Martes a las 21.20 horas
"Me abstraje en la línea de costa hasta que, tras casi tres horas,
San Simón se recortó sobre el mar.
Lo hizo de pronto.
Su vegetación, verde y espesa,
parecía plata bajo el sol del mediodía.
Hicimos el trayecto contra las olas, a saltos.
A pesar del sol, el viento soplaba helado
y me cubrí con un grueso chubasquero.
La isla se fue haciendo grande y el edificio blanco,
de unos cuatro pisos de altura y base de piedra
que había visto desde el coche, también se agigantó.
Su fachada posterior caía
hasta incrustarse directamente en el mar".
Oscar Wilde fue un escritor homosexual
en la Inglaterra victoriana del siglo XIX.
Estando en la cárcel escribe este libro
que es una reflexión sobre la libertad, por un lado,
y sobre la mentira por otro, ¿no?
-Yo fui de los primeros que pudimos disfrutar
de las Aulas de Cultura por parte de Solidarios
porque yo ya hace 20 años que salí de prisión.
Y, bueno, suponía el romper la vida rutinaria de la cárcel, ¿no?
O sea, yo cuando me enteré, de que existían estas aulas,
pues evidentemente te alegras de que haya personas voluntarias
que van a pasar un rato de su sábado y a llevarnos charlas
o temas culturales de interés.
-El Aula de Cultura de Solidarios nació hace 30 años
con el propósito de vincular la cultura que había fuera
en un espacio de falta de estímulos culturales,
como era un centro penitenciario.
-La imagen de Caín, de la Biblia, y cómo Caín siempre ha sido
el gran denostado, el malo de la película, el malo de...
-Generamos un espacio de cultura, un espacio de reflexión,
un espacio de encuentro a través del fomento
de la lectura y de la escritura donde sigue siendo inamovible
el objetivo del fomento de la cultura,
pero también el vínculo de los internos con alguien de fuera.
Por eso siempre la actividad está acompañada
por un grupo de voluntarios y voluntarias
que establecen una relación lo más normal,
por decirlo de alguna manera, con los internos.
-Yo soy voluntaria desde hace cuatro años.
Empecé en abril del 2014.
Siempre se dice que les das más a ellos de lo que tú recibes,
pero nosotros, creo que todos los sábados aprendo algo nuevo,
que me voy un poco más completa a mi casa
porque viene algún interno nuevo...
Te das cuenta de que hay un montón de prejuicios que crees que has roto
y que en verdad cada sábado te sorprendes.
Hacen preguntas superinteresantes,
o cuando vienen a presentar un libro de poesía
se levantan varios que quieren leer sus textos
y te sorprendes de lo bien que escriben.
-Muchos tienen historias
que les vinculan a su condición de ciudadano
y "Código de barras" es eso.
"Código de barras" son treinta y tantas historias
de personas que intentan evadirse de la cárcel
contando su condición de soñadores,
su condición de ciudadanos que eran antes,
su condición de pensadores,
y que en ese momento lo vieron reflejado
a través de la escritura de un libro.
Yo creo que la cultura no conoce prisiones,
o al menos no conoce muros.
Yo creo que la cultura justamente es lo que nos ayuda
a conocernos un poco mejor y a conocer una realidad de nosotros
que no es la cotidiana y a descubrir que probablemente
hay una línea, que es de lo que vengo a hablar yo,
que nos une y que nos une a través de la cultura.
Y según se ha ido aproximando estos días,
estaba como muy preocupado, estaba muy nervioso
porque se acercaba una realidad que era mucho más grande
de lo que yo podía pensar.
La privación de libertad, de repente, se me hizo patente, ¿no?
-Tienen muchas horas y pasan muchas horas solos en la celda,
a lo mejor, como era mi caso,
y entonces los libros te sirven un poco para evadirte
de los cuatro muros en los que estás metido.
Pues porque uno al poder leer tiene opción
a que su mente salga de ahí.
Y, bueno, además para mí significó un poco
un rasgo de libertad, ya que en la cárcel
para casi todas las cosas que tú tienes que hacer,
tienes que pedir permiso por instancia,
o sea, está todo muy jerarquizado.
Y, entonces, el rato que uno tiene para leer,
pues se encuentra realmente libre
porque está haciendo lo que uno quiere en esos momentos.
Bueno, en cierto modo sí.
Porque en realidad todo aparece cuando vengo a San Simón
invitado a un congreso llamado Net Thinking,
un congreso de redes.
Y, bueno, con todo el pasado que ha habido aquí,
que supongo que tendremos ocasión de comentar,
pues percibo, tengo una serie de sensaciones o una experiencia
que mi mundo o mi poética hasta entonces no daba respuesta.
Entonces, como no daba respuesta, se me ocurrió poner un personaje aquí
y ver qué pasaba.
Entonces, de algún modo, aunque el libro son tres historias,
arranca aquí.
Sí, es un caso muy insólito, muy extraño,
de un lugar que ha atesorado siempre un aislamiento un tanto atípico.
Fue monasterio en el siglo XII,
el pirata Drake estuvo aquí encerrado,
fue leprosería en el siglo XIX
y en el siglo XX, en la Guerra Civil, fue un campo de concentración.
Además, un campo de concentración muy duro
y yo creo que eso de algún modo se percibe.
Transcurre aquí con un lance muy importante
a la ciudad de Nueva York y a Uruguay.
El salto a Uruguay.
Sí, bueno, transcurre aquí porque, como te comentaba antes,
hay un personaje que es alguien que se encierra aquí sin nadie,
sin vigilancia, sin nadie y clandestinamente,
porque, en teoría, no se puede estar aquí viviendo
y se encierra aquí un mes a ver qué pasa.
Durante ese mes empieza a encontrar cosas,
empieza a encontrar objetos, hay reflexiones, hay sensaciones,
que le llevan a darse cuenta de que hay un...
Bueno, de que hay un poema de García Lorca
de "Poeta en Nueva York" que falta.
Y en ese momento es cuando luego emprende un viaje a Nueva York
que le llevará a su vez a Cabo Polonio, en Uruguay.
Pero, bueno, como tú has dicho antes, es muy caleidoscópico.
Tiene lances a muchos lugares, es como una red.
Pero, bueno, el núcleo podría ser este.
Nos dice que fue el cuarto astronauta que fue a la Luna
con Aldrin, Collin y Armstrong, pero que nadie lo sabe
porque él era quien filmaba.
Entonces, claro, eso estaba bien porque en una época
donde no había selfies, evidentemente,
quien hacía la foto no salía.
Y con esa, digamos, excusa hace toda una antropología
de lo que sería Estados Unidos y de sus guerras y de su sociología,
que a mí me interesaba
porque es un personaje bastante conservador.
Es un personaje que podría haber votado a Donald Trump
y me gustaba ponerlo contra esas cuerdas
a ver qué me respondía.
Sí, muy particular.
Es un viaje a pie por los lugares, las playas,
o, bueno, la costa donde ocurrió el desembarco de Normandía.
Es un viaje que hace hoy, en el presente.
Y en realidad lo que ella quiere es ver qué se siente
cuando se pisa descalza tras una caminata
la arena en la que murieron más de 100 000 hombres.
Bueno, y qué significa que de repente la muerte llegue,
la muerte llegue y cómo nos cuestiona, ¿no?
Y, bueno, es una historia que a mí me gustó mucho escribir
y, en realidad, como habrás comprobado,
las tres historias de lo que hablan, creo yo, en mi opinión,
es de cómo los muertos nunca están muertos del todo,
pero los vivos tampoco estamos nunca vivos del todo.
Hay una interzona en la que nos estamos comunicando.
Sí, probablemente sí. Ha sido algo espontáneo quizá.
Yo escribo por impulsos.
De hecho, cuando empecé a escribir la novela
tras la experiencia aquí en San Simón,
no tenía ni idea de a dónde iba,
ni sabía si iba a escribir tres libros, dos o uno, ¿no?
Pero sí, bueno, hay una cierta voluntad en todas
de contar algo más cerrado, con todas las salvedades,
porque a mí no me gusta cerrar las cosas
para que cada cual vaya interpretando, ¿no?
No he leído "Grandes esperanzas" de Charles Dickens
y en realidad he leído muy mal a Charles Dickens.
Nunca he encontrado una comunicación con sus novelas,
como me ha sucedido con tantas otras de la misma época
y de las mismas coordenadas. Ese sería.
Yo perdí cuando no lo había terminado todavía
una edición de "Dublineses" de Joyce,
que no solo me parece uno de los mejores libros de cuentos
de su lengua, sino que además perdí
cuando todavía no había llegado al último cuento,
que es "Los muertos", que se ha convertido para mí
en uno de mis lugares favoritos en la literatura de lengua inglesa
y en una influencia.
Me hubiera gustado escribir "El corazón de las tinieblas"
de Joseph Conrad, que no solo me parece
una de las puertas de entrada a la literatura del siglo XX,
sino que para mí fue especialmente importante
y suelo pensar que sin la lectura de "El corazón de las tinieblas"
a mis 20 años, más o menos,
no habría podido escribir mis propios libros.
"100 años de soledad" es un libro que he leído completo,
de tapa a tapa, por lo menos unas 15 veces
desde la primera vez que lo leí a los 16 años,
y muchos de sus capítulos aisladamente
muchas más veces todavía.
Mi último libro se llama "Viajes con un mapa en blanco"
y es una recopilación de ensayos
que tienen el punto en común de ser exploraciones de la novela.
Lo que se hace en las novelas, por qué es provechoso
que lo sigan haciendo,
porque sería una lástima que dejaran de hacerlo.
Todo eso en una quincena de ensayos.
Todo es ciencia-ficción
hasta que alguien lo convierte en ciencia real.
Con esta premisa me he metido de lleno
en la realidad virtual.
Junto a Emika Chen, he viajado hasta Tokio
y me he introducido en el próximo torneo de Warcross,
que más que un juego es una revolución.
-Pues yo estoy viajando por los mundos de la literatura universal.
Gracias a este atlas puedo comer chocolate
en la fábrica de Willy Wonka,
tomar té con el Sombrerero Loco o pisar las tierras de Narnia.
Una guía para lectores de todas las edades
llena de mapas y curiosidades.
El libro arranca, de hecho, con las fotografías.
Yo cuando estuve aquí en la isla
tenía fotografías de los presos del año 37
y me propuse encontrar los mismos emplazamientos
que las fotografías hoy y hacer una foto hoy.
Y es lo que luego le mando hacer a mi protagonista, ¿no?
Y el libro se va viendo la foto antigua y la foto de hoy,
la foto antigua en blanco y negro,
la foto de hoy luminosa, un día de sol...
Y te das cuenta de lo que dice el personaje, que dice:
"Me parece estar viendo dos ríos que son iguales,
pero que fluyen a velocidades diferentes".
A ver, el pasado y el presente
y esa carne de esos presos que ya no están.
Bueno, son digresiones, pero como tú dices,
siempre vuelven a algún lugar.
Están conectadas metafóricamente o alegóricamente con algo.
Nunca son gratuitas.
Y realmente, bueno, yo me emociono
cuando me embarco en una de esas digresiones
porque casi nunca sé a dónde van ni a dónde van a llegar.
Pero siempre hay un momento de emoción
en el cual termino encontrando el camino.
Sí. Lorca a través de "Poeta en Nueva York",
del poemario, porque hay un personaje que echa en falta
un poema original y va a buscarlo por el mundo adelante,
y porque además hay toda una serie de caminatas,
que un personaje intuye que Lorca hacía por Nueva York
leyendo sus poemas.
Entonces, este personaje también hace toda esa clase de caminatas, ¿no?
Y luego Sebald, bueno, Sebald me interesaba mucho
porque es un escritor muy misterioso para mí.
Es un escritor que nos va contando detalles históricos
con una minuciosidad y con una...
Y trabaja como en una especie de red analógica, con una pre-red.
Es como una red, pero antes de que existiera internet.
Bueno, pues es un verso del poeta gallego Carlos Oroza.
Bueno, es un verso para mí perfecto.
"Es un error dar por hecho lo que fue contemplado".
Prácticamente toda la literatura universal
está concentrada en ese verso, ¿no?
Bueno, es un gran tema. Claro, claro.
Es un gran tema de cómo hay otra reflexión
de otro protagonista, de cómo...
En realidad lo que hacemos,
cuando hacemos cosas es sustituir otras.
O sea, no intentamos explicar, ahí pone muchos ejemplos,
la sacarina no intenta explicar cómo es el azúcar,
intenta sustituirla.
El fuego no intenta explicar qué es el bosque,
no, intenta sustituirlo.
Los ascensores no intentan explicar qué es una escalera,
no, intentan sustituirla.
Bueno, pues del mismo modo, la gran historia de las guerras
es la que podrían contarnos los muertos,
y como no pueden contarlo, contárnosla, y nunca podrán,
lo que hacemos es sustituir esa historia
por otra que inventamos nosotros.
Pero la verdadera historia es la que nos contarían ellos.
Bueno, sí, claro.
Llevo 10 años respondiendo a esa pregunta.
En fin, ahí está.
Son cosas que hacéis los periodistas
que os gusta poner etiquetas para conceptualizar,
pero, bueno, una serie de narradores y narradoras
que yo creo que hemos aportado a la literatura española cosas
que han tenido un valor
y que, a la vista está, siguen teniendo.
"Un tríptico informativo dibujaba un plano de la isla
y eran señalados los puntos singulares
con sus respectivas descripciones históricas,
así como las descripciones actuales.
Era algo en lo que desde mi llegada ya me había estado fijando.
Todo allí venía explicado
por la comparación del binomio antes-ahora.
Con el libro "Aillados" en la mano, tomé un camino al azar
y fui fijándome en diversos detalles de las fotografías
que me sirvieran de identificación de los lugares.
Todo se hallaba muy cambiado.
Las referencias de los árboles no valían.
Los caminos estaban más limpios o disueltos en la vegetación.
Cambié de táctica.
Me centraría en una sola foto y no dejaría de caminar
hasta encontrar su localización".
En Página Dos viajamos a la gallega isla de San Simón, en Pontevedra, para entrevistar a Agustín Fernández Mallo sobre "Trilogía de la guerra". Y junto a este escritor el programa cuenta con la presencia de Juan Gabriel Vásquez que responde las preguntas de nuestro cuestionario. Emitimos un nuevo reportaje en el que nos adentramos en el Centro Penitenciario Madrid IV para ver cómo desarrolla su actividad literaria la ONG Solidarios, último Premio Fomento de la Lectura 2017. Y tenemos un nuevo clip sobre la relación entre literatura y redes sociales.
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Me falto la crítica de cine. El resto del programa muy bien