Antonio, el último baile (1996)

Se cumplían sus bodas de oro con la danza, cuando se retiró de los escenarios. Antonio, el bailarín decía adiós a toda una vida ligada al baile, al flamenco, a la danza española. Fue en la ciudad japonesa de Sapporo, atrás quedaban días de gloria, de piruetas imposibles en el aire, días de arte y pasión. Su nombre estuvo ligado durante más de 15 años, al de Rosario, convirtiéndose bajo el apodo de los chavalillos sevillanos en embajadores del arte español a un lado y otro de nuestras fronteras. Narcisista, egocéntrico, vanidoso, de difícil carácter decían sus amigos. Antonio era a la vez constante, tenaz, un artista genial. Informe Semanal recordaba en su muerte, a una leyenda del baile.