Dirigido por: Julián del Olmo
El rastro de Dios, que el programa va siguiendo, le lleva a descubrir la infinidad de campos en los que la Iglesia está comprometida: pobreza, enfermedad, ancianidad, cultura, arte, vida contemplativa, minusvalías, juventud, campos de refugiados, niños de la calle, Sin Techo y Sin Tierra, mutilados de las minas antipersona, grandes catástrofes humanas, naturales o provocadas, etc.
Pretendemos hacer una comunicación que muestre el rostro de una Iglesia samaritana y provoque en la audiencia comunión, solidaridad y compromiso con los más desvalidos de nuestra sociedad y de nuestro mundo.
Nos aplicamos las palabras de Juan Pablo II: "Cada día, los medios de comunicación social llegan a nuestros ojos y a nuestro corazón, haciéndonos comprender las llamadas angustiosas y urgentes de millones de hermanos menos afortunados, perjudicados por algún desastre, natural o de origen humano; son hermanos nuestros que están hambrientos, heridos en su cuerpo o en su espíritu, enfermos, desposeidos, refugiados, marginados, desprovistos de toda ayuda; ellos levantan los brazos hacia nosotros, cristanos que queremos vivir el Evangelio y el grande y único testimonio del amor". (Juan Pablo II. Cuaresma de l986).
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Escriba al programa Pueblo de Dios: pueblodedios@rtve.es
¿Qué tal está? -Mejor, ya.
-Mejor. Vale, vale.
¿Va a desayunar, verdad?
-La mayoría son personas sin hogar, muchas de ellas.
Entendamos sin hogar que pueden tener una vivienda,
pero una situaciones sociales muy complicadas.
Sin trabajo, sin unos mínimos ingresos,
sin poder cubrir sus necesidades básicas
o no tener ningún vínculo afectivo con un ningún familiar.
Y eso es lo primero que es común en cuanto al perfil.
Sobre todo en la multiproblemática que presentan.
Y digamos que el denominador común es la soledad.
La semana que viene.
Lo que buscamos es que ellos sean los que den el paso.
Nosotros estamos todas las mañanas,
la puerta está abierta para cualquier persona
y cada uno necesita su tiempo para pedir ayuda.
La puerta del despacho está siempre abierta para todos ellos
cuando ellos o ellas decidan dar el paso a pedir esa ayuda,
entonces no hay tiempo, lo marcan ellos.
-A ver si te dan trabajo y nos das buena noticia.
Si no te vemos por aquí, es buena señal.
-Que tengas suerte.
Siempre he tenido un afán de ayudar
en lo que he podido en servir a los demás.
Y...
Y ya he hecho diferentes voluntariados,
diferentes tipos de voluntariados.
Y a través de una amistad, que ella colabora también aquí,
pues me dijo que viniera y... bien.
Pues me ofrecí para el desayuno
y en esas estoy desde hace ya...
Yo creo que ya va camino de año y medio o dos.
-Esta extrema pobreza de vivir en la calle, de dormir en la calle,
no la había tocado hasta ahora.
Y la verdad, pues que me siento...
me siento, pues, muy a gusto con ellos.
Estoy... Vengo ilusionada y les trato lo mejor que puedo.
-Al principio, principio, me quedaba muy angustiada.
Y sigo, sigo pensando en estas personas
que tienen una situación muy dura en la vida.
Pero yo lo que llevo ya un tiempo haciendo es que si son árabes,
intento dirigirme, a aprender un poquito de árabe.
Nada, cuatro palabras.
Y a los que vienen de Senegal, que hablan francés,
les procuro hablar en francés.
Si vienen de otro sitio que hablan inglés,
procuro hablarles un poquito en inglés.
Y preocuparme... un poco.
Cada día intento hacerlo un poco más.
Al principio no lo hacía, pero yo he notado, sin...
sin haberlo pensado...,
he notado esa necesidad de acercamiento un poco más a ellos.
-Julia es más de hablarles y de...
En su idioma, en tal.
Pero yo procuro también atenderles con todo el cariño
y todo el respeto que se merecen.
-Pero hay cantidad de cosas que se pueden hacer,
hay una amplia gama para poder elegir, si no te gusta esto,
ir a visitar a enfermos o no enfermos,
gente mayor, simplemente, a las casas,
visitar hospitales, hay tanta cosa.
Pero somos egoístas.
Pensamos mucho en nosotros mismos.
Y hay que hacer ese aprendizaje, de deshacerte de...
de esos defectos que llamo yo.
El centro surgió desde el comedor,
porque sí que es verdad que el comedor tiene muchísimos años,
es el recurso más antiguo de toda la obra social,
pero no solo era comer, sino que necesitaban un espacio
donde desarrollarse desde el punto de vista personal,
social, espiritual,
donde compartir su vida.
Por eso, de alguna forma surgió,
las Hijas de la Caridad apostaron por este centro de día
para personas, llamamos en situación de exclusión,
porque la vida por diferentes circunstancias los ha llevado ahí.
Entonces vamos hacer el juego de tirarnos,
uno con el otro.
Entonces vais a imaginar ahí...
Con confianza.
Con confianza.
Nosotros siempre decimos, ¿cómo que sin hogar?
Y personas son sin, pero también son personas con.
Con un montón de capacidades, con un montón de posibilidades.
Y de hecho aquí lo están demostrando.
Y nuestro trabajo aquí no es más que el de acompañarles,
el animarles y el de estar cerca de ellos, siempre, pues bueno,
intentando que sean protagonistas de su propia vida,
que sean ellos quien...
Quien salga de aquella situación.
Y he visto gente que ha cambiado su vida.
Bastante.
No todos, lógicamente,
pero sí que hay personas que han hecho un proceso de vida,
pues a lo mejor, dices, ¿ha salido del alcohol?
Sí, algunos sí.
¿Ha salido de las drogas? Pues, sí, algunos también.
Lo importante es que han descubierto el sentido de su vida.
Es decir, que han encontrado...
pues a una persona cerca o a nosotros...
Y, entonces, han entendido que su vida merece la pena
y que su vida merece la pena ser vivida.
(TOCAN)
La música es lo más terapéutico del universo.
Sí, sí.
nos conecta emocionalmente a los seres humanos.
Es un lenguaje universal, que no necesita tanto de palabras,
sino de que sintamos lo mismo, ¿no? Las mismas emociones.
Y es un buen lenguaje.
hay gente que tiene conflictos, que se lleva bien, mal, etc.
Pero a veces, cuando tú propones un tema que tiene una música
y un contenido en su letra que les llega al corazón,
pues lo que pasa es que todos se emocionan,
y todos se emocionan a la vez, todos se identifican como iguales.
Entonces, esto nos pasó con una canción
cuando preparábamos la Pascua. Pues una canción de Pascua
que tiene un mensaje muy, muy potente.
Entonces, al principio no la querían cantar
y decían que no les gustaba,
y cuando lo cantamos dos veces, todos estaban llorando.
O sea, a todos les había llegado al corazón.
Entonces, pues bueno, es un buen ejemplo, ¿no?
Que al final es muy transformadora la música.
-Bueno, Santi, ¿qué tal has pasado la noche?
-Bien. -¿Bien?
Bueno, te voy a dar la de la mañana.
Ya sabes, como siempre. Tómatela. -Eso es.
-Con un poquito de agua.
¿Tienes alguna medicación? -No.
Solo tengo esta y la próstata. -Pues dámela. Dámela y la...
Venga, muchísimas gracias.
-Por mi parte no hay ningún problema.
Lo único que pasa que si, tú lo sabes,
que si yo tengo que realizar gestiones...
... que vengas por aquí, tenemos la entrevista a ver cómo vas.
¿Vale? -Perfecto.
A mí las Hijas de la Caridad me han aportado...
me han aportado...
cariño, ante todo, comprensión...
aceptación.
-Y cuando tú le miras a alguien a los ojos
y entiende por tu parte que aquí estamos...
pues para ayudarle con sus... miserias...
(RÍE) ... o sea, con todo lo que lleva de carga emocional
para mal y para bien,
entonces entienden, ¿vale?,
que... las personas hacen el clic, hacen ese cambio, ¿vale?
"Aquí me quieren".
El sentirse queridos
creo que es la motivación principal para que una persona diga:
"Si este me quiere, ¿por qué no me voy a querer yo?
Pues si uno me quiere, yo también me tengo que querer
y salir hacia adelante.
Que no está frío... (HABLAN A LA VEZ)
Terapéutico.
Yo he estado muchas noches a punto de morir de frío.
Una vez en Vitoria, vamos, que estábamos a 15° bajo cero
yo y otro compañero, pues nos libremos porque el Señor
no quiso que nos fuésemos.
Pero yo he pasado en la calle, y he estado de aquí para allá
10 años durmiendo en la calle...
porque... Por mi mala cabeza, claro.
Porque era alcohólico y no sabía ya lo que hacía.
Y el médico me dijo: "Pedro, como no te cuides, el hígado, vamos,
te queda poco tiempo para irte al otro barrio".
Y hasta que tuve la suerte
que me recogieron las Hijas de la Caridad
y cambió mi vida por completo.
Y ellas me recogieron y me ayudaron,
y hasta hoy en día, que estoy bien de salud,
y aquí estoy con ellas muy a gusto, y muy contento
porque son como si... como si fuesen mis madres.
Si no hubiera dado con ellas, lo más seguro,
no estaría aquí hablando ahora con usted.
-Por eso tenemos el taller, para que aprendas.
Vamos a poner esto aquí. -Ahí, Siham, venga.
Lo primero que aprendí,
a valorar la vida.
O sea, a dar gracias.
Lo poco que tengo, dar gracias que ese poco tengo.
Otra persona sí que lo necesita y no lo tiene, ¿sabes?
Eso es lo más importante que aprendí aquí con ellos.
Cuando una persona llega a un lugar donde se siente bien,
se siente a gusto, se siente reconocida,
eso ayuda a salir adelante.
Entonces, pues bueno, nosotros intentamos poner todos los medios
para que esa persona se sienta persona, se sienta bien,
a gusto, y es cuando les entra la inquietud de salir adelante.
Y nosotras, pues bueno, estamos a su lado
para cogernos de la mano.
Nos ayudamos mutuamente, ¿eh?
Y, al principio, cada uno viene con su historia personal.
Y colocarlos aquí, en este espacio,
con personas que no se conocen de nada,
y tener que llegar a hacer un ambiente familiar
no es muy fácil.
Pero sí que, con el tiempo, conseguimos.
Cada uno va dando...
pequeños pasitos,
y sí que se llega a conseguir un ambiente familiar.
Aunque venga la persona que parece que es más reacia
y que es más dura y que se cree el rey del mundo,
el contacto con ellos, los pequeños detalles,
el pensar que se les quiere, porque ellos también descubren
que se les llega a querer y que son importantes
y que se piensa en ellos, eso es también muy terapéutico.
Hay muchas veces que... que te cuestionas
cómo pueden llevar a cabo esa...
o sea, cómo pueden tener ellos la videncia de esa enfermedad.
Porque, ya de por sí, en muchos casos es muy dura
y es terminal.
Entonces,
son situaciones muy complejas
que muchas veces decimos: "Si nos pasase a nosotras,
¿cómo viviríamos esto?".
-Bueno, ya he pasado por una fase de la enfermedad,
y ahora más y más fuerte, y, bueno,
conocido esto, yo creo que sí que es un buen sitio.
Sí, porque depende
de las circunstancias con las que convivas, pues...
aquí tienes un buen sitio, unas hermanas que te acogen
y las otras personas que conviven.
Y, de momento, estoy muy contenta, es muy buena gente
y es buen sitio. Y no sé...
qué más decirle.
Dices: "Para organizar ya está Merche,
que venga Susana, así, de tranquila, para tomarse el cafecico".
-Me fío de vosotras, ya sé que lo hacéis bien.
-Que tú eres nuestro pilar.
Tú has sido nuestro pilar y nuestro apoyo emocional.
Yo voy...
voy, abro mi puertecita...
Un esfuerzo por parte de todas,
se puede conseguir una buena armonía, que estéis contentas, seáis felices,
que ya habéis tenido bastante... -Sí, un mal rato.
-... dura la vida, ¿no?
Esta es la oportunidad de salir de ese lugar privado de libertad,
para que puedan tener esa posibilidad, ¿no?
Porque, a veces, por las familias, que no pueden tenerlas
o están lejos, y, al mismo tiempo,
a lo mejor, económicamente tampoco puede ser así.
Entonces, pues bueno,
pues nosotros estamos con los brazos abiertos
para que puedan disfrutar de esos días.
(CANTURREA)
Aquí me han tratado muy bien, me han dado una oportunidad.
Sor Susana ha sido conmigo una bella persona
y las monjas, hermanas, todas me han apoyado
y una oportunidad para empezar mi vida aquí, en Aragón.
Venía prácticamente sin nada, venía de cero
y mi vida venía totalmente cero, cero, cero patatero.
Entonces, ellas me apoyaron, primero me dieron una vivienda,
después me fueron indicando, me fueron guiando
y junto con ellas y los servicios sociales
me fueron ayudando, pero más que todo, el apoyo de ellas
a todo nivel, porque yo prácticamente no tengo a nadie aquí, en Zaragoza.
Entonces, iba para la calle, a dormir en la calle o en el río Ebro.
Entonces, ellas me acogieron aquí y me dieron la oportunidad
de comenzar mi vida de nuevo.
La experiencia que he tenido, para mí ha sido mala, mala.
Más por el trabajo, porque una vez que me metieron ahí arriba,
perdí completamente la felicidad, bueno, perdí todo, perdí todo.
Yo era más alegre, ahora me veo más hundida.
Hasta que vuelva a rehacer otra vez mis ilusiones me costará.
Yo hecho todo de menos, más el trabajo.
Porque no me gusta
estar pidiendo ayudas, me gusta trabajarlo yo
y trabajarlo y ganarlo por mí misma.
Ya no hay nada que juzgar,
porque ya juzgaron ya, ya pasó.
Ahora no conseguimos trabajo rápido, no...
Es una paz diaria y ellas nos ayudan
con la asistencia social, con todo.
Ellas están pendientes en todo al 100 %.
Lo más importante, que nos esperan con los brazos abiertos
y nos dan mucho cariño.
Ahora, empieza un nuevo camino.
Claro, ya hemos sobrevivido a lo que ha pasado.
Ahora es mirar para adelante y, claro,
y todavía queda más fuerza, más zonas de comerte el mundo,
de vivir la vida, porque la vida son dos días.
-Toma, cariño mío.
-Está más bueno que comer pollo con las manos.
Yo creo que todavía existe mucho prejuicio, ¿no?
Sobre todo, de algo desconocido, porque tampoco sabes
el qué te ha llevado a esa situación.
El prejuicio pesa, pero yo creo que entre todos
estamos ahora para construir una nueva sociedad
y que cada vez esto vaya quedando más en el olvido,
que se vea que hay personas, no etiquetas.
Si has pasado por la cárcel o por donde haya sido,
ha sido un momento puntual de tu vida, ¿no?
Lo importante es el ahora y lo que vendrá después.
En Zaragoza, las Hijas de la Caridad, integran varios proyectos para acoger, atender y acompañar a personas en grave situación de exclusión social. Desde el desayuno de la mañana hasta la acogida nocturna, pasando por los centros de día.
En Zaragoza, las Hijas de la Caridad, integran varios proyectos para acoger, atender y acompañar a personas en grave situación de exclusión social. Desde el desayuno de la mañana hasta la acogida nocturna, pasando por los centros de día.