Domingo a las 19.15 horas
Estoy buscando el número 102
de esta calle.
Porque aquí se encuentra una iglesia,
luterana
alemana, de los alemanes del Volga en Astracán.
Por la pinta creo que es eso.
Esta es una ciudad que yo conocí
en 2009, cuando hice mi primer viaje por esta región.
Y fue la única ciudad rusa que me gustó.
Tiene un ambiente muy particular.
Edificios decadentes de madera como era la arquitectura
tradicional rusa.
Porque este es el país con más árboles del mundo.
Esto hizo que los incendios fueran devastadores.
Por eso cuando Napoleón llegó a Moscú
no encontró nada.
La Moscú de piedra que hoy conocemos
no era la que existía en el s.XIX.
Era una ciudad de madera.
De casas como estas.
Algunas resisten al tiempo y otras han sido abandonadas.
Me producen una sensación particular.
Me recuerdan a Nueva Orleans
y también a Ámsterdam con los canales.
Me encanta Astracán,
y tiene un ambiente distendido la gente es muy amable
no hay tensión.
Son todos pacíficos y simpáticos.
Es la última posta que tenemos en nuestro viaje
hacia Asia Central.
Ahí empieza la dureza del camino.
No vamos a encontrar comodidades como aquí.
La iglesia luterana recuerda el paso de los alemanes del Volga
por toda esta región.
Estuvo perseguido por Stalin.
Los deportó masivamente.
Cometió según algunos un genocidio.
Se trata del raro caso de un pueblo
que obtuvo reconocimiento de su sufrimiento
en tiempos de la Unión Soviética.
Juschrov, después de Stalin les pidió perdón
por ser injustamente tratados.
Se persiguió a un pueblo inocente
se les dispersó y confiscó todas sus propiedades
y se le aventó como las cenizas en el aire.
Los alemanes del Volga una tragedia olvidada.
Un mercado, es el sitio donde voy a conseguir algo importante
Es repelente para los mosquitos que me están devorando.
No vale uno cualquiera.
Es el repelente de cada sitio.
Porque cada sitio conocen sus mosquitos.
Sus mosquitos son su adversario.
A mi me están matando.
Esto no es lo que busco.
Esto es ropa de mujer.
Mosquito.
Una farmacia, voy a ver si compro algo porque en el mercado
no lo he conseguido.
Son un infierno.
Es una fábrica de mosquitos.
España.
Esto me ha dicho que lo eche en la ropa.
Y no en la piel.
¿Cómo me lo echo en la ropa sin ponérmelo en la piel?
Supervenenoso.
Me ha caído en la mano.
Si esto te lo venden en la farmacia y te dicen que no toque la piel
es que tiene que ser
me está viniendo un aroma cojonudo.
Voy a echar un poco más.
Cerca de la cara.
Hice este camino, en julio
del 2009.
Lo estoy repitiendo a finales de junio
del 2017.
Y veo las cosas muy diferentes.
Ese puesto en medio de la carretera
era un puesto de la policía.
Toda la carretera,
estaba sembrada de ellos.
Y la policía salía continuamente a parar a los conductores,
especialmente a mi.
Porque llevaba una moto,
grande, diferente a las que se ve por aquí.
Era extranjero.
Y trataban de extorsionarme continuamente.
Era la rutina del protocol armony,
se inventaban una infracción
y si no les pagaba rápido,
me decían que protocol, al final les decía que protocol y venga.
Haz tu trabajo pero no pienso pagarte un duro más.
Sin embargo,
en esta, que también me pararon,
y me pedían todos los papeles,
no hay nadie.
Esto ha sucedido en todo el camino.
Todo lo que llevo de Rusia
que son miles de kilómetros,
no me han parado ni una sola vez.
Alguna vez de buen rollo
y he notado un cambio total.
Estos puestos hoy están vacías,
se ha producido un cambio
absoluto en estos años.
Me sorprende el paisaje.
En julio estaba más marrón.
Era una estepa árida.
Ahora lo vemos,
convertido en un vergel, hay tanta agua,
que la ciudad está inundada por las lluvias.
Está todo verde.
Si ha llovido en Kazajstán del mismo modo
vamos a ver una estepa distinta a la que yo conocí.
Si es así veis algo que no es habitual.
Me gusta.
Y que no me pare la policía.
Es un puente flotante, que nos lleva a la frontera
con Kazajistán.
Es el símbolo de que empieza lo bueno.
Hasta ahora teníamos carreteras bacheadas
Decentes.
Incluso algún tramo de autovía.
A partir de ahora,
se pone la cosa un poquito más difícil.
A mi me gusta
aunque sea incómodo.
Vamos a cruzar el puente flotante.
Para dirigirnos hacia ella.
Os dije que cuando viésemos caballos salvajes molaría.
Y mola.
Eso quiere decir que estamos en la frontera con Asia.
Los bichos después molarán más.
Los camellos o dromedarios.
1000 rublos son 5200 dengue.
Pero es que no tengo 1000 rublos.
Saque señora, ese fajo.
Hoy voy a hacer la compra del día.
100.
200.
Como cambista es usted un desastre.
No manejan el dinero.
2700 dengues.
Buenos son.
España.
Bienvenidos.
Esto es un espejo.
Resuelto el dinero en la frontera
como las de África, lo mismo.
Pero con gente mucho más amable y simpática.
Es cojonudo, me encanta.
Hemos entrado y como veis por estos agujeros en el suelo
predominan los baches.
No es que sea solo este tramito,
o que esté en obras,
la carretera será así hasta la ciudad.
Dificulta el viaje pero lo hace más interesante.
Vamos a entrar en un territorio desconocido por los españoles
pero que me parece maravilloso.
Es donde más he flipado, Asia Central.
Es extremo en los paisajes, en los climas
extremo en la humanidad de sus gentes,
extremo en las dificultades.
En las emociones que te genera.
En las sensaciones.
Aquí no hay que buscar ninguna actividad
de riesgo, de aventura, porque el mero hecho del viaje
es en sí una auténtica odisea.
Vamos a empaparnos bien.
Y a sufrir un poquito.
Pero disfrutando.
Aunque cuando lleve un rato harto de pegar botes en los baches
ya no esté disfrutando tanto.
Kazajstán.
Ya lo puedo decir.
Welcome to Asia.
Bienvenidos a Asia Central.
A los pocos kilómetros me los encuentro.
Son camellos.
Que no dromedarios.
Tienen dos jorobas.
Las cosas que se aprenden en el libro gordo
del diario de un nómada.
La carretera es tan mala,
es habitual en las carreteras antiguas que sean así.
La gente abre vías alternativas a los lados.
Que se mete campo a través y abre caminos.
Paralelos a la carretera de asfalto.
Está tan agrietado que les hace polvo las suspensiones.
Ya veis como tienen que sortear los coches y los camiones
esta carretera.
Así se negocia un buen bache.
Podría volcar.
Me gusta mucho.
A pesar de que
es una odisea viajar por aquí, pero
yo lo hago por diversión, soy un turista profesional
en cambio ellos lo hacen por obligación
no les queda más remedio que meter los camiones
por estas carreteras para llevar
un magro jornal a su casa.
Siento enorme respeto por los camioneros.
Porque los he visto
atravesar territorios imposibles.
Pero el camionero tiene la ventaja de la potencia de su motor.
Es la jerarquía que marca este tipo de carreteras.
El camionero está arriba del todo.
El tipo que tiene un coche caro
aquí no le sirve de nada.
La jerarquía que manda en la ciudad que pasean sus coches,
los nuevos ricos rusos, o kazajos
van fardando, les sirve solamente en las grandes ciudades.
Aquí no les sirve de nada.
El que manda, el que entra con paso firme en los cafés
el que pide primero de comer el que saluda con autoridad
es el camionero.
Pero después voy yo.
Porque yo soy pequeño pero soy más ágil.
Los camioneros me respetan y yo a ellos.
Cuando entro en un café,
me ven con la moto.
Me preguntan cuánto cuesta la moto.
No para viajar, para tenerla en su casa.
En fin, esta es una de las naciones más grandes del planeta
que sin embargo es un desierto poblacional.
La densidad demográfica ronda los 7 habitantes por Km2.
Eso es menos que en Laponia.
Y gran parte de la población se concentra
en 4 grandes ciudades.
Astaná, Almatí, Atirau, Actó.
Lo que queda es una inmensa estepa vacía,
que es el reino de los mosquitos, de las vacas, camellos
y caballos salvajes.
Y de los camiones que llevan los productos.
Indestructibles camiones.
Los camioneros experimentados
circulan por estos carriles alternativos.
Podríamos llamarlos carriles de aceleración.
Van paralelos a las autopistas.
Para permitir la incorporación.
Esto es un país que si no existiera habría que inventarlo.
Hay van los camiones.
Fijaos la velocidad que llevan.
Porque no pueden avanzar.
La carretera es como.
Un mar de alquitrán roto.
Una tortuga en la estepa.
Intentando avanzar como nosotros.
Vamos como tortugas.
Se avanza mejor por los carriles
paralelos a la carretera
que por la carretera en sí misma.
Los camiones van metiéndose en las bañeras.
Yo aquí con mis amigas las vacas.
Mi compañero la tortuga.
Le preguntaré por Aquiles.
¿Qué sabes de Aquiles?
Nunca podía alcanzar a la tortuga.
Se está haciendo tarde.
Será cuestión de buscar
un hotel de 5 estrellas.
Y creo que por ahí hay uno.
Y allí podré acampar
sin que se me vea desde la carretera.
Que aunque este sea un país de nómadas
es mejor tener cierta intimidad.
Un cementerio kazajo.
Con un mausoleo.
De alguien que debió de ser muy importante.
Y por lo que veo murió a comienzos
del s.XX.
Creo que es,
un lugar estupendo
para dormir sin molestar
a los muertos.
Ellos en su sitio.
Y yo aquí contemplando la estepa.
Y mañana cuando abra la cremallera
veré el mundo nacer para mi.
Salimos de Astrakhan para adentrarnos en el continente asiático, cruzando la frontera con Kazajistán. Allí recorremos un paisaje onírico y surrealista, capitaneado por caminos destruidos, cementerios, bandadas de cuervos y camiones solitarios.
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