(Música cabecera)
(LADRAN)
Hola, somos Cándida y hemos venido
a soltar a los perros y a la perra.
Para presentar nuestro nuevo disco,
"Galgos o podencos",
a los "Conciertos de Radio 3".
(Continúa la música)
"In nomine christi, amén".
(Música)
Cuenten lo que cuenten
ya da igual el medio,
tú eres el conejo.
Hace cuanto tiempo dejaste
alienados todos tus sentidos.
Te has gastado, estás entretenido,
de qué raza son tus enemigos.
Sabios y muy galgos
por allí los veo, ¿qué van a ser
galgos?, mira son podencos.
Pon en cuarentena todo
lo aprendido como buen conejo.
Puedes transformarte, de conejo
a perro en un solo momento.
Si te hacen pasar penuria, hambre,
la rabia hará mella
en un instante.
Dirán que te buscan
por galgo o podenco, tú eres
la amenaza, ellos el conejo.
Corre conejo, corre.
Corre conejo, corre.
Corre conejo, corre.
Corre conejo, corre.
Corre conejo, corre.
Corre conejo, corre.
Corre conejo, corre.
Corre conejo, corre. corre,
corre, corre, corre, corre.
Líbrate de reojo cada movimiento
de liebre o conejo.
Pues que estén camuflados.
Pueden haber perros
entre todos ellos.
Elevados ejemplarizantes,
elegantes, siempre importantes.
Negarán lo dicho,
negarán los hechos.
Corre no te pares,
sácales un trecho.
(Música)
Vivo en tu casa, duermo en tu cama
y oigo a tu madre por la mañana.
Vivo en tu casa, duermo en tu cama
y oigo a tu madre por la mañana.
Ocupación.
Ocupación.
Uh...
Hoy me he metido en tus zapatos,
es otra forma de andar un rato.
Hoy me he metido en tus zapatos,
es otra forma de andar un rato.
Aceptación.
Aceptación.
Uh...
Cómo te añoro, cómo te extraño,
en el espejo queda algún rato.
Cómo te añoro, cómo te extraño,
en el espejo queda algún rato.
Aceptación.
Transformación
y mi infección.
(Música)
Puedes tensarme
tan fuerte como quieras,
o tal vez reducirme
a una nimiedad.
Puedes tirar todas mis cosas.
Romper todos mis deseos
y usar tu autoridad.
Te imaginaste, no sé andar,
yo no me quejo, qué más me da.
Quieres que escuche
y no paras de largar.
Y tú te crees que eres mi juez,
y yo te digo "que te den", ya ves.
Sin rencor, porque soy elástico.
Puedo encogerme,
pensar como yo quiera.
Sentir a mi manera
y actuar con libertad.
Puedo llegar a las alturas,
bajar a la llanura
y ser como uno más.
Y te imaginas que no sé andar,
yo no me quejo, que más me da,
quieres que escuche
y no paras de largar.
Y tú te crees que eres mi juez,
y yo te digo "que te den", ya ves.
Sin rencor, porque soy elástico.
Y tú te crees que eres mi juez,
y yo te digo "que te den", ya ves.
Sin rencor, porque soy elástico.
Cuando vas a comprender
que a un ser elástico
no puedes romper.
Cuando vas a comprender
que a un ser elástico
no puedes romper.
No puedes, no puedes,
no, no, no puedes,
no puedes romper.
No puedes, no puedes, no, no,
no puedes romper.
(Música)
Esclavas
de lo cotidiano.
Esclavas de lo familiar,
de lo mundano.
Esclavas por un cromosoma.
La letra escarlata,
la costilla de Adán
o una manzana.
Esclavas
de libros de historia
mal documentados.
Esclavas
de lo cotidiano.
Esclavas
de un cuerpo fértil,
atractivo y sano.
Esclavas de María y José
y todos los santos.
Invisibles tras los siete velos
a la fuerza colocados.
Esclavas
de la paridad occidental
mal entendida.
Esclavas
de lo cotidiano.
Esclavas
de las modas,
de los medios tan ufanos.
Esclavas
madres de este mundo,
consumidas en las redes,
en esquinas, en burdeles
por segundos.
Esclavas
a cuentos de hadas
sutilmente golpeadas.
Golpeadas.
Golpeadas.
(Música)
Su madre, pura criolla.
Sangre, tan a sangre india.
Que corría por las venas.
De aquella yegua argentina.
Heredó sus ojos negros.
Y una "añata" bien romana.
Que en la primera pelea,
de un piñazo hicieron chata.
Para ser un tipo de antes.
De los de betún, gomina.
Pero el negro Antonio no.
No baila en milonga fina.
Que escucha rock nacional.
Los redondos de ricota.
Para volver a los 20.
Pa' romper bien las pelotas.
(Música)
Y ya con el pelo cano.
Pocos amigos le quedan.
Los pasos algo de hierba.
Y acordarse del pasado.
Seductor, pintón, canchero.
Como él se definía.
Tu juventud toda fuma.
Y entre bronca y bronca, mina.
Para ser un tipo de antes.
De los de betún, gomina.
Pero el negro Antonio no.
No baila en milonga fina.
Que escucha rock nacional.
Los redondos de ricota.
Los abuelos de la nada.
Y cómo no, a Charlie García.
(Música)
(Trompeta y guitarra)
(Maracas)
(Guitarra)
No soy un arbolito frutal.
Que soy un arbolito fatal.
Bajo mis ramas no, no,
no te equivoques, mi amor.
Poco alimento tú vas a encontrar.
Frutos como el peral.
Ni frutos secos como el nogal.
No te equivoques, mi amor,
bajo mis ramas no, no.
Bajo mis ramas no te cobijarás.
(Música)
(GRITA)
No soy naranjo
ni almendro en flor.
Tampoco soy un sauce llorón.
No me vaciles, chaval,
y menos aún con mi edad.
Que una sorpresa te puedes llevar.
No soy un arbolito frutal.
Que soy un arbolito fatal.
No se te ocurra grabar
nada en mi tronco jamás,
o en una de mis ramas acabarás.
Que soy un arbolito fatal.
Que soy un arbolito frutal.
Que el árbol...
Que el árbol...
De...
Ahorcado.
Soy. Soy.
Soy.
Soy.
(GRITA)
(Música)
No soy un arbolito frutal.
Que soy un arbolito fatal.
No soy un arbolito frutal.
Que soy un arbolito fatal.
(Música)
Dime.
Si he sido pasto de tus ojos
alguna vez.
Si he
planeado sobre tu cabeza,
aunque fuese sin querer.
Hambre.
Miedo. Dolor.
Dime.
Si es cierta tu proposición.
En las puertas de tu boca.
He querido entender.
(Música)
Dime.
Si has visto el drama
desfilando ante tus pies.
Si has
calculando los metros de falla
que te han de proteger.
Carne.
Huesos. Y piel.
Dime.
Por qué cambias tu papel.
A las puertas de tus campos.
No hay ningún cartel.
Entra y acomódate,
entra y acomódate.
Entra y aprovéchate.
Entra y acomódate,
entra y acomódate.
Entra y aprovéchate.
¡Uh! ¡Uh!
¡Uh!
¡Uh!
Dices.
Que hay que hablarlo, debatirlo,
llegar a la solución.
Sabes.
Cuánto tarda en pudrirse
un cuerpo al sol.
Compras.
Narrativa de terror.
Vendes.
La conciencia al por mayor.
A las puertas de tus campos
ya no sale el sol.
Entra y acomódate,
entra y acomódate.
Entra y aprovéchate.
Entra y acomódate,
entra y acomódate.
Entra y aprovéchate.
¡Uh!
¡Uh!
¡Uh!
¡Uh!
Besos, besos.
Huesos, huesos.
Huesos, huesos.
¿Eres o no huesos?
Unidos por muy poca piel.
(Guitarra)
En aquella ratonera,
que nunca la hizo feliz.
Marta, Martita, pasaba
otra noche sin dormir.
Pasaba la noche entera
buscando dónde guardar.
Las penas, las amarguras.
Pa' tener la fiesta en paz.
Y pensó: "En 'emplacar'
los cajones del ropero".
Pero estaba todo lleno,
no le cabía más na'.
También pensó en las cajitas,
los botes, en los floreros.
No era suficiente el hueco
para tanto que guardar.
(Bombo)
(Batería)
(Música)
Y una noche, qué cansada.
Ya de tanto rebuscar,
la alcanzó la madrugada.
Recostada en el sofá.
Miró fija la heladera
pensando dónde andará
la botella que Mireya
le compró por Navidad.
Se encaminó decidida,
la senda estaba bien fría.
Se tragó la medicina
de un trago, sin respirar.
Y tras beber los cristales
vio clara la solución.
Un empujón a los males
y congeló aquel dolor.
(Música)
La nevera hacía ruido.
Hubo que descongelar,
se empezó a pudrir el mundo.
Y decidió persignar.
La nevera la miraba.
¡Casi podía jurar!
Que murmuraba su nombre.
Marta, Martita, lloraba.
Y decidió que mudarse
era buena solución.
Agarró sus cuatro trastos,
de un portazo se largó.
Agarró un departamento nuevecito,
bien coqueto.
De protección oficial.
Martita hizo el completo.
Martita hizo un completo.
(Música)
(Bombo y maracas)
Y a los tres o cuatro meses,
paseando a las afueras,
reconoció su nevera.
Allá, tirada en un rincón.
Se acercó muy lentamente,
acariciando el precinto.
Y le susurró a la frente.
"No sabes lo bien que vivo".
"No sabes lo bien que vivo".
"¡No sabes lo bien que vivo!".
(Música)