2011-2016
Juradme que no habéis tenido nada que ver.
¿De qué dijeron los médicos que murió mi hermano Pedro Girón?
De muerte natural.
¿Y qué han dicho de la muerte de Alfonso?
Muerte natural.
Esto allana el camino de vuestra hija al trono.
¿Se sabe ya qué hará el rey?
Majestad, el bando rebelde está debilitado sin Alfonso,
si avanzamos ahora podríamos tener la victoria definitiva.
¿Dónde está Alfonso?
Necesito a alguien que me ayude, he pensado en tu sobrino,
Gutierre de Cárdenas.
Quiero al hijo que lleváis en vuestro vientre.
Os lo suplico.
Los partidarios de Enrique no os aceptarán,
querrán ver a su hija Juana en el trono.
Vos la conocéis mejor,
pero, ¿seguro que está preparada para lo que se le viene encima?
Ir a Guisando con vuestra esposa,
sin ella vuestra posición es más frágil.
Isabel no tiene nuestra experiencia negociando.
Conseguiremos la paz, pero no a cualquier precio.
Ninguno de nosotros irá a Guisando, Beltrán.
Quiero dejar la Corte.
Aguanta, aguanta, amigo.
¡No te vayas a ir ahora que todo ha terminado!
Traigo poderes del papa para perdonar todos los pecados y faltas
a los que han participado en esta contienda.
No os oirá, lleva días dormido.
Le hirieron por salvarme la vida.
Isabel.
¿Vos?
(Grita).
Así se hará, majestad.
Necesitamos vuestra protección,
nunca veréis a una reina rogaros domo os ruego vuestra ayuda.
Subtitulado por Teletexto- iRTVE.
El que quiera saber lo que está pasando en Castilla,
que lea.
Y el que no sepa leer, que le pregunte al cura.
Que toda Castilla lo sepa: los Mendoza por la princesa Juana.
Porque hay quien tiene interés en no hacerlo.
Porque sois terco como una mula,
cuando tenéis una opinión no la cambiáis jamás.
Cierto, no soy como vos,
que cambiáis de opinión y de bando cuando os vienen en gana.
Dejemos a un lado las cuestiones personales,
¿por dónde íbamos?
¿Y qué condiciones debe tener el elegido,
si puede saberse?
Menos mal que solo es eso,
pensé que también nos ibais a imponer el color de su cabello, su estatura,
y el tamaño de su verga.
Perdonad las formas, alteza,
pero vuestra boda es cuestión de Estado
y responsabilidad del rey.
¿Sabe dónde está la reina? -Así es.
No creo que podamos, la protegen los Mendoza en Buitrago,
a ella y a vuestra hija.
Los Mendoza juran por su honor
defender los derechos de la princesa Juana,
hija legítima del rey,
y reniegan de las negociaciones de Guisando
porque si el rey no cumple su palabra,
mal rey tiene Catilla.
Tomadlo con calma, alteza,
este tipo de negociaciones nunca son fáciles.
¿Fácil? Esta negociación es imposible.
¿Es que no os dais cuenta
de que Enrique solo quiere ganar tiempo?
Cogerá fuerzas y reunirá un ejército cada vez más grande e imbatible.
Todavía estamos a tiempo.
Vos decidís, pero os aviso:
estas negociaciones no valdrán para nada.
No seáis tan pesimista.
Precisamente tengo una buena noticia para vos.
Con el beneplácito de Roma, un buen amigo vuestro
será enviado para ayudarme en la mediación del conflicto:
Pierres de Peralta.
Tranquilo, ya me iba, os dejo con vuestros secretos.
Castilla, está llena de estos pasquines.
Los Mendoza reniegan del rey Enrique,
no solo custodian a su hija, sino también a la reina.
Así es,
y bastante trabajo nos costó separarla de su hija.
Ya tengo preparado el caballo.
Suerte en Castilla, Peralta, la necesitamos.
Tantos frentes abiertos nos están matando.
Tranquilo, majestad.
Ya sabréis las buenas noticias de la guerra con el francés:
Fernando ha ganado la batalla del Rosellón.
Sí, para ganar la guerra hará falta tiempo y dinero.
Necesitamos a Castilla como aliada,
pero una Castilla en orden, no perdida en guerras internas.
Compartimos intereses, lazos familiares.
Y fronteras. -Vos lo habéis dicho.
Así que, aprovechando vuestro viaje os quisiera encomendar una tarea.
¡Fernando!
No os esperaba antes de la noche.
Acercaos, hijo.
¿Estáis herido?
Vuestros pasos no son los de siempre, ¿cojeáis?
No me mintáis, vuestra voz también flaquea,
estáis herido.
Sois el capitán de mis ejércitos, ¿por qué lucháis como un soldado?
La baja de un soldado, la cubre otro,
pero no hay un sustituto para el futuro rey de Aragón.
Id a descansar.
Decidme ahora,
¿cuál es la otra misión de la que me hablabais?
Quiero que pactéis la boda de mi hijo en Castilla.
Necesitamos una alianza que cubra nuestras espadas.
¿Y a quién pido en matrimonio a Enrique?
No, no necesitáis hablar con él, quiero que habléis con Juan Pacheco.
Quiero casar a Fernando con su hija Beatriz.
Pero... no es de sangre regia.
Hay que estar al lado de los que mandan,
y quien manda en Castilla es Pacheco.
Cuando yo era niña jugaba con muñecas,
y con soldados.
Con los tiempos que corren mejor que vuestra hija
se acostumbre a los soldados,
le vendrá bien para cuando sea reina.
Si algún día lo es.
Lo será, en eso podéis estar tranquila.
Don Diego,
siempre os estaré agradecida por vuestro apoyo.
Guardaos vuestro agradecimiento para otros,
nada de esto lo hago por vos sino a pesar de vos.
Mi familia ha hecho más porque vuestra hija sea reina
que vos con vuestra conducta indecente.
Hija, vamos a dar un paseo.
No, quiero seguir jugando, ¿puedo?
Claro.
Hay muchas maneras de ganar las guerras,
no solo con la espada.
Necesitamos alianzas:
Francia es un gigante al lado de Aragón.
O ninguna,
a saber si fue verdad o la invención de quien lo escribió.
Hijo, necesitamos a Castilla de nuestro lado
y para eso es preciso que os caséis.
es hija de Juan Pacheco, el marqués de Villena;
el hombre que gobierna Castilla.
Simplemente tendréis que hacerle cuantos más hijos mejor,
y en eso ya tenéis experiencia.
Luego podréis hacer lo que queráis,
si ya lo hacéis como príncipe..., qué no haréis como rey.
Gracias guapa, no te vayas lejos.
Buenas noches nos dé Dios.
Prefiero que me las dé él que vos,
un desconocido solo se sienta a tu lado si quiere algo.
Cierto, pero dudo que encontréis algún desconocido
que sepa ser tan generoso como yo.
¿No seréis un bujarrón?
Tranquilo, no sois mi tipo.
Solo me interesa saber sin trabajáis para los Mendoza.
Será mejor que os olvidéis de mí.
Gracias, majestad,
pero pienso mejor con el estómago vacío.
Y vos deberíais hacer caso a vuestros médicos
y comer con más frugalidad.
¿Dónde vais?
¿No vais a recibir al enviado de Aragón?
Lo es, como también lo es el rey Juan de Aragón.
Pienso en las vueltas que da la vida, ¿sabéis que el rey de Aragón
pretendió casaros con su hijo Fernando?
Cuando teníais tres años.
Llegó a pedir una bula al papa porque sois primos,
pero Roma no concedió el permiso de boda.
Sí, a Enrique tampoco le fue fácil conseguir la bula
para casarse con la reina Juana, que también es prima suya.
Preguntad a Véneris que siempre saca tajada de ello.
¡Ah! Ahí está Peralta.
Bienvenido.
Eminencia. -Peralta.
Os traigo recuerdos de su majestad el rey de Aragón.
Dadle los míos en cuanto lo veáis.
Si salís lograr salir vivo del tedio de esta negociación.
Os presento a doña Isabel de Castilla.
A sus pies, alteza.
Don Gonzalo...
No agotemos a nuestro invitado con las presentaciones,
después del viaje querrá comer algo y descansar.
Nada me apetece más.
Acompañadme.
Necesita una copa de vino.
Queréis que mi hija case con Fernando de Aragón.
Parecéis sorprendido.
No, pensaba qué me ibais a pedir a cambio,
y no debe ser poco
para que un rey case a su hijo con la hija de un marqués.
Veo que no os andáis con rodeos.
Dejadme adivinar: queréis que me encargue
de que Castilla nunca se alíe con Francia,
eso rodearía Aragón de enemigos.
¿Podríais conseguir eso de vuestro rey?
Yo de Enrique consigo lo que quiero.
¿Y apoyo militar en caso de necesidad?
Si el rey de Aragón paga los gastos de la boda.
Sin problema.
Entonces brindemos por Fernando y por mi hija.
Querréis conocer a la novia.
Por supuesto, pero... con la mayor discreción posible.
Quisiera que se llevasen en secreto las negociaciones de la boda.
Nadie guarda un secreto como yo.
¿Por qué tenéis tanto interés en saber sobre el tema, Chacón?
Me alagáis con vuestras palabras.
Dadme una razón para hacerlo.
Pagar más de lo que me paga Pacheco, estoy harto de sus maneras.
El futuro siempre es incierto.
Concretad una oferta ahora.
La quiero firmada por la propia Isabel.
El papa nunca la firmó.
Si se supiera...
¿Por qué creéis
que Enrique es el rey cristiano que más paga a Roma?
No es por su fe, os lo aseguro.
Castilla dona a Roma generosos fondos para la guerra contra el infiel.
¿Sabéis de alguna batalla contra el moro últimamente?
Enrique paga por el silencio
y Roma hace palacios con el oro de Castilla.
¿Estáis seguro que no nos hemos perdido?
Hay que dar un rodeo, si nos ve la guardia estamos jodidos.
Además, no vamos precisamente a palacio.
¿A dónde vamos, pues?
A un claro donde la dama suele ir a pasear a estar horas.
Ya hemos llegado.
Mirad lo que os dije con vuestros propios ojos.
La asumimos.
Toda esposa debe guardar lealtad a su marido.
Con vuestro permiso, majestad.
¿Podemos continuar?
Los acuerdos están firmados.
¡Viva el rey! -(Todos): ¡Viva!
¡Viva Castilla! -(Todos): ¡Viva!
¡Viva la princesa de Asturias! -(Todos): ¡Viva!
¿Malas noticias?
Las peores.
Isabel va camino de Ocaña, nueva sede de la Corte,
y reconocida por el rey como su heredera.
Enrique ha cedido.
Como siempre.
Sí, pero esta vez no ha elegido bien a su enemigo.
No contará con mi ejército ni con mi lealtad.
A ver cuánto tiempo aguanta.
No, esto es solo una jaula dorada,
las decisiones las seguirá tomando Enrique
en Segovia o en Madrid.
Lo soy, tarde o temprano Enrique y Pacheco os traicionarán.
Recordad esas palabras cuando eso ocurra,
porque no estaré aquí para deciros: "ya os lo decía".
¿Nos dejáis? -Así es.
Seguid con vuestros sueños, señora,
y si algo os amenaza hacédmelo saber,
estaré en mi castillo de Yepes, a apenas 14 millas de aquí.
No permitiré que le pase nada a Isabel,
como le pasó a su hermano Alfonso.
Isabel es la última esperanza de Castilla.
Pero, os aviso, si tengo que volver será por una cuestión de fuerza.
Y si eso ocurre cambiarán las reglas del juego,
se hará lo que yo decida.
No habéis probado bocado.
Majestad, debemos organizarnos y pensar en el futuro.
Aunque de eso tal vez sería mejor hablar a solas.
¿Qué insinuáis?
Todo el mundo sabe que vuestra esposa es la mejor amiga de Isabel.
Sí, es verdad.
Tanto como que mi lealtad por su majestad es inquebrantable.
Lo primero es recuperar la confianza de los Mendoza,
que sepan que pensamos como ellos,
que el futuro de vuestra hija es nuestra prioridad.
Alejar a Isabel de Castilla, es una amenaza para vos.
Tengo un plan
con el que conseguiremos las dos cosas.
Un plan que necesita tacto, tiempo y discreción.
Lo que yo diga aquí no saldrá de estas paredes.
Lo juro por mi vida que así será.
Y yo juro por la vuestra que eso espero.
Cómo me alegro que todo haya salido bien.
Y yo.
¿Pues quién lo diría?
Tenéis una cara más triste que la Virgen de las Angustias.
Ha sido un día duro.
Venid aquí.
¿No saludáis a nuestro niño?
O niña.
Me da igual lo que sea,
solo sueño con que nazca bien.
Pensar que tendrá como reina a Isabel me parece maravilloso.
Ojalá sea así.
Lo será, ¿cómo podéis dudarlo?
Veo que sigue sin preocuparos
que os puedan excomulgar por practicar la alquimia.
Por Dios, Peralta, que soy el arzobispo de Toledo.
Probad esto.
¿Qué lleva?
No queráis saberlo, pero confiad en mí,
da una energía inusitada.
Os vendrá bien para viajar del tirón hasta Segovia.
Entonces la necesitará el caballo más que yo.
Siento lo ocurrido, Carrillo,
me cuesta guardar secretos con un amigo de Aragón como sois vos.
No hace falta que digáis nada,
entre hombres de palabra como nosotros
es mejor callar que mentir.
Además, estoy retirado de momento.
¿Retirado vos? No me lo creo.
¿E Isabel?
Isabel es como el barro,
necesita que alguien la moldee para ser una buena vasija.
Enrique y Pacheco están jugando con ella.
Isabel aún no lo sabe, pero pronto me necesitará.
¿Puedo daros un consejo de amigo?
No sé qué extraños negocios os traéis con mi sobrino Pacheco,
pero, tened cuidado no os fiéis nunca de él.
¿No veis que estoy ocupado?
No, no, yo ya me voy.
Así que este bebedizo da fuerza, ya me imagino para qué la queréis.
Buena suerte.
Lo mismo os deseo, amigo.
¿A qué esperáis?
¿Seré reina?
Futura reina de la Corona de Aragón.
(Ríe): Sí, sí.
Entonces, transmitiré a mi rey la noticia.
Si hay algo que queráis saber.
¿Puedo? -Preguntad, hija, no tengáis reparos.
Gracias.
¿Es Fernando un joven apuesto y valeroso como se dice?
Lo es.
¡Ay! Me dan ganas de salir y contárselo a todo el mundo.
Hija, si queréis ser reina debéis de ser discreta.
Lo sé, padre, era una manera de hablar.
Sabéis que siempre os obedezco.
Si para ser reina solo debo guardar silencio,
estúpida sería si no callara.
Gracias, hija.
Dejadnos solos, tenemos cosas que hablar.
Disculpad tanta familiaridad de mi hija,
es una joven llena de vida.
Tranquilo,
probablemente yo reaccionaría igual si me dijesen que voy a reinar.
¿Qué pasos debemos seguir a partir de ahora?
Partiré a Aragón hoy mismo para dar la buena nueva.
Haré redactar las capitulaciones de la boda
y os las traeré personalmente a su debido tiempo.
¿Cuándo será eso?
En cuanto la guerra con Francia nos deje un respiro.
Pero creed en mi palabra, esta boda se hará.
Es deseo expreso del rey de Aragón.
¿Vais a intentar casar a Isabel con Alfonso de Portugal?
¿Otra vez? -Así es, excelencia.
¿Y cómo lo convenceréis?
Ofreciéndole otra boda al mismo tiempo,
la de su hijo don Juan con la princesa Juana.
Isabel ya se negó una vez a casarse con Alfonso,
¿cómo conseguiréis que ahora acceda?
Retrasaremos las Cortes hasta tener la seguridad
de que Alfonso de Portugal acepta nuestra oferta.
En esas Cortes lo que se votará
no será su confirmación como princesa de Asturias,
sino su boda con el rey de Portugal.
Isabel solo tendrá dos opciones:
o casarse con el rey de Portugal o no ser nada.
Sí, lo tendréis,
pero cuando vea meterse a Isabel y a Alfonso de Portugal
en la misma alcoba,
cosa que dudo.
Y yo llevo tiempo esperando más de vuestra majestad.
Os avisé de que os equivocabais y no me hicisteis caso,
pese a eso os fui leal hasta que negociasteis con Isabel
tras hacernos jurar defender a vuestra hija
y un Mendoza ¡nunca jura en vano!
Conseguid vuestros planes y os apoyaré.
Hasta entonces solo prometo no mostrar beligerancia con la Corona
y, por supuesto, seguir protegiendo a vuestra hija.
Qué, por cierto, os está esperando.
Acompañadme.
¿Qué hacéis aquí? Os prohibí que vinierais.
Necesito hablar con vos.
Enrique, Enrique, por favor.
Por favor, Enrique, por favor.
Por favor, escuchadme, Enrique.
Señora, conserváis una figura envidiable.
Embarazada, y feliz.
Os felicito,
conozco todos vuestros éxitos por boca de mi marido.
Dicen que esos son los efectos que causa la política,
tened cuidado no os vaya a pasar a vos.
Cuando estoy triste, pienso en ellos para animarme.
Nada me gustaría más
que presentar mi hijo a vuestra señora madre.
Contadme, ¿qué tal con Chacón sigue tan gruñón como siempre?
¿Y Gonzalo, ese muchacho tan apuesto que era el doncel de vuestro hermano?
¿Le ha pasado algo?
Son buenas noticias, ¿por qué las decís tan triste?
Hombre, la verdad es que no tiene una belleza delicada
pero es simpática, fuerte...
No, ha dicho fuerte, no reinterpretéis sus palabras.
¿Cómo son sus caderas? -Anchas.
Bien, con vuestro tiro y sus caderas parirá buenos hijos.
Me pareció una joven dispuesta y voluntariosa.
Y es hija del hombre más poderoso de Castilla, suficiente.
Como casamentera no tendríais precio.
Lo siento, no había visto nunca a vuestro hijo así.
Ni yo, y sé la razón;
sé de sus muchas amantes y nunca me han preocupado.
Eran mujeres de una noche, de una semana.
Ahora no, ahora lleva mucho tiempo con esa tal Aldonza, ¿la conocéis?
Es una noble catalana, de Cervera.
¿Es guapa?
Lo es.
Debe ser algo más que guapa,
si no, no sería un peligro para nuestros planes.
Calmaos,
cuando vuestro padre os lo propone, sus razones tendrá.
Prefiero saber que os pierdo porque os casáis
que porque morís en una batalla.
A veces tengo temperamento.
Gracias, señor.
Cierto,
otro que en vez de monedas ha cobrado en palos.
De cada tres ciudades que el rey os concedió
para vuestro usufructo, apenas paga una.
Esto es cosa de Pacheco.
Sí, alteza.
Siento que hayáis esperado meses para lograr este encuentro,
mis dominios en África requerían mi atención.
Gracias por vuestras disculpas, pero no son necesarias.
Vos como rey decidís cuándo y con quién compartís vuestro tiempo.
¿Qué os parece nuestra oferta?
Interesante, no lo niego.
Pero vuestro rey ya me hizo quedar en ridículo una vez:
ser despreciado por esa niña.
No volverá a pasar, os lo juro.
Os admiro, sois tenaz y ambicioso; nunca dais nada por perdido
y sois atrevido.
No os ha importado viajar hasta aquí aún sabiendo que me quejaría.
La ocasión merecía ese riesgo.
¿Aceptáis?
Necesito tiempo para pensar.
Partid para Castilla,
que allí os enviaré un mensajero con mi respuesta.
Retiraos.
Como gustéis, majestad.
Por cierto, Pacheco, ¿cómo está mi hermana?
Me preocupa,
la última vez que la vi, aquel nefasto día,
la encontré muy delgada.
No os preocupéis, ha engordado un poco.
(Esfuerzos al parir).
¿Qué le pasa a mamá?
Nada, preciosa.
Tranquila, mi vida, tranquila.
(Llanto de niño).
Ya está, ya ha pasado todo.
Enhorabuena,
es un niño muy fuerte, igual que su madre.
¿Cómo está?
Todo lo bien que se puede estar después de haber dado a luz.
No os preocupéis.
(Esfuerzos al parir).
Que viene otro. -¿Otro?
¿Le queda bien?
Perfecta,
como si fuera rey de Sicilia de toda la vida.
Tranquilo, no hace falta llevarla todos los días.
Ser rey está en el corazón y en la cabeza,
no en lo que os pongáis encima de ella.
Os lo ordeno.
¿Por qué?
Os lo merecéis, sois mi hijo, mi mejor capitán
y hasta mi lazarillo cuando hace falta.
Id a disfrutad de los días que os quedan como príncipe
con esa amiga vuestra.
Sois zorro viejo, majestad.
Más viejo que zorro, y ciego como un murciélago,
pero no soy tonto.
Algo tenía que darle a mi hijo a cambio de una boda obligada.
Para colmo, le animáis a que se divierta con Aldonza;
¿no os preocupaba tanto?
Conozco a mi hijo:
si le prohíbes algo, más ganas tiene de conseguirlo.
¿Habéis mandado a Pacheco un mensaje con la noticia?
Sí, majestad.
Debéis pedir permiso antes de entrar, hija.
Lo siento, no lo he podido evitar, padre.
Estoy nerviosa por saber de mi boda.
¿Qué os tengo dicho?
En tiempos de malas noticias, mostrad vuestra mejor sonrisa.
Y en tiempos de buenas, disimulad vuestra alegría.
Hay que aprender a controlar las emociones,
cuando las muestras te haces débil ante el enemigo.
¿Y es tiempo de buenas o de malas noticias?
Tomad asiento.
Acaba de llegar este mensaje de Aragón,
ya no os vais a casar con un príncipe.
¿No?
¿Qué pasa?
¿Esa cara?
Lo siento.
Es que hacía tanta ilusión...
No os vais a casar con un príncipe porque lo haréis con un rey.
Fernando va a ser nombrado rey de Sicilia.
Perdonad que no me controle, ¡pero es que soy tan feliz!
Yo también soy muy feliz, hija.
Llorad, reíd,
haced lo que os de la gana porque vais a ser reina
y una reina se lo puede permitir todo.
Llegará, y será buena;
simplemente nos hace esperar para mostrar su orgullo.
¿Y eso os preocupa? Ella es la que debería preocuparse.
Porque sé que nuestros planes llegarán a buen puerto.
Con vuestro permiso, majestad.
Noticias de Portugal.
Nada les faltará, majestad.
Perfecto, ya os lo dije.
Es hora de convocar las Cortes.
No lo entiendo.
Lleva meses sin cumplir su palabra en nada,
ni siquiera responde a nuestra solicitud
de reunirnos con él.
Ahora, convoca Cortes de inmediato.
¿Qué estáis haciendo?
Marcho a Ocaña, donde debo estar con Isabel;
me nombró capitán de su guardia.
Dejad que os acompañe, quiero ser vuestra guardia.
Sé que solo soy uno, pero menos es nada.
Además, algo me dice que una gran aventura nos espera.
Leéis demasiados libros de caballerías.
Imaginaos, lo mismo inspiramos nosotros alguno.
Perdería más tiempo en convenceros de que no vinierais
que en llegar a Ocaña andando, ¿verdad?
No tengáis ninguna duda.
Muy bien, mañana hay Cortes de Castilla
e Isabel será confirmada princesa de Asturias.
Quiero ver su alegría con mis propios ojos.
Esperemos.
¿Os pasa algo?
Tomo la palabra para anunciar que por gracia de su majestad el rey
se rebajarán los impuestos en una tercera parte.
Quiere tener contentos a todos.
No será posible,
marchó nada más acabar la sesión de Cortes.
Así lo haré, alteza.
Alteza, tenéis una visita.
Alteza.
¿Cuándo veremos a la novia, doña Isabel?
Esperaba verla en esta recepción, ¿hay algún problema?
Me alegra oír esas palabras.
Sobre todo, después de la experiencia anterior
con su majestad, el rey de Portugal.
El mayordomo de palacio os acompañará a vuestros aposentos,
necesitaréis descansar un poco.
Esta noche os daremos el agasajo que os merecéis.
Gracias, majestad.
Pero antes de marchar os aviso:
tenéis siete días para arreglar esta boda.
Pasado este tiempo tengo orden de volver a Portugal.
Eso espero, y mi rey también.
Me ordenó que os entregara esta misiva
para que os quede clara su urgencia.
Os dejo, para que la leáis con calma.
Recordad, siete días.
Cuando gustéis.
Aceptará la boda, os lo aseguro, pero antes necesito un favor de vos.
Convocad a Chacón y a Cárdenas,
proponed reuniros con ellos en respuesta a la carta de Isabel,
decid que preferís hablar con ellos que con Isabel.
Y no las habrá.
Cuando lleguen a Segovia, ordenad que les arresten.
Carrillo les abandonó hace tiempo, yo necesito estar a solas con Isabel.
Sois consciente
de que utilizaré la fuerza si es necesario.
Será mejor que volvamos a Ocaña cuanto antes.
Lo siento, pero no es posible.
Lleváoslos.
No me hagáis esto más difícil, excelencia.
¿Qué hacen dos soldados custodiando a Chacón y a Cárdenas?
Tengo que desvelaros un secreto.
Tal vez nuestro hijo no vea reinar a Isabel.
¡Vamos moveos, prisioneros! -¡Vamos, abajo!
¡Moveos!
¡De rodillas!
¡De rodillas!
Excelencia, el palacio está asediado.
Vamos.
¡Seguidme!
¡Arriba, vamos!
Apresad a todo hombre que esté armado.
Marqués,
¿cómo vos por aquí?
Visita de cortesía, traigo mensaje del rey.
Me alegra veros sano.
Es un honor que el marqués de Villena se preocupe por un simple soldado.
Y ahora si me disculpáis. -Por supuesto.
Detenedle.
Daos preso.
Ni lo intentéis.
¡Ayuda!
Coged vuestra espada, rápido, hay que salir de aquí.
¡Firmad el consentimiento a vuestra boda!
Si mañana por la mañana no lo habéis hecho
os llevaré a Segovia
y os encerraré en la torre del Alcázar.
Yo mismo os arrojaré de allí si hace falta.
Vuestra madre está loca, así que bien podía estarlo su hija,
y los locos hacen a veces cosas extrañas en sus desvaríos.
Mañana por la mañana,
ese es el límite.
Pacheco y sus hombres han tomado palacio.
¿No tenemos ninguna posibilidad de victoria?
Lo importante es salvar a Isabel, y si no, Carrillo puede ayudarnos.
¡Alto, guardias! -Marchaos, Isabel os necesita.
Es la hora, corred, ¡corred!
¿A qué esperáis, hijo de puta?
(Grito).
No os lamentéis,
lo importante es aprender de los errores cometidos
y enmendarlos.
Guardad vuestras energías para mejores pensamientos.
Como siempre dice Isabel, Dios está de nuestro lado.
¡Eminencia! -Dejadle pasar.
¿Qué ocurre?
Pacheco ha entrado en Ocaña con la guardia real,
tienen retenida a Isabel.
¿Chacón y Cárdenas? -En Segovia, con el rey.
Sabía que pasaría.
Tenemos que ir en su ayuda, eminencia,
Sí, y no iremos solos, os lo juro.
¡Alto!
(Griterío).
(Grita): ¿Firmaréis o no firmaréis?
No os he oído.
Vos lo habéis querido.
Pasaréis encerrada el resto de vuestros días.
Y os aseguro que no serán muchos.
Ni se os ocurra, o sois hombres muertos.
¿Estáis bien?
¿Qué hacéis aquí?
Negociar, pero a mi manera.
Os equivocáis, Chacón e Isabel os traicionarán.
Eso ya lo veremos.
Id a Segovia con esos dos guardias, son los únicos que quedan vivos.
Y decir a Enrique que libere a Chacón y a Cárdenas
y que si vuelve a amenazar a Isabel
yo mismo llevaré mi ejército a Segovia,
a Madrid, o donde quiera que esté.
Y no me importará que sea el rey
porque le haré pagar ojo por ojo y diente por diente
todo el daño que ha hecho.
Os dije que no sería tan fácil.
¿Y Pacheco, no va a venir?
Me encantaría comentar con él lo sucedido.
Bien hecho.
Ya que no ha sido capaz de hacer su tarea,
que sufra el mal trago.
Hay que tomar decisiones,
esto no puede continuar así o Castilla será el hazmerreir.
No se puede humillar a un rey,
y menos dos veces, como hemos hecho con Alfonso.
Llevo preocupado desde hace mucho,
pero a veces pienso que es en vano,
sobre todo
si seguís poniendo vuestra confianza en manos de un hombre como Pacheco.
Si no se cumple una condición esencial.
Defender que vuestra hija es la heredera de vuestra Corona.
No, no necesariamente.
El rey de Francia busca esposa para su hermano,
el duque de Guyena, es de edad parecida a la de Isabel.
¿No es esa una de las condiciones que pone a sus pretendientes?
Bueno, pues sigámosle el juego.
El rey Luis estaría encantado de que su cuñada fuera castellana.
Sería la mejor manera de acabar ganando la guerra a Aragón:
asfixiando al rey don Juan por el norte y por el sur.
Si se vuelve a negar
habréis de prometer igualmente al rey de Francia
que nuestros ejércitos lucharán junto a ellos contra Aragón.
Porque a cambio él nos enviará a los suyos
para acabar con Isabel y su gente.
Pero necesario,
ya habéis visto que no valen ni componendas ni pactos.
Hacedme caso y pronto Isabel será...
una anécdota.
Sí, señor, ha parido gemelos.
En cuanto llegue a Buitrago la echaré de mi casa.
Disculpad, alteza, hay alguien que desea veros.
Ahí la tenéis, gracias a vuestros manejos.
No sé ni cómo os he dejado entrar.
Sí, y rezo cada día para que dejéis de serlo.
Fuera, Enrique.
¿Ocurre algo?
No, de momento no.
Alteza, Chacón y Cárdenas están aquí.
No antes de que me escuchéis.
Cuando marché de aquí camino de Yepes
os dije que si volvía por causa mayor las reglas del juego cambiarían.
¿Os acordáis de ello?
¿Y asumís que debe ser así?
Bien, os diré lo que haréis.
Os quedaréis aquí, en Ocaña, con Isabel.
Os dejo para vuestra seguridad mis mejores hombres.
Y no negociéis nada con nadie hasta que yo vuelva.
Donde se pueden solucionar nuestros problemas.
¿Quieren casar a Isabel con el duque de Guyena?
Así es, y ya sabéis lo que supone eso para los intereses de Aragón.
¿Y cómo no sabíamos nada?
Pacheco no ha dado noticia. -Os dije que no os fiarais de él.
Decidme, majestad, ¿qué tratos teníais con mi sobrino?
Creo que nuestra amistad y la información que os traigo
merecen una respuesta a mi pregunta.
Estábamos negociando la boda de Fernando con su hija.
¿Con Beatriz?
No os engañéis,
para esposa de Fernando hay una candidata mejor que ella.
¿Quién?
Isabel.
Tiene sangre de reyes, tiene la edad de Fernando
y acabará poniéndose sobre su cabeza la Corona de Castilla.
Muy seguro os veo de eso.
Por mi vida os lo juro: Isabel será reina.
¿Qué os parece, Peralta?
Lo que vi de ella me gustó, tiene carácter y determinación,
y a vuestro hijo le gustará más que Beatriz,
os lo aseguro.
Pensadlo bien, majestad.
Vos ayudáis a mi causa y yo a la vuestra.
Y pronto Castilla y Aragón compartirán reyes,
como siempre hemos soñado.
Beatriz Pacheco tal vez sea el presente
pero Isabel es el futuro.
Se han visto hace dos días unas tropas entrar en Catilla.
Soy un hombre, un rey,
y me aferraré a un clavo ardiendo para seguir siéndolo.
Siempre ha habido y habrá guerras,
lo importante no es la guerra, sino que la causa sea justa.
Y la vuestra lo es.
Carrillo será a Isabel lo que Pacheco a Enrique.
Soy el rey de un reino pobre, por eso necesitamos esta boda.
¿Os gusta, padre?
¿Aceptáis que sea Fernando vuestro esposo?
¿Seguís queriendo casar a mi hija con Fernando?
Por Aragón os lo pido, ganaos a esa mujer.
Isabel y Fernando son primos,
habrá que contar con la aprobación del papa.
Paso a paso, Peralta.
Así es el duque de Guyena en persona.
Espero que disfrutéis tanto con Isabel como conmigo.
La delegación francesa pone fecha para negociar la boda con Isabel.
Jurar por Dios en vano y engañar a su mejor amiga
son dos cosas que Isabel no es capaz de hacer.
¡Es una cría, por el amor de Dios, es una maldita niña
y está haciendo con todos nosotros lo que quiere!
¡Solicito una orden para detenerla en Madrigal!
(Grita): Dónde está. -Se fue.
¡Se fue! ¿Adonde?
Subtitulación realizada por Cristina Rivero.
Fernando de Aragón busca esposa en Castilla, necesita aliados que le den poder y llenen sus arcas mermadas. Mientras, Isabel, lucha por no ser casada con algún rey europeo que la lleve lejos de Castilla. El futuro de estos dos jóvenes cada vez está más cerca.
Histórico de emisiones:
15/10/2012
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¡Pues para desagradarle la muerte (como afirma hacia 22:20) mucha causó, allende los mares y en propio suelo peninsular!
Hola! Que ha pasado con la segunda temporada? Ya no esta disponible?
Hola me registre y no puedo abrir los vídeos soy de chile estoy de mi iphone 4s quien me ayuda por favor.
Susana, los que vemos esta serie no lo hacemos por morbo. La historia de Isabel fue interesante, pero si solo se la pasaran en guerras y conflictos, los espectadores se aburrirían. Las escenas de sexo agregan algo de emoción. Por ejemplo, los soldados en verdad violaban mujeres en el camino ya que pasaban meses de abstinencia. Lo del amante de la reina Juana fue verdad
Me gustaria ver la serie desde el principio..me al clicar en los videos no me deja.....estoy en UK, como puedo acceder a ellos????
Saludos desde Chile, la tv estatal acaba de terminar de exibirla, pero la ha cortado de una manera muy poco decorosa. He tratado de verla aqui, pero me quedo pegado en el capitulo 6 que no aparece, sino los clips. Podran arreglarlo?, esta buenisima. Gracias
Vivo en Suiza y tampoco puedo ver este capitulo!!! Que hago? Me quedó a medias???? Muy mal!!
Un gazapo en el capítulo 6: el rey de Aragón dice a su hijo Fernando que éste ha sido su lazarillo cuando lo ha precisado. Se llama "lazarillos" a los guías de los ciegos a partir de la publicación del "Lazarillo de Tormes", hecha en 1554, muchos años después de cuando esta escena se sitúa.
A Silvia le va esto. Te importan mas las escenas de sexo que la historia. Mija el sexo dura solo unos minutos, saber de historia te instruye, te da oportunidad para conversar y lo que aprendes te dura para toda la vida. No me tomes a mal, el sexo es parte de la vida en una relación de pareja, pero no lo es todo y no todo gira alrededor de el. Gracia
Susana, te recomiendo que veas los Tudor. Es una serie histórica inglesa, y sus escenas de sexo son más abundantes y explícitas que las de esta serie, bastante más.