Dirigido por: Ana María Peláez
Serie de documentales sobre los personajes más destacados de la cultura española del siglo XX cada semana en La 2 y en RTVE.es. Dirigido por Ana María Peláez
(LLORA) ¡Un poco de ayuda, por favor!
¡Un poco de ayuda!
(HABLA EN INGLÉS)
Me echó las cartas, ¿sabes?
Y salió el as de espadas.
-Qué suerte.
-El as de espadas significa desgracia.
(GRITA)
¡Fuera!
¡Fuera esta mancha!
¡Fuera, digo!
Si yo no he salido a la calle hace 50 años,
desde que me quedé viuda,
no ha sido por capricho, sino porque me daba vergüenza
que me vieran todos los vecinos que estaban asomados a los balcones
para criticar a los que salían.
Debes comprender que si a veces estoy violenta contigo
es por lo mucho que te quiero,
porque me da pena que un hombre que vale lo que tú
lo traten como a un cualquiera y le den un sueldo ridículo.
Te hubieras abierto camino en cualquier cosa y cualquier sitio.
(SOLLOZA) Toma, suénate.
"Doña Irene, ¿usted es de las derechas?".
Otras, alguien pregunta: "¿Usted es de la izquierda?".
Y yo respondo a todos con la sonrisa en puerta:
"Tan solo soy dos cosas,
una actriz y una abuela".
¿Llegó ya la niña de mi alma?
-No. -¿No?
Pero ¿es que son los carnavales?
¡Uh! ¡Cómo tengo la cabeza!
Si yo creí que íbamos para la Semana Santa.
Esta saga surge desde el bisabuelo,
que... creo que era linotipista o no sé exactamente
qué oficio tenía, pero que empezó a hacer teatro.
Y... ya sus dos hijas...
tanto Leocadia Alba, que era tía abuela nuestra,
o Irene Alba, que era nuestra abuela,
empezaron con él a trabajar...
(CANTA)
¿Era cantante o era actriz?
Y luego, bueno, cuando o perdían la voz
o perdían la oportunidad o las facultades,
eso ya no sé por qué razón, pasaban a hacer
el género que se llamaba "de verso",
que no es que fuera en verso, sino que qué era, claro,
texto nada más.
La abuela, que tenía mucho prestigio en comedia
formó compañía con un actor de entonces, Juan Bonafé.
Era una compañía que tenía éxito y...
y que se mantenía muy bien y era una época, digamos...
(RÍE) ...gloriosa dentro de la familia.
Pienso muchas veces lo que debió ser para...
para mi abuela y para su hermana, para Leocadia y para Irene
ser actrices en el siglo XIX...
siendo mujeres.
Lo difícil que debió ser para ellas abrirse camino.
-Y han sido mujeres luchadoras, fuertes, cabezas de familia
eh...
y con una grandísima vocación
y siempre subidas a un escenario.
Pero no solo por eso, sino porque llevaban un repertorio,
un repertorio largo que había que estudiar.
Quiere decirse que podían llevar siete u ocho funciones montadas.
No es como ahora, que se hace gira, pero con una sola función.
Y sacar adelante como pudieran aquellos espectáculos,
que, a su vez, en muchos lugares de los que estaban contratados
ya no los admitían porque la figura central había desaparecido,
me parece terrorífico.
Doña Rita.
Mi madre decidió quedarse en Madrid, naturalmente.
Ella era de Buenos Aires.
Eh... Tenía la oportunidad de... de...
de que la embajada argentina la sacase de aquí,
pero ella no quiso de ninguna manera, claro.
Y se... sin... porque los hombres no podían salir, claro.
Ni mi abuelo, ni papá...
Mi madre dijo: "No, nos quedamos en Madrid,
naturalmente, y lo que pase...
pues pasará para todos".
Es lo primero que recuerdas de tu vida...
y no es fácil.
Tiene usted hasta a los fotógrafos de prensa esperando.
-¿Para qué? -Para que nos retraten juntos.
También fue por nosotras.
Piensa que cuando salían de gira nos llevaban,
pero a mi madre le interesaba que estuviéramos en Madrid
por muchas razones, por mantener la casa, porque estudiáramos...
Irene y yo.
Aparte de que también, estando en Madrid,
había la oportunidad de poder hacer cine.
El cine se hacía en Barcelona o en Madrid...
exclusivamente casi, ¿no?
Te gusta soñar a solas con que vuelves a Luzmela,
¿no es eso? Cría cuervos y te sacarán los ojos.
¿Es que no te trato como una madre?
Con que ibas a desheredarme, ¿eh?
Ibas a llamar al notario.
Anda, llámale, ¿a qué esperas?
(GIME) Si quieres, iré yo misma.
Y se podían desarrollar las compañías de repertorio
porque convivían mucho tiempo juntos, hacían diferentes obras,
diferentes papeles...
Por tanto, el actor, los primeros actores,
los más mayores de las compañías enseñaban a los jóvenes,
era su obligación, y los jóvenes aprendían.
Mi madre empezó así.
-El empresario le dijo...
le dijo a mi madre: "¿Las niñas no quieren salir en algo de esto?".
(RÍE) Irene enseguida se apuntó a salir, yo no.
Yo no me atrevía.
En el año 57 vino la otra gran catástrofe,
que fue la muerte de nuestra madre,
y que una vez más se llevó no solo...
su... su personaje de madre,
sino... la base económica también, puesto que era ella
la que estaba mejor colocada.
Yo recuerdo que noté la amargura física...
en la garganta el día del entierro de mi madre.
Me acuerdo que yo decía: "¿Qué me pasa que me arde la garganta?",
eso que dicen: "Qué amargura tengo",
esa tenía yo
ante lo que se me presentaba, ¿no?
Y, sobre todo...
por su desaparición.
-¿Puedo llevarme a calentar la comida del señorito?
-¡No! Que coma frío, así vendrá a su hora.
-"¡... María y José!". -"¡Pero qué me dice!".
-"Lo sé de muy buena tinta". -A lo que íbamos,
yo conocí a unos Villanueva que eran de Cádiz...
-Pero ¿los Villanueva, Villanueva? -Un primo fue teniente de navío.
-¡Ah! -A lo mejor...
-Mi tía Julia...
hizo mucho cine. Ella estaba encantada de hacer cine
y de no hacer teatro. A ella el teatro...
(RÍE) No quería estudiar,
le aburría mucho estudiar
y decía que el cine era un invento fantástico.
-Pero, mujer, anímate...
Eso pasa pronto. Ya ves, a mí no me quedan más que dos años
de estar en la cárcel. Claro que mi crimen
no tuvo la importancia del tuyo, pero también fue crimen,
tan crimen como el que más, y aquí me tienes, tan campante.
Era tremendamente despistada y... Julia...
(RÍE) Y nos hacía reír mucho.
Y porque vivía también en este mundo suyo de fantasía
y de comodidad.
Mientras el resto de la familia sufría...
(RÍE) ... ella vivía una vida muy cómoda.
Entonces siempre: "Y vamos a ir a casa de la tía Julia la Poderosa".
(RÍE) Me decía mi madre.
¿No es este el tercero derecha? -El tercero, que es cuarto,
el nuestro. -Pero ¿cómo el suyo? El nuestro.
Aquí está. El que nos dio... -Mire.
Cual, soy yo, tu Concheta.
Si siempre me has querido.
Di que sí, Pascual. Di que sí.
-Ni habla.
-No está bien que una chica decente venga sola a casa de su prometido.
No porque no nos fiemos de vosotros, claro, que sois los dos muy serios,
sino porque en el pueblo podían empezar a chismorrear.
Un cielo azul, limpio, sin humos.
¿Y todavía queda eso? (ASIENTE) -Creo que sí.
-Entonces, vamos.
-Vamos.
No mires.
Nosotras, gracias a Dios, somos unas personas decentes.
-¿Crees que una persona decente lleva esa fortuna en el bolso?
-¿Es decente que una mujer de tu clase
vaya con el anzuelo tras un hombre?
-¡Mi padre no es como estos infames
que venderían su alma por media bolsa de oro!
Las Irenes y las Julias y las Leocadias
han sido las conocidas, las famosas,
las que más has brillado en nuestra familia,
hasta que llegó Emilio
y se convirtió en también famoso.
Los hombres en nuestra familia han sido...
no son conocidos, pero son admirables, muy admirables.
Y por eso, seguramente,
porque son hombres que respetaron mucho el trabajo de sus mujeres
y dedicando y apoyando a sus mujeres en su carrera.
Clave su mirada en la mía.
¡Fijamente!
Así.
Yo le juro que esos fantasmas,
esos espectros que usted ve
son falsas imágenes que solo existen en su cerebro.
Mi padre...
Me emociona todavía.
(RÍE)
Me emociona mucho.
Mi padre era... eh...
hijo de un farmacéutico de Sevilla.
Algo le sucedió en su cabeza que, sin decírselo a nadie, dijo:
"Yo nada de farmacia, yo lo que quiero es ser actor".
Su familia cuando se enteró le rechazó.
Le... Vamos, su padre le desheredó, nunca más le volvió a hablar...
prohibió a sus hermanos que hablaran con él
y mi padre se quedó solo en la vida porque había decidido ser actor.
-Yo sirvo hoy la última espada de mi vida.
-No digas tonterías. -Me tiene usted muy mal acostumbrado.
Y si puedo, no vuelvo a los toros ni de aficionado, ni de nada.
En caso de haber beneficios, y de momento no parece fácil,
estos se destinarán a mejoras de las instalaciones,
que lo están pidiendo a gritos, a becas escolares...
-Lo que tenía era un gran baúl de ropa.
Y en esa época los actores llevaban su propio vestuario
y, entonces, él tenía la suerte de que pudo trabajar mucho
porque tenía un gran baúl.
Y además era un galán, entonces, él siempre hacía de galán
y siempre tenía, pues la...
muchos, muchos cambios
y eso le dio muchos papeles y fue donde conoció a mi abuela,
en una de esas funciones.
En el caso de Julia con Manuel Collado,
que era un actor que se había formado en Alemania,
un hombre cultismo que hablaba...
que pronunciaba el alemán mejor que los alemanes...
Él llegó a interpretar en Alemania
y llegó a dar clases a actores alemanes de dicción.
-Él me enseñó...
muchas cosas de este oficio
que no solamente son las de actuar, ¿no?
-¡Aquí se hace lo que yo mando!
Ya no puedes ir con el cuento a tu padre.
Hilo y aguja para las hembras,
látigo y mula para el varón.
-No iba con la moral de la época
tampoco esa rebeldía de las mujeres de Lorca.
Y para interpretarlo desde dentro...
tus...
tu abuela, tus... todas tus antepasadas
tenían, de alguna manera, que sentir,
porque Lorca, si no sientes, no ocurre,
tenían que sentir eso, tenían que sentirlo como una batalla...
como una batalla propia. -Todas ellas...
de mi familia, Nuria también, forman su propia compañía.
Entonces, yo sí que tengo mucho el recuerdo de oír decir
que eso era lo que te daba de comer y que había que aguantar.
No te podías poner enfermo, no podías...
acabar una función, no podías...
Bueno, y mi abuela estuvo trabajando muy enferma de cáncer ya.
-Bueno, hacían lo que decía la Xirgu. La Xirgu decía:
"A un ensayo solo se puede faltar
con el papel de defunción en la boca".
-El teatro...
no lo puedo calificar más que como eso,
como una parte de nuestra vida.
O, mejor dicho, era la vida porque lo que respirábamos
o lo que veíamos, lo que escuchábamos,
de lo que vivíamos...
era de la profesión.
(RÍE) -Exactamente eso, era una consciencia,
era lo que te daba de comer, pero además era un...
coño, una obligación moral. -Era el deber. Sí, sí, sí.
-Yo les tengo una... una profunda, una de admiración.
Lo cierto es que a ti entrar en un escenario
te daba menos miedo que entrar en una cámara frigorífica,
me imagino. No te daba ninguno. (RÍE) -Sí.
Es como algo cercano, como casa, como normal.
¿No? Y, claro, luego siempre hay una cosa, pero...
pero sí, es como "Estoy cuidada". -Estás cuidada.
-"Estoy bien, aquí no pasa nada".
-¿Te protege? -Sí.
(RÍE)
Yo...
Yo creo que no me atrevía a entrar en este oficio.
Me parecía...
que no iba a saber hacerlo, sencillamente.
Por fin salí,
se apagó la luz... ese día.
Se apagó, porque había muchos apagones,
y yo sabía que iba a pasar algo...
(RÍE) ... el día que yo pisara un escenario.
Y, efectivamente, nos quedamos a oscuras, pero bueno.
Cuando yo salí de... mi gran actuación,
de salir de una puerta y marcharme por la otra,
el regidor de teatro me dijo:
"Has dicho muy bien esa palabra que tienes, estupenda.
Muy bien, Julita.
No te ha oído nadie, pero has dicho muy bien".
Yo sabía que el teatro era la base de mi trabajo
y eso es lo que procuraba defender...
eh... como fuese.
Lo que sí empecé a hacer yo por mi parte fue cine.
No muy pronto
porque el cine nunca me ha llamado demasiado
y yo tampoco he llamado nunca a su puerta,
pero ya en el año 60, estando en el Infanta Isabel,
vino Juan Antonio Ba... No vino él, vino del representante,
el hermano de Rabal, Damián Rabal,
a...
a decirme que Juan Antonio Bardem quería
quería hacer una película en la que yo...
le gustaba que interviniese.
Y bueno, al final fui, hice la prueba.
Y cuando volví al teatro a hacer mi función de tarde,
todos me preguntaban, los compañeros: "¿Qué tal la prueba?".
Digo: "Pues no sé, yo creo que como no la voy a hacer,
no sé nada". Pero me equivoqué, Juan Antonio me llamó.
Y, efectivamente, trabajé en esa película con Rabal...
de pareja. Rabal entonces era ya una estrella.
¿No sabes a qué hora vas a volver?
Me gustaría que no vinieses tarde.
Saldríamos a cenar cualquier cosa.
Y luego, al cine.
Y después a casa, los dos solos. -Perdóname.
Que anda...
dócilmente colocando mal los pasos...
Y muchísimas razones.
-Mi tío es ese ser especial
y, bueno, del que yo aprendo mucho cuando le veo trabajar.
Es esa especie de combinación perfecta
entre la más absoluta naturalidad,
pero con una técnica impecable.
¿Era tan buena actriz como dicen?
Mi madre era una tímida fuera del escenario,
pero cuando subía al escenario y la miraban,
se transformaba.
Para mí era otra persona completamente distinta.
Yo, cuando la veía entre cajas,
sabía que, en el momento en el que ella accedía,
claramente no era mi madre, sino que se había transformado.
Que es una gran virtud, primero, de los buenos actores, claro,
y de nuestra familia.
Empezó haciendo el papelito de criada, dos frasecitas,
y, bueno,
fue creciendo, claro, como actriz fue creciendo,
fue creciendo...
En los años 60, la figura del director de escena cobra peso.
Y los directores de escena empiezan a ser
los que escogen a los repartos y ya empieza a haber más movimiento.
Ya no hacías las funciones con quien estaba en tu compañía,
sino que determinados directores de teatro
solicitaban a determinadas actrices
y ese es el momento en el que tanto Julia como Irene destacan.
-Alberto Closas, con el que coincidí en una película,
"Usted puede ser un asesino",
en un descanso del rodaje me dijo:
"En cuanto tenga la oportunidad, te voy a contratar".
Y dije: "Pues cuando quieras me llamas".
¿Sí?
¡Ah! ¡Carlos! ¿Cómo está usted? Me alegro mucho de oírle.
¿Qué tal por ahí? -Muy bien.
No, no, bañarme no. Eso queda para los jóvenes.
Julia, ¿de qué humor está hoy el jefe?
-Me dijo un día: "Tienes que formar compañía".
Nos dijo: "Tienes que formar compañía.
Porque así yo, cuando me vaya a América...",
porque él iba y venía con frecuencia, "cuando me vaya y vuelva,
pues trabajamos de nuevo juntos". Es verdad que lo hicimos.
Yo trabajé mucho tiempo con él,
trabajé como siete años con Alberto Closas.
-Un día, Paco Martínez Soria le dijo a mi padre:
"Oye, he oído que tu mujer es muy buena actriz
y debéis formar compañía". Y le puso un cheque en blanco.
A mi padre le dijo: "Toma. Lo que necesites".
A mí hubo una obra que hizo mi madre que me impresionó mucho,
que era "Viejos tiempos" de Harold Pinter.
Un texto tan sutil, tan difícil,
tan poco habitual para el teatro
que se hacía en ese momento en España,
y consiguió que Paco Rabal y Lola Cardona hicieran la función.
Paco, mi madre y Lola era...
Vamos, si Pinter hubiera entendido español,
nunca hubiera dejado que nadie más le hiciera.
Ella el teatro lo vivió
de una forma absoluta.
Y...
Y es cierto que fue de una honestidad trabajando
y de una...
entrega a su trabajo...
fácil por su parte, porque...
porque...
porque sí tenía clarísimo que esa era su vida.
-¡Chinchín! (AMBAS) ¡Catapúm chinchín!
¡Somos invencibles! -¡Somos fabulosas!
(A LA VEZ) ¡Y juntas hasta el fin!
Estábamos haciendo una función juntas, junto con Amparo Baró,
éramos las tres,
y, bueno, se puso mala y...
-Ella nunca supo que tenía un cáncer.
Ni mi padre lo supo, nunca se lo dije.
Solo lo supimos Emilio y yo.
Y ella estaba haciendo una función, que era suya.
Y yo le dije: "Mira, vas a tener que dejar la función
porque, a lo mejor, esto que te duele no es tan eso".
Y ella lo único que piensa es: "¿Cómo voy a dejar...?
¿Vamos a dejar de pagar a nuestros compañeros?
¿Vamos a dejar sin trabajo a nuestros compañeros?".
Tremendo.
A ella no le importaba nada su salud, no le importaba nada nada,
le importaban sus compañeros,
que no se quedaran sin trabajar. Me tuve que enfadar con ella
para decir: "No, vamos a dejar la función ahora mismo".
-Ella asumía su papel de hermana mayor
y yo la seguía como un cordero.
Entonces, éramos como un bloque: jugábamos juntas,
íbamos al colegio juntas, compartíamos habitación...
Eh...
Era la protección para mí.
Y...
Cuando llegó el momento de su desaparición,
se llevó todo eso.
-Aquí, la única que escribe soy yo.
Y llamadas telefónicas, de Pascuas a Ramos.
Supongo que tendréis muchas cosas que contarme.
Dime, cariño, ¿cómo era Hollywood antes del sonoro?
-Pues justo igual que cuando tú llegaste
en una carreta de colonos.
-Al menos yo iba dentro, no tirando de ella.
-En el futuro, nos aguarda el triunfo, creedme.
El futuro será púdico, austero, austerísimo.
-Llega la televisión, lo mismo,
estos directores de escena son los primeros que dirigen televisión
y, bueno, pues la llaman, claro, les llaman porque eran los actores
con los que estaban acostumbrados a trabajar.
-Ahora que ya lo sabes todo,
no olvides que esto supone complicidad
y que los cómplices no deben hablar nunca.
No lo olvides, Charlie.
-No juegues con eso, que te vas a hacer daño.
-¿Por qué comes chicle? -Para olvidar.
Eso populariza a Irene, a Julia y a Emilio,
de manera que pueden empezar a pensar
en que van a atraer espectadores al teatro.
-¿Y qué más da?
Hace un momento pronunciaste la palabra "deber"
y, sí, tienes un deber,
pero no para esa chica, que es una perdida, ni para su hijo.
-Vaya por Dios, no debería haberlo hecho.
(SUSPIRA) Que puta soy.
-Entonces, fuiste hacia ellos y les pegaste.
Qué barbaridad. Pero ¿por qué con una silla?
Les encantaba la televisión.
A mi madre le encantaba, le encantaba el directo.
Se sentían tan seguros haciendo directos,
que eran tan difíciles, que hoy serían imposibles de hacer.
Para ellos era, realmente, ganar mucho dinero trabajando muy poco,
porque no tenían que hacer estas dos funciones.
-¡Nunca he representado semejantes obras!
¡Y déjame tranquila de una vez!
-Fue Jaime de Armiñán el primero que me llamó para hacer televisión.
Y la hice.
El paseo de la Habana.
En ese lugar...
pequeño,
en el que todos servíamos para todo,
los cámaras te ayudaban a abrocharte el zapato si te hacía falta,
o tú le ayudaba al cámara a mover lo que quisieras.
-¿Oiga?
Aquí, en la sierra. Sí.
Todo marcha bien.
Creo que es feliz,
que le podré hacer mucho más feliz desde ahora.
¿Manda algo más?
-Desearías ser grande,
pues no careces de ambición,
pero te falta el instinto del mal para apoyarla.
No querrías hacer trampas,
pero aceptarías una ganancia ilegítima.
Cásese conmigo. -No puedo.
Estoy ya casada.
¡Ricardo, ahora te abrimos!
Es que... Es que con la emoción y con...
No.
Así no.
Pero ¿qué es?
Mi madre no tuvo suerte en el cine, desgraciadamente,
porque hubo muchos papeles que no le llegaron,
papeles en los que hubiera estado estupenda.
No, Tula, no me caso. Ni tú tampoco, Tula,
con lo majísima que eres.
-Pero ¿qué sabrás tú, Herminia, qué sabrás tú?
Cuando yo fui contratado para hacer...
para hacer esta película,
la productora tenía ya un compromiso
para hacerla con una actriz inglesa,
Vanessa Redgrave.
Dije yo: "Es muy respetable, pero que yo no...
Yo no la veo haciendo Bernarda.
Pues prescindid de mí".
Finalmente, lo hizo Irene.
-Mi sangre no se junta con la de los Humanes
mientras yo viva.
-Trabajó su... De donde le salía el aire
y consiguió esa voz que a mí me aterrorizaba, ¿eh?,
que yo nunca había oído en mi madre. Tremenda.
-Y tú te metes en los asuntos de tu casa.
Aquí no se vuelve a dar un paso que yo no sienta.
-Yo, de esa Bernarda,
recuerdo una cosa que a mí me lleva inmediatamente a Gades.
Curiosamente, me lleva a Antonio Gades,
que es una manera de cortar el aire.
Y yo recuerdo la mirada de ella, la mirada de Bernarda,
mirando a las hijas y cortando el aire,
que el cine no siempre recoge y en ese momento estaba muy recogido.
Eso es una imagen que me volvía cada vez.
Lo que pasa...
Lo que pasa es que... Ya no aguanto más. ¿Te enteras?
Todo ha terminado así, tranquilamente.
¡Y no me importa nada, ni mi hijo ni nada!
-Julia sí tuvo más suerte.
Julia tuvo la suerte de que Juan Antonio la...
Bueno, se entendiera muy bien con ella y la llamara muchas veces.
Y tuvo una carrera en cine, por lo menos los primeros años,
estupenda, sí.
-Ese dinero no es tuyo y será de alguien.
A estas horas habrá avisado a la Policía
y estarán buscando al ladrón por todas partes.
Hacía mucho tiempo que no me acompañaba
ningún hombre a casa. -Pues no lo comprendo, la verdad,
porque fuera del Ministerio está usted muy guapa.
-Es la primera vez que me dice una galantería.
-¿Le molesta que fume? -Al contrario, se lo agradezco.
Desde niña me encanta el olor del tabaco.
La vida no es tan difícil de llevar.
Hay que dormir a la hora de dormir,
hay que comer y beber a la hora de comer y de beber.
-Lo hacía todo muy fácil, ¿no?
Y cuando decías tú: "Qué barbaridad, cómo me he complicado la vida yo,
cuando, en realidad, todo es tan sencillo".
Pero es problema de, insisto, de esa sabiduría
que tienen desde que empezaron a trabajar.
-Esta nunca había visto el mar.
-¿Y tú cómo lo sabes? -Porque me lo ha dicho.
-¿Qué le parece? -Le parece muy grande.
Lo mismo que a mí.
Puede ser que sí, pero lo más seguro es que no.
Como siempre me preguntas lo mismo...
Sí, pelmazo, cuando te laves la cara.
Como no tenga la peste...
Gente pobre no necesita criados.
(LLAMA A LA PUERTA) -¿Qué pasa?
(RESPIRA AGITADAMENTE) ¡Ah!
¡Ah!
Sí. Primero salió él.
Y después no se sabía lo que iba a pasar.
Pero también tuve la suerte de tener el Goya.
Este es el campamento que tenemos organizado
para el rodaje de la serie de televisión "Jack Ryan".
El personaje de Jack Ryan por primera vez llega a televisión,
el personaje que creó Tom Clancy,
y estamos rodando en Marruecos,
por eso tenemos todos estos vehículos,
que nos sirven para, como casi el circo,
movernos y tener camerinos, lugares donde maquillar,
oficinas de producción, dónde comer...
Esta es nuestra vida, somos...
El cine, al final, es muy parecido al circo,
lo que pasa es que, en vez de carpa, utilizamos sitios reales.
En la compañía de mi madre,
cuando había que interpretar a un niño en los primeros años,
cuando yo ya tenía, me parece, entre 8 y 12,
pues yo tenía que hacer el personaje de niño.
Era la tradición familiar y, además, estaba ahí
y, bueno, formaba parte de la...
Del ritual.
Y yo no me encontraba muy a gusto en el escenario,
no era algo que me atrajera mucho.
Quizá fuera por vivirlo tan de cerca y vivirlo desde que nací,
pues a lo mejor es el puro rechazo del joven, ¿no?,
que quiere hacer otra cosa.
Pero no me atrajo nunca el salir a un escenario.
Él intentó...
un pequeño rechazo para no seguir la saga
y no pudo con ello, terminó haciéndose productor,
ayudante de dirección, es decir,
cuidando a los seres que hacían esa cosa
que él había vivido en su casa y que se llamaba interpretar,
se llamaba teatro, se llamaba cine, de una manera...
a la Gutiérrez Caba, es decir, muy artísticamente.
-Con esta necesidad mía de trabajar, yo le insistía mucho a mis padres.
Dijeron: "Mira, nuestro compañero Paco Martínez Soria
hace una película cada año, vamos a hablar con él
a ver si te puede meter ahí y trabajas".
Y yo entré como meritorio en "Vaya par de gemelos".
Y el primer día que llegué a aquella oficina,
tenía 17 años, completo desconocido en el cine,
no lo había vivido tanto como el teatro,
me sentaron al lado del ayudante de dirección,
que estaba en ese momento haciendo esto que hacemos nosotros,
que es desglosar un guion. Fíjate, de pronto vi:
"Bueno esto es lo que me gusta, mi cabeza es...
Está preparada para esto". Había algo en eso que sí me interesó.
-¡Guau! ¡B-51, el Cadillac del cielo!
(RÍE)
¡Guau!
-Si tuviera que decir la película que marcó...
Que me marcó, que marcó eso, el "ah, por aquí es por donde quiero ir
y así es como creo que se deben hacer las cosas"
fue "El imperio del sol", de Steven Spielberg.
Me dijeron que estaban buscando las localizaciones
para "El imperio del sol", estaban buscando por todo el mundo.
Pues nada, me puse manos a la obra, y conseguí...
Encontramos un sitio ideal que existía en España,
que eran las marismas de Guadalquivir.
"La pasión turca" significó...
De las primeras películas españolas que salían fuera de España,
que ya se atrevían a salir de nuestro entorno,
a salir de nuestro lugar de confort
y nos fuimos a Turquía a rodarla.
Eso hizo que en los Premios Goya del siguiente año
se valorara el trabajo de una producción española
que se había rodado prácticamente fuera de España.
-José Luis Escolar por "La pasión turca".
-Bueno, pues el mejor director de producción este año es...
José Luis Escolar por "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto".
-Creo que es la mejor película que he hecho.
Como historia, como contenido, y es una película entrañable
y de la que estoy enamorado.
En "Nadie hablará de nosotras" creo que reconocieron eso.
-Y el Goya es para José Luis Escolar por "Perdita Durango".
-Nos pasó de todo, tuvimos todos los problemas del mundo,
era una película dificilísima de hacer.
Quemamos a Javier Bardem, tuvimos una...
Bueno, un accidente un día de rodaje,
una explosión se nos fue de las manos
y se le fue de las manos a la persona de efectos especiales.
-Películas tan famosas como "El coloso en llamas"...
Dime tú cómo es esto. -Coloso en llamas
con Javier en llamas. -Javier en llamas.
Qué gracioso, yo no me río. -Durante mucho tiempo,
"Perdita" era la película española que mejor se vendía fuera de España
porque parecía una película americana.
Y el ganador es...
José Luis Escolar.
-Es una película hecha maravillosamente.
En el presupuesto, en el tiempo... Bueno, como hay que hacer las cosas.
Y yo creo que por eso tiene ese aspecto
que se puede comparar a "La caída del Imperio romano",
a las películas más grandes de romanos, "Ágora" se puede comparar
y es una película hecha por un grupo de españoles,
algún inglés que nos ayudó y muchos malteses.
Y con talento español sobre todo, sí.
Yo había visto a Irene con su padre y muy pequeña
cuando yo no sabía, y puede que ella tampoco,
que iba a ser actriz.
Me parece que ese eslabón es importante,
porque él lo recibió de su madre y de su tía y de toda su familia
y se lo supo pasar con esa calidez.
-¡Nosotros nunca nos mudamos! ¡Esa casa, en esa calle,
la gente hablaba de mí, me miraban, me señalaban!
¡Perdí a todos mis amigos! ¡Yo sí conservé mi nombre!
¡Yo tuve que quedarme con mi nombre! ¡Yo sí lo revivo cada día!
-A mí hay veces que me...
Que me impresiona mucho ver a mi hija
y ver que es exactamente igual que su abuela,
exactamente igual encima de un escenario.
Yo, que he vivido eso como hijo y como padre, de pronto digo:
"Bueno, algo ha pasado por mí,
que, evidentemente, yo no he recibido,
pero que, efectivamente, existe".
-¡Ah!
-Lo de mi hermana era como una cosa natural
y lo de Irene es más de estudio,
de estudio profundo de todo lo que hace, de...
Irene no era así, Irene...
era como...
como normal en su vida el oficio.
Yo nazco en el seno de una familia que todos se dedican al teatro
o al cine y he crecido en el teatro.
He crecido yendo a ver a mi abuela
al teatro los domingos a hacer su función,
siendo muy pequeña
y viviendo allí, como...
como si la vida en el teatro fuera lo normal.
Yo tenía nueve años cuando hice "Mariana Pineda"
y en ese momento yo no sabía qué era...
quién era Lorca.
Lo que sí recuerdo muy bien es que yo
me aprendí la función de memoria.
No quería olvidarla.
A mí me da mucho respeto
hablar de Lorca contigo. -Y a mí mucha vergüenza.
(RÍEN) Hablar de Lorca contigo.
-Me da mucho respeto, me da respeto. -Partiendo de eso...
-Porque, claro,
yo empecé con nueve años haciendo "Mariana Pineda",
este es mi primer contacto, pero, al margen de haber visto
y escuchado mucho a Nuria, que también es otra persona
muy importante en relación conmigo en descubrir a Lorca
y con mi abuela,
habiendo visto muchas veces "La casa de Bernarda Alba",
es hasta que no trabajo contigo en Venecia
que no vuelvo a poner en voz...
-A ponértelo en boca. -A ponérmelo en boca.
Intento recoger eso que yo aprendo ahí,
como es "Grito hacia Roma", escucharte a ti "Grito hacia Roma".
Y yo poder hacerlo en "Leyendo Lorca"
gracias a haberlo descubierto contigo y...
Y vivirlo contigo.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.
El ruiseñor...
¡Dios mío! ¡Dios mío, el ruiseñor!
Àlex me abrió las puertas de un mundo teatral
que yo también desconocía.
Y ahí es donde empiezo a formar mi primera otra familia,
descubriendo el teatro, otro tipo de teatro,
muy diferente al que había hecho mi familia.
Y...
Y que me gusta mucho.
La primera función que hago ya siendo más adulta,
con 17 años, es con Àlex Rigola, en La Abadía también,
haciendo "Días mejores".
¡Por eso ha estallado la revolución!
¡El director de escena abrió los escotillones
y la gente pudo ver cómo el veneno de las venas falsas
había causado la muerte verdadera de muchos niños!
¡No son las formas disfrazadas las que levantan la vida,
sino el cabello de barómetro que tienen detrás!
Y unos cuantos años después, vuelvo a La Abadía con Àlex,
ya no como una niña que empieza, sino como una mujer que...
que está haciendo ese cambio,
de la mano del mismo director, en el mismo teatro...
Y, en ese sentido, sí tenía la sensación de cerrar un círculo.
-Me siento muy orgulloso de que Irene tiene la...
Ha cogido lo bueno de Nuria y lo bueno de Irene.
O, por lo menos, lo intenta, ¿sabes?
Y es tremendamente activa, tremendamente trabajadora,
madruga como yo,
no hace esta vida de cómico que hacía mi abuelo, por ejemplo.
-Mi padre tiene o siente
y siempre me ha transmitido gran gran pasión por el cine.
¿Y si te besa?
-Pues le beso.
-¿Y si te toca?
-Pues le toco.
-Nos casaremos en América. -América...
Pero ¿qué os espera en América, hija? -¡Ya está bien, coño!
¡En América nos espera lo que sea, da igual!
-"¿Sabes que me estoy follando a una tía de 25 años?"
"¡Ah! ¿25 años? ¡Pero qué bien!
Cómo me alegro por ti". "Me sorprende
que te lo tomes tan bien". "Pues claro que sí, si es que...
La vida está para vivirla. Mira, yo, sin ir más lejos,
que me he follado ya a casi todo mi gimnasio".
Haces una prueba, de pronto te cogen y esto resulta que es interesante
por lo que sea y vas haciendo, pero hasta...
Sí que es verdad que hasta los últimos dos años
yo no había tenido en cine una oportunidad real
de construir un personaje,
de llevar el peso de una historia, tener un personaje que fuera sólido,
un personaje que estuviera ahí y que yo tuviera que dar vida.
Oye, Ane,
¿tú crees que Diego se vendría conmigo a Berlín?
-¿Quieres que te diga lo que pienso?
-En cambio, con "Un otoño sin Berlín",
con "La corona partida",
ahora con "Bajo la piel de lobo",
son tres personajes protagonistas
y, claro, esto es una gran experiencia.
El rey ha muerto.
A mí, cuando me preguntan a veces:
"¿Y si no? ¿Y si no sigue la saga?". Digo: "Pues no va a pasar nada".
Seguirá saliendo el sol, llegará el invierno,
la primavera, el verano...
-Quiero compartir este premio con mi familia.
-También a Manuel, a mi familia...
Y a los cómicos os quiero a todos mucho.
-Y con mis padres. -Que todavía están conmigo.
Tan bello y tan duro a veces. -Con los que están
y los que no están. -Por último, acordarme de mi familia.
-En la vida y en la muerte, tantas veces lejos de casa.
Imprescindibles cuenta la historia de una saga de cómicos que lleva más de 140 años en las tablas. Una vida dedicada a la "comedia". Seis generaciones marcadas por la entrega y el respeto a un Oficio al que se han dedicado siempre con absoluta coherencia y profesionalidad.
La historia de esta saga es la historia del Teatro en España en este último siglo y medio. Gracias a la investigación que Emilio Gutiérrez Caba lleva realizando en los últimos 40 años y a los recuerdos y anécdotas de Julia Gutiérrez Caba y José Luis Escolar hemos podido hacer un recorrido por la biografía de esta dinastía actoral cuyo futuro está garantizado con la joven Irene Escolar.
Imprescindibles cuenta la historia de una saga de cómicos que lleva más de 140 años en las tablas. Una vida dedicada a la "comedia". Seis generaciones marcadas por la entrega y el respeto a un Oficio al que se han dedicado siempre con absoluta coherencia y profesionalidad.
La historia de esta saga es la historia del Teatro en España en este último siglo y medio. Gracias a la investigación que Emilio Gutiérrez Caba lleva realizando en los últimos 40 años y a los recuerdos y anécdotas de Julia Gutiérrez Caba y José Luis Escolar hemos podido hacer un recorrido por la biografía de esta dinastía actoral cuyo futuro está garantizado con la joven Irene Escolar.