El 27 de marzo de 1994 Mari Angeles Feliu era liberada por uno de sus secuestradores.
Atrás quedaban casi 500 días en los que la farmacéutica de Olot había permanecido en un zulo de metro y medio de ancho y lleno de humedades. 12.000 horas interminables que mitigaba con el recuerdo de su familia. Durante ese tiempo, sólo comía una vez al día, dormía en un colchón mojado y se cambió de ropa en contadas ocasiones. Tras su liberación, Mari Angels dio muchos detalles sobre su cautiverio aunque los psicólogos le diagnosticaron el síndrome de Estocolmo hacia uno de sus carceleros. Diez años después, vería a quienes le habían segado la vida, sentados en el banquillo. Cinco de ellos fueron condenados y tres, absueltos. El reportaje de hoy se centra en ese momento previo al juicio. Era la hora de la justicia.
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