Lunes a viernes a las 16.25 horas
No me digas que sufres por nosotras, porque lo único que te mueve
es no quedarte solo con tu mierda de sueldo.
Buena suerte con la mierda de padres que te han tocado.
Lo siento por dejarte solo, pero no puedo hacer otra cosa.
Esa mujer juega con nosotros, ¿no lo ves?
¿"Ma che dici", Cristina?
Te invitó a Formentera porque ha visto lo nuestro.
No le importas, Doménico.
Yo sabía que papá te estaba engañando.
Lo sé. Lo siento, lo siento.
Enfádate si quieres, tienes todo el derecho del mundo.
Me siento una mierda, pero...
Un libro.
Un libro de cocina.
Y escrito por ti.
Con todos vosotros, ¡Rossa della Croce!
Un aplauso, por favor.
Rosa. -"Grazie".
"Grazie, grazie, caro Paolo".
Pero no te pases, por favor, que nos la jugamos.
"Ciao", ¿cómo estáis "tutti" el mundo?
"Io" soy "felichísima" de estar aquí.
A mí también me gusta Jorge. Como a ti.
Deberías decirle lo que me dijiste el otro día,
que estás un poco enamorada de él.
¿Por qué? Si tú también le gustas. No dijo tu nombre,
pero es obvio que la mujer oscura de la que me habló eras tú.
Pero no le hacías caso, por eso se fue con Lorena.
¿Y si me pregunta?
Pues ya lo he contado.
A Adela.
No te he visto el pelo en todo el día.
Estamos cerrando y no tengo el informe que te pedí.
He estado liado toda la tarde. -Ya te he visto.
Liadísimo con la chica de la limpieza.
Es mi novia.
Como si es tu prima de Pernambuco.
No te puedes despistar en el trabajo.
Tú no estás hecha para pasarte el día metida en casa
planchando y ordenando armarios. Y lo sabes.
¿Tu tía Lorena está al tanto del plan?
Ha sido idea suya.
Ya.
A Lorena le gustaría mucho que volvieras.
A todos nos gustaría.
Bueno, a todos menos a papá, claro.
Adela está en el baño y no sale.
Da igual. Estoy leyendo el libro de Jorge.
Ya las haré. Pero primero me las quiero aprender.
Quiero saberme todos los porcentajes.
como la crema de calabacín. Pero a mí me la explicó diferente.
Le preguntaré por qué la cambió.
Hay 40 recetas de primeros, 35 de segundos y 12 de postres.
Bueno, ya me lo he leído dos veces.
Entre anoche y esta mañana. Me vine al salón para no despertarte.
Sí, pero menos que otras veces. Unas 4 horas y 23 minutos.
Puedo leer y escucharte a la vez.
Eso es mío. Dámelo.
¿Cuándo?
¿Por qué es lo primero? Me interesa más que los estudios.
No tengo hambre.
(Sintonía de "Mercado Central")
# Se apagó
# una luz de la ciudad
# y una sombra # en sus viejos pasillos
# de colores,
# que no brillarán más.
# Ven, sígueme
# a aquel lugar,
# sabor a sal
# y azafrán,
# aromas de un tiempo atrás.
# Y se encendió
# una luz de la ciudad
# en la plaza # donde regateamos con un beso
# volver a comenzar.
# Juntos tú y yo,
# jugando a recordar
# que somos cada uno un color,
# sabor a son
# de aquel Mercado Central... #
Buenos días.
Vale, antes de cabrearte, escúchame bien. ¿Vale?
¿Me vas a escuchar?
Ayer hablé con mamá.
Le conté que sabía lo de tus infidelidades.
Ella misma, precisamente, así que se lo debía.
Tenía que decírselo.
Se enfadó mucho conmigo.
A lo mejor si se ha enfadado es porque me lo merezco.
Por cubrirte y por ser tu cómplice.
También te interesa que yo me calle según qué cosas.
¿Prefieres que sepa que me contrastaste para hundir el mercado?
Mira, he hecho lo que creía que tenía que hacer.
(Móvil)
Mamá se ha llevado un disgusto, pero...
no me arrepiento.
No está mal ser sincero de vez en cuando.
Al menos lo necesito para no darme tanto asco.
(Móvil)
Los geles y los champús estaban desordenados, otra vez.
Me gusta tener mis cosas ordenadas. No es tan difícil de entender.
Ella me ha preguntado.
¿Por qué no? Me coge las cosas, las cambia de sitio, ocupa mi cama.
Pues para leer en ella.
Ya no soy un niño, no tengo que dormir con mi madre.
Así que o le dices a tu amiga que se vaya o se lo digo yo.
No es una amenaza. Solo quiero que se vaya.
(Móvil)
(Móvil)
(Puerta cerrándose)
Tú, lo que tienes que hacer es no atarte.
Disfruta de la vida, que todavía eres muy joven,
y no te comprometas con nadie.
El amor romántico no existe.
Nos lo venden en las películas,
pero al final todos buscamos
nuestro propio interés y nuestro egoísmo.
Si no, pregúntaselo a Valeria que al principio...
Voy al baño, que ya estoy harta de oírte hablar de esa señora.
Tienes razón, perdóname. Te estoy aburriendo, ¿no?
Pero te voy a compensar este rollo
invitándote a una marisquería, ¿eh?
Eso ya me parece un plan mejor. -¿Eh?
No te cansas, ¿eh?
No. Ya te lo dije, tenemos que hablar.
Y yo te dije que no me importan tus milongas.
Ah, claro, mucho mejor mantener una conversación profunda
con una chavalita que podría ser tu hija
que escuchar la explicación de alguien
con quien tenías algo importante. -Pues sí.
Porque ella no va a tener segundas intenciones.
Sé perfectamente a qué atenerme.
No me va engañar con falsas promesas cuando quiere lo que todas:
sacar beneficio.
Yo no te engañé en lo que sentía. -Ah, ¿no?
¿Y cuándo te diste cuenta?
¿Cuando dije que te iba a pagar la reforma de la casa?
Ahí fue cuando te enamoraste de mí, ¿no?
Valeria, cuando murió mi mujer,
cerré una puerta,
la de querer a alguien de verdad.
Empecé a salir con chicas que sabía que no eran importantes para mí.
Pero cuando te conocí,
volví a abrir la puerta.
Empecé a sentir cosas que...
creía que ya no iba a volver a sentir.
¿Entiendes?
Pero está claro que me equivoqué al compararte con ella.
Al pensar que ibas a ser compañera de vida.
Fue una decepción terrible.
Menos mal que me di cuenta a tiempo.
Supongo...
que he vuelto a cerrar esa puerta.
Por favor,
preferiría no verte.
No vengas a buscarme, no me llames.
Si nos cruzamos por la calle, no me saludes.
Para mí es como si tú y yo no nos hubiésemos conocido nunca.
(Puerta cerrándose)
¡"Buongiorno, principessa"!
¡Venga, Paolo, que yo no hacía así con las manos!
¡Claro que lo hacías!
¿Cómo estás? Te veo bien.
¿No habrás pensado en lo que hablamos del bar?
Sí, y le he estado dando muchas vueltas.
¿Y? -Creo que lo tengo claro, ¿sabes?
El bar forma parte de mi vida y ya está terminada.
Si esa es tu conclusión, no tengo nada que decirte.
Bueno, sí.
Que no te dejes arrastrar por la nostalgia, ¿eh?
Tú, a partir de ahora, para atrás, ni para coger impulso.
Tienes que mirar siempre hacia adelante,
porque tienes muchas oportunidades en tu vida.
Fíjate ¿eh? ¿Quién te lo iba a decir a ti?
Has montado una pizzería, en otro país,
a miles de kilómetros del lugar donde naciste.
Eso es lo que tengo que hacer: confiar en mí
y, no sé, disfrutar de lo que sea que vaya a venir.
Que Dios sabe lo que será, pero bueno.
Bueno, de momento las clases de cocina se te dan muy bien.
Tenemos que trabajar un poco todavía con el italiano.
¡Oh, madre!
Pero si la clase fue un éxito, Rosa, fue gracias a tu talento culinario.
Bueno, perdona. También a mis dotes interpretativas. ¿no?
Por supuesto, por supuesto.
Pero de verdad,
yo no he conocido a nadie con tanta capacidad resolutiva en una cocina.
Es que 20 años trabajando en la cocina del Central dan para mucho.
Ya, ya.
¡Rosa!
¿Qué? -Acabo de tener una idea.
¡Ay, "mamma mia"! -¿Te apetecería
trabajar conmigo en la pizzería? -¿De traductora?
No, no, en serio, Rosa.
Yo necesito ayuda y no solo con las clases.
Doménico ahora se ha ido unos días a Formentera y no doy abasto.
Además, yo estoy seguro que mi amigo, muy pronto,
se irá definitivamente con Giuliana.
Pero vamos a ver. ¿Andrea no te está ayudando?
Andrea seguirá ocupándose de los pedidos pero... hasta que pueda.
Su futuro está en la música, Rosa.
Pero tú, tú eres exactamente lo que busco.
Eres una cocinera extraordinaria
y además tienes don de gentes. Y conoces a todo el mundo por aquí.
¿Qué te parece?
¡Va, Rosa!
Ay, perdóname, pero es que no sé, no me esperaba esta propuesta.
Ya, yo tampoco me esperaba encontrar mi candidata ideal delante de mí.
¿Qué me dices? ¿Un sí?
No lo sé.
Rosa, va a ser perfecto para los dos.
Va, que tú echas de menos el Mercado, ¿o no?
Sí.
Y además te apetece cocinar, charlar con la gente, como a mí.
Y en la pizzería vas a tener esto y mucho más.
Pero si a mí me encanta venir aquí, lo que pasa es que..., no sé.
A ver, me lo tengo que pensar y además debería consultarlo.
Ah, sí, sí, sí. Tómate tu tiempo, por supuesto.
Pero piénsalo en serio, ¿eh?
Sobre todo porque sería
"il ritorno de Rossa della Croce".
Oh, venga, por favor. -Ven aquí.
Valeria.
¿Estás bien?
Sí, muy bien.
Ya sé que no soy la persona más indicada para consolarte,
pero si puedo ayudarte en algo...
No hace falta, gracias.
¿Has hablado con Carmen?
Esta situación es absurda, Valeria.
No hay nada más importante que la familia.
Tiene gracia que me digas tú eso
cuando gran parte de lo que ha pasado es por tu culpa.
Ya, si ya me quedó clara tu opinión.
Si yo fuera capaz de mantener a mi familia,
Carmen no habría actuado a la desesperada. Es verdad.
Pero bueno, ya sabías cuando me casé con Carmen
que no tenía mucho que ofrecerle.
Yo nunca le dije a mi hija que eso fuera un problema.
Ya lo sé, y te lo agradezco.
Es que, a lo mejor,
me tenía que haber esforzado un poco más y no relajarme.
No lo que se merece Carmen.
Mira, Valeria,
siempre has sido muy importante para mí.
Me trataste como a un hijo
y por eso siento haberte decepcionado.
Pero no eres la única que lo está pasando mal.
Carmen está deshecha.
Por lo menos Carmen te tiene a ti.
Os podéis apoyar el uno en el otro, pero ¿yo a quién tengo?
Estoy sola. Me daba miedo perder mi casa
y al final he perdido mucho más:
la relación con mi hija y mi última oportunidad de ser feliz.
Así que quién mejor que ella para trabajar en la pizzería, ¿no?
¿Qué pasa?
¿No te parece bien?
No sé. Me parece que, como siempre, te estás precipitado.
Porque él se ha ido, pero ¿cuando vuelva?
No va a haber trabajo para los dos.
Conozco a Doménico
y seguro que, tarde o temprano, se irá con Giuliana definitivamente.
Bueno, o no. Porque esos romances así, tan repentinos...
¿Repentinos? -Sí.
Cristina, Doménico lleva toda la vida enamorado de ella.
Ese amor se ha cocinado lentamente a través de los años.
Él nunca la olvidó. Ella es la mujer de su vida.
Y además está forrada. -¿Y eso qué tiene que ver?
Que Giuliana tiene varios negocios
y Doménico tiene mucho talento.
Seguro que ella le va a encontrar un lugar donde trabajar mucho mejor.
Ya lo sé, Cristi.
Es que lo vamos a echar de menos, ¿eh?
Sí, claro. Sí.
Es que Doménico se hace querer mucho.
Pero no te preocupes,
porque Giuliana seguro nos va a invitar a la casa de Formentera.
Sería un planazo, ¿no?, estar allí los cuatro.
Mira que eres interesado.
No, Cristi, pero ¿qué hay de malo en pasar unos días juntos en la playa?
(PAOLO) Va.
Hace mucho que no nos hacemos unas vacaciones como Dios manda.
Bueno,
de aquel verano de la costa amalfitana,
¿te acuerdas? Tú y yo,
antes de que naciera Andrea.
¿Te acuerdas de que volvimos más blancos que cuando llegamos?
Porque no queríamos salir del hotel.
¿Te acuerdas? Que nos traían la comida a la habitación,
porque no queríamos salir de la cama.
¿Qué, "amore mio"?
¿Nos vamos a encender el horno? -¡Uy!
Es un poco temprano para encender el horno, ¿no? Anda, quita.
Pero no es demasiado temprano para según qué cosas, ¿no?
No, que es muy tarde, es muy tarde y...
No, no puedo. Tengo que abrir la tienda.
Ya encontraremos otro momento mejor.
Ya, pero es que últimamente nunca es el momento.
Y cuando lo es, parece que no estás.
¿No te vas a poner serio ahora
porque no quiero hacerlo en el horno de la pizzería?
Ay, Cristi, que no soy tonto, ¿eh?
Llevamos años juntos, y nunca hemos pasado por un periodo así.
Yo no sé qué pasa,
pero hace semanas que estás como fría, distante.
¿Qué pasa? -Tú lo has dicho.
¿Qué? ¿Soy yo? -No, no.
¿He hecho algo?
Llevamos muchos años juntos.
Las cosas no pueden ser como al principio.
Ya, pero entre el principio y esto hay un mundo, ¿no?
Las parejas pasan por muchos altibajos en la cama
y yo, ahora, por lo que sea, me siento que tengo, pues,
la libido, pues más baja de la cuenta, eso es todo.
Tienes razón.
Perdona, perdona, es que...
Tú tienes todo el derecho a que no te apetezca,
y tú solo tienes que decírmelo.
Claro, ya sabes que siempre te lo digo todo.
Ya, es que... Perdón. Es que me pongo muy pesado.
Pero valoro mucho nuestra relación.
Tenemos la confianza para decirlo todo, ¿no?
Te quiero mucho, "amore mio".
Pero eso sí, si alguna vez a mí no me apetece te lo voy a decir.
¡Si es que alguna vez pasa!
Qué, ¿lo quieres?
Sí, me lo quedo y me voy a la tienda, sí.
Voy adentro.
Mamá, ¿podemos hablar un momento, por favor?
Vale, antes de que me grites, con toda la razón del mundo,
quería pedirte perdón.
Sé que estás muy enfadada conmigo
y lo entiendo perfectamente,
pero no quería que pasaras por esto tú sola.
No era solo eso, ¿eh?
Tampoco quería que sufrieras si te lo contaba.
Entonces, ¿me perdonas?
¿En serio quieres hablar de esto ahora?
Pues le pillé un mensaje en el móvil de papá, pero de una tal Rita.
Pues que a ver si se encontraban, aunque fuera una última vez y...
No sé, no me acuerdo.
Pero se lo eché en cara a papá
y no lo negó.
Vaya que no pudo, que estaba clarísimo.
No. Pero no creo que sea de por aquí.
¿Hola? ¿Julia Miralles? ¿Qué tal?
Soy Javier Quílez, el nuevo gerente del Mercado Central.
Encantado.
¿Es usted es la arquitecta que llevará a cabo la reforma?
Me gustaría ultimar con usted algunos detalles
y, bueno, aclarar algunas cosas más.
¿Cuándo le vendría a usted bien que quedemos?
Perfecto.
Sí, aquí la espero entonces. Gracias.
¡Buenos días! -Toma.
El informe con el organigrama del Mercado y todas mis competencias.
Y lo de mi padre. Te lo he puesto por colores, espero que te guste.
Seguro que sí.
Si no quieres nada más. -Espera.
¿Estás molesto por lo que te dije ayer?
No era mi intención ofenderte.
No tengo ningún problema en que tu chica trabaje en el Mercado.
Solo espero que, si te pido algo,
tengas claras cuáles son tus prioridades.
Tranquilo, las tengo clarísimas.
Si no, no llevaría aquí tanto tiempo.
Hasta ahora he cumplido
y nadie ha tenido que decirme ni cómo ni cuándo hacer mi trabajo.
Hola.
¿Esos jabones son para hombre también?
A Paolo.
¡Eh! Ya te vale, ¿no? He decidido apostar por Paolo.
No se merece lo que le estoy haciendo.
No te creas que es tan repentino.
Ojalá me hubiera dado cuenta antes
y hubiera reaccionado y no me hubiera metido en este lío.
Pero me he dado cuenta de que Paolo es el hombre que necesito.
Doménico ya no me importa.
A lo mejor me he engañado pensando que era algo más que una aventura.
Yo realmente creía que él sentía cosas.
Pero ha sido aparecer Giuliana
y le ha faltado tiempo para irse con ella y pasar de mí.
Tampoco le quiero dar más vueltas.
Espero que todo esto sirva para reforzar mi relación con Paolo.
Pensar que casi lo pierdo...
¡Pues mira sí! Porque Paolo es...
generoso, es divertido,
es el hombre más bueno que he conocido nunca.
(NACHO) ¡Hola! -¡Hola!
Ya estás aquí. Qué pronto, ¿no?
¿Quiere decir que la reunión ha ido muy bien?
Les han encantado mis diseños.
Habrá que abrir una botella de buen vino para celebrarlo.
Ya vamos a aprovechar para celebrar también mis novedades.
Siéntate, te las cuento.
Verás, es que esta mañana he salido muy temprano para hacer la compra,
me he encontrado con Paolo. -Ajá.
Y me ha hablado de una oferta de trabajo.
A ver, a ver, a ver, cuéntame bien eso, que yo me entere.
Pues no le he dicho nada,
porque le he comentado que quería pensármelo
y lo quería hablar contigo.
Pero me hace mucha ilusión, Nacho.
Ya sabes que echo mucho de menos el Mercado.
Y, bueno,
estar aquí todos los días, ¿sabes?,
haciendo las tareas de la casa y viendo la tele,
no es lo mío.
Bueno, ya sabes que no te he pedido que hagas nada.
Precisamente tú me dijiste que te interesaba el diseño gráfico
y te estoy enseñando. ¿O no? -Sí, sí.
Además quería aprenderlo, pero no quiero engañarme.
A mí lo que me gusta es cocinar y además sé que se me da bien.
Entonces, ¿qué te ha propuesto exactamente Paolo?
Fue después de la clase que di de cocina napolitana, ¿te acuerdas?
Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario
para salvar mi matrimonio. Ojalá pueda solucionarlo,
bueno, y perdonarme a mí misma porque me siento tan culpable que...
Eso no es así.
Mira, si te he contado esto es porque te considero mi amiga.
Eso no es justo.
Mira, Adela,
yo solo necesitaba a una amiga que me escuchara.
Y pensé que te ibas a alegrar
al saber que intentaba salvar mi matrimonio.
Adela, pareces otra persona, de verdad.
Quizá es que no me conoces tanto como crees.
Pues cuéntame. Cuéntame qué es lo que te pasa.
¡Venga!
No. Ya lo he entiendo, ya.
Si es que no tenía que haber venido.
¿Cómo?
Mi madre me quitó el libro que me regalaste,
así que lo estoy haciendo otra vez con lo que recuerdo.
¿Ves algo distinto? Es que creo que hay errores.
En algunas recetas no recordaba las cantidades.
¿Me ayudas a comprobarlo?
Me dijiste que lo escribiste porque te habría gustado tener uno igual.
Si no tenías libro, ¿qué tenías? Aparte de tu familia.
Es raro que se te olviden las cosas.
Es verdad. Si escribes algo, dura para siempre.
A no ser que sea papel y se moje y se queme.
Paolo se ha dado cuenta de que sé cocinar bien.
Y como resulta que tiene un poco de miedo,
porque cree que se va a quedar sin su ayudante,
me ha propuesto trabajar en la pizzería.
Entonces, ¿Doménico lo va a dejar?
Bueno, ahora sí, ya te lo he dicho, porque está de viaje.
Ah, entonces es solamente una sustitución temporal.
No, no, no, no. Paolo ha dicho que esto es un trabajo fijo.
Pero ¿tú qué sabes de cocina italiana?
Lo justo, cariño, pero tengo muchísimas ganas de aprender.
Paolo me ha dicho que me va a enseñar.
Y además voy a aprender un montón en la cocina con Doménico,
cocinando juntos.
Bueno, bueno, cuidado con Paolo, que ya sabemos cómo es de acelerado,
que dice una cosa sin pensar y luego se echa para atrás, ¿eh?
No sé. Pero yo lo he visto muy convencido.
Bueno, tú verás, pero sabes por tu hermana
que no es fácil trabajar codo con codo con alguien.
Paolo tiene un carácter muy distinto al tuyo.
Pero, cariño, nos conocemos desde hace años y además es un buenazo.
¿No te parece buena idea?
No sé.
Ya.
Reconozco que me hacía ilusión que te tomaras un descanso.
En la pizzería trabajarías día y noche, mucho más que en el bar,
que por lo menos tiene horario comercial.
Bueno, pero todavía no hemos hablado de turnos.
Ya.
Y lo peor es que volverías al Mercado.
Cerca de Lorena,
de Elías, de todo el mal rollo que has pasado últimamente.
¿Te has parado a pensar
cómo se tomará tu hermano que no trabajes en el bar
y lo hagas en un negocio que, de alguna forma, es su competencia?
Pues no, no lo había pensado.
Ni tú ni Paolo que, como siempre, se ha precipitado
al hacerte esa oferta sin pensar en las consecuencias.
Seguro que no lo ha hablado con su mujer y con su hijo,
que algo tendrán que decir, vamos, digo yo.
¿Y por qué no les va a parecer buena idea?
Yo qué sé, Rosa.
Mira, eso es lo de menos, ¿vale?
Mira, lo único que te digo es que te lo pienses.
En la vida todo es más complicado de lo que parece.
Pero, vamos, yo solo te doy mi opinión porque me has preguntado.
Ya. -La decisión es tuya.
Hagas lo que hagas, yo te voy a apoyar.
Eso sí.
Si todo esto al final no es más que... un pronto de Paolo,
si Doménico vuelve y no te va a necesitar
o si decide que no lo va a hacer para no tener mal rollo con Elías,
espero que no te me hundas.
Mi madre no cocina muy allá. No creo que me enseñe mucho.
¿Qué porcentaje del libro dirías que es tuyo
y qué porcentaje es de tu abuela?
Entonces, ¿por qué no está ella en la portada?
Sí.
"A Sagrario.
Gracias por despertar en mí la pasión por lo que más amo".
¿Cocinar es lo que más amas?
Sí. No sé si la amo, pero me gusta.
Pues me gustaría, pero con mi madre lo veo complicado,
porque a ella no le gusta y, si vivo con ella,
le tendré que hacer caso.
Ya sé que me quiero dedicar a cocinar.
¿Para qué seguir estudiando?
No es ningún capricho.
Mi madre no tenía derecho a quitarme el libro. Es mío.
Sí. También sabía que me molestaría y no le importó.
Tengo ya casi tengo 18 años.
No tengo por qué decirle todo el tiempo dónde estoy.
Aquí no tengo cobertura.
Quería concentrarme para rescribir el libro.
¿Y a ti te preocupa que se preocupe mi madre?
¿Por qué?
Ah.
Bueno, esa información no te la puedo dar.
Bueno, mientras sea un buen sitio.
¿Mamá? Soy yo.
Perdona, estaba buscando a Samuel, pero ya veo que no está.
(JAVIER) ¡Espera!
Creo que tú y yo tenemos una conversación pendiente, ¿no?
No. Yo creo que quedó bastante claro la noche que nos conocimos.
Pues yo creo que no.
Y creo que, si vamos a vernos por aquí,
lo mejor sería que hablásemos de lo que pasó.
Más vale una vez rojo que ciento amarillo, ¿no?
Mira, te recuerdo que, si acabamos mal,
no fue culpa mía precisamente.
Ya.
Verás. A ver cómo te explico esto.
Cuando nos conocimos, yo no estaba pasando mi mejor momento.
Acababa de romper con mi chico. -¿Y tenía yo la culpa?
Si estabas amargado, haber ido a un psicólogo.
Mira, en eso llevas razón.
No tendría que haber recurrido a un servicio de contactos,
pero estaba borracho y no sabía lo que hacía.
En el último momento me arrepentí y por eso te pedí que te fueras.
Y sin pagarme. Me hiciste perder tiempo y dinero.
Te pagué el taxi.
No iba a pagar tu tarifa sin hacer nada.
Tenía otro cliente y lo perdí por tu culpa.
Si te arrepientes, no es mi problema.
Habías visto mi foto en la web. -¿Tanto necesitabas el dinero?
¿Tanto como para hacer eso? -¿Perdona?
¿Me vas a juzgar tú a mí? Eres tú el que paga por compañía.
Esa ha sido la única vez que lo he hecho
y no me siento orgulloso.
Bueno, pues yo tampoco.
Pero eso ya pasó y espero que no se lo cuentes a nadie.
Tranquilo.
Soy el primer interesado en que esto no se sepa.
Bien, bien.
Espero que se te dé mejor guardar secretos que pagar.
¡Ay! Hola, Adela. ¿Qué tal está Elías? Vaya susto, ¿eh?
No sé de qué me hablas.
Elías y yo solo tenemos una relación profesional.
En fin, espero que se recupere pronto.
Mira, yo he venido porque tengo una reunión con el nuevo gerente.
Si tienes problemas con tu marido, habla con él.
Yo no tengo que darte explicaciones.
Te repito, no tengo por qué rendirle cuentas a la mujer de nadie.
Pero qué poquita clase tienes.
Cómo se nota que trabajas en una frutería.
Vamos, normal que Elías se busque otras.
Búscate otro arquitecto que te haga ese chanchullo.
Claro que sí, porque no pienso volver a pisar el Central.
Chao, querido.
¿Sabes qué te digo?
Que sí, voy a llamar a Paolo y le voy a decir que cuente conmigo.
Pues me parece estupendo.
Gracias, amor.
¿Por qué no te quedas luego a cenar? Así pruebas mi cocina.
¿Y eso?
Es la llave de un hotel, concretamente
el hotel donde pasamos nuestra primera noche juntos.
¿El de la calle Arenal?
Lo he reservado para esta noche.
"Amore mio",
tú no sabes la ilusión que me hace este regalo.
La inmobiliaria de Comillas,
que han recibido una oferta sobre la casa.
¿Una buena oferta?
Un pastizal, Nico.
Quería proponerte que firmáramos una tregua.
Así los demás no verían en nosotras un problema.
Quiero decir, papá y Elías
se tendrían que centrar en sus propios problemas y resolverlos.
Javier no puede tomar una decisión como esa
sin consultar antes a los comerciantes.
Jorge me dijo: “Javier quiere recortar en lo superfluo”.
Blanco y en botella. -Te vuelvo a decir
que no puede hacer nada sin autorización.
¿No lo entiendes? Nos podemos quedar en la calle.
Y Carla también. ¿Nos quedamos de brazos cruzados?
No necesito tu dinero. Guárdatelo.
Contigo no hay quien se aclare, chaval.
No, mejor, mejor. ¿Sabes qué? Úsalo.
Págale a otro chavalín para que te haga un masajito.
Ya te he dicho que esa ha sido la única vez.
Hombre sí, lo que tú digas. -Además,
en cualquier caso no creo que seas
el más adecuado para juzgarme, teniendo en cuenta...
Teniendo en cuenta ¿qué?
Adela paga su rabia con Cristina.
David empieza a obsesionarse con la cocina y Celia se lo reprocha a Jorge, que trata de tranquilizar al chaval.
Jesús explica a Valeria por qué está tan dolido con ella.
Paolo ofrece trabajo a Rosa en la pizzería. Nacho y Noa luchan por influir en Rosa.
Cristina, incapaz de olvidar a Doménico, empieza a tener problemas en la cama con su marido.
Descubrimos de qué conocía Germán a Javier.