es algo original, divertido.
Una pasada.
-¿Qué te pasa?
¿Ya no te diviertes conmigo ahí en el sofá viendo una serie
los dos junticos picando algo?
-Tengo miedo de que caigamos en la rutina.
Cuando las parejas se apoltronan, se acaban aburriendo
y se acaba todo y... y más conmigo que soy un plomo.
-Venga, vale. Haz la reserva.
Me pidió que le pusiera la moto a punto. ¿Por?
Claudia, qué sorpresa.
Claudia, sabes que puedes confiar en mí.
¿En la 'Ndrangheta?
No me lo puedo creer.
Son peligrosos. Es uno de los cárteles
de droga más peligrosos que hay en el mundo,
mientras menos humee por ahí,
mucho mejor para todos.
-Oye, Toni, que lo siento mucho por lo que pasó ayer.
De verdad, que lo pienso y me da una vergüenza...
Perdona, soy tonta. -No pasa nada.
Ya está. Estabas en un momento agobiada
y te salió así... -Total.
-Dame un abrazo, anda.
-¿Qué os pasa a Toni y a ti que cuando llegamos Elías y yo
estabais como... raros?
-Que le besé. -¿Tú?
¿Y cómo hiciste eso? -Yo qué sé, María, yo qué sé.
Porque estábamos ahí los dos y...
Me dio todo el bajón por lo de Paolo.
Yo qué sé.
-¡Emma, Emma!
Espera un momento. -¿Qué quieres?
-Hablar contigo, solo eso.
-Pensé que había quedado claro.
-Te fuiste de una forma un poco brusca, ¿no te parece?
-No tenía tiempo para escuchar tus tonterías.
Y ahora tampoco lo tengo. -¿Por qué tienes tanta prisa?
¿Te espera tu jefe o qué?
-Me espera un cliente. Ya sabes a lo que me dedico.
-Tienes miedo, es eso, ¿no?
Pues Álvaro era el mecánico de Paolo.
Vino porque quería consejo para invertir un dinero en bolsa.
¿Quieren interrogarte?
-No sé, la policía que me ha llamado no me lo ha dicho.
-¿Lo ves? Están estrechando el cerco. -Es posible.
Me ha citado a última hora. A las 21:30.
Qué cosa tan absurda.
¿Cómo voy a estar en casa de alguien que no conozco?
La inspectora jefe Miralles es la policía más veterana de la comisaría del Distrito Sur. La inspectora Alicia Ocaña se incorpora a la comisaría. Ambas son el eje en torno al que gira la vida personal y profesional de sus compañeros y los casos policiales que afectan al barrio.