2009-2016
-¡Se mueve, amo!
¡Se mueve!
¿Qué está pasando?
Padre le pedirá a mi tía que se case con él.
-Es la última voluntad de su padre. -Mi padre tenía otro hijo.
-Y será el nuevo marqués.
-No puede perder la esperanza.
El marqués siempre tuvo la duda de si Nuño era hijo suyo.
El nuevo heredero y su madre llegarán enseguida.
-Bienvenidos a su palacio. Sr. marqués...
Este es nuestro palacio.
Somos nosotros los que te dejamos vivir aquí.
Tienes que acompañarme. Tenemos que encontrar a mi padre.
Te voy a mandar a limpiar las cuadras
(GIME)
¿Qué vas a hacerme?
Me criaron desde pequeño para heredar estas tierras.
Ahora no tengo nada.
-Tengo que volver a casa, Alonso. -Voy a dar una vuelta.
No quiero ser responsable de que vayas a ese infierno.
(MARIANA) ¡Sácame de aquí!
Ha debido ser un animal.
No volveré a agachar la cabeza. Si vuelve a provocarme lo mato.
-He recibido una misiva del Sr. Juan de Calatrava.
Me prohíbe que os lleve con nosotros.
¡Ah!
¡Amo, por Dios!
Ya sé que tiene usted mucha rabia contenida
y está muy bien que la saque...
¿Cómo está?
De lo de Margarita quiero decir.
Mire...
Dígame que le deje en paz o que no es asunto mío
pero no me diga que está bien. ¡Parece sueco!
Estaba recogiendo la alcoba y lo he encontrado bajo su almohada.
(LEE) "Gonzalo, sé que vas a casarte con Margarita.
Ya nada me retiene aquí
y por eso me voy". -¿Qué pasa?
(LEE) "Perdóname si te molestó que te besara.
Sé feliz, te lo mereces".
¿La bucanera estaba enamorada de usted?
Perdóneme, amo, pero es que no me atina una. ¿A buscarla para qué?
¿Para tenerla abajo suspirando por usted?
Ya no porque nadie la busca.
Si le pide que vuelva le estará dando falsas esperanzas.
Usted sabe muy bien lo que es ver todos los días
a la persona que uno quiere sin ser correspondido.
Las siete ya y el chiquillo sin volver.
Pues tenemos que darle un toque.
Últimamente tiene unos horarios...
¿Ha averiguado algo?
Ahora que ya damos por perdido el tesoro,
podríamos aprovechar la moneda de oro...
para darnos una buena cena.
Porque es de oro...
Amo...
Mire.
¿Y esas letras?
¿Qué significan?
¡Ah! (GIME)
-¡Y ahora qué haces!
-Mejor que te relajes y disfrutes.
No lo sé, ya te he dicho que no lo sé.
Mi marido nunca me dijo dónde lo escondió, te lo juro.
(GIME)
¡Ah!
He buscado en hospicios, monasterios, conventos. Ni rastro de la marquesa.
Lo siento, señor.
Sí, señor.
-Desde que han llegado a palacio no salgo de mi estupor.
Entro a la alcoba de la señora y la encuentro acostada con su hijo.
-¿Qué? -Lo que oyes.
-¿Madre e hijo están...? ¡Eso es pecado mortal!
-¿Tú qué tienes en la cabeza? ¿Qué cochinadas piensas?
-¡Lo acabas de decir tú!
-A ver, acostados durmiendo, no en el sentido bíblico.
¿Dónde se ha visto un hombre de semejante tamaño
durmiendo la siesta con su madre?
Ni que el Sr. Jacobo tuviera tres años.
-Conmigo es muy amable.
Ayer me regaló un pastelito.
-¿Te regaló un pastelito? (ASIENTE)
-Marta, no quiero que vuelvas a estar a solas con el señor. Nunca.
¿Me has oído? Nunca.
-¿Por qué?
-¿Tú sabes lo que es el derecho de pernada?
-No... -Pues tienes mucha suerte.
Cuando el marqués vivía aquí tú ni habías nacido.
De toda la vida los señores han hecho uso de las criadas.
¿Comprendes lo que te digo?
Las marquesas nos bañamos en leche.
Señora.
-Está fría.
-¿Fría? La han puesto a la temperatura de siempre.
-Tú no sabes lo destemplada que se queda una ahí dentro.
Claro, no tienes pinta tú de haber pisado muchas bañeras.
-Abre.
-¿Qué hacéis?
-Se le hace pompa. ¿No sería más cómodo que se quitara el camisón
y así se puede enjuagar bien? -No, siempre me he bañado así
y bien limpia que voy.
Ya. La toalla.
-¿Ya, señora? -Sí.
Ayúdame.
Esta tarde invitaré a varios grandes de España
para presentar a mi hijo. Pasarán la noche aquí.
Preparad sus habitaciones.
Os quedáis hasta que se marchen. -Sí, señora.
-Haz una lista con los convidados. Apunta...
-¿Apuntar yo? -Eso he dicho. Coge papel y pluma.
-Va a ser difícil porque...
Yo...
No sé escribir.
-¿Y tú eres la que manda en los criados?
¿Tú tampoco sabes?
Muy bien. Pues toma nota.
Pasa, pasa. Vamos, vamos. Toma nota.
-Duques de Gamboa, marqueses de Obón,
condes de Albéniz,
el duque...
Este el... ¿Cómo es? El primo del rey, ¿cómo era?
Encárgate de hacerles llegar las invitaciones.
Señores de Lagasca, marqués de Mujica...
-¡Gonzalo!
Gonzalo, yo... siento mucho lo de...
Que ya me he enterado.
Sé lo que es sufrir por amor,
ese miedo que te entra a no encontrar otra persona igual, a quedarte solo.
Pero siempre acaba apareciendo alguien.
Cuando menos lo esperes serás muy feliz.
Claro.
Claro, no te preocupes.
Gonzalo, yo...
Quería decirte otra cosa.
No es que quiera malmeter ni hablar mal de él,
pero creo que Sátur está metido en algún lío.
Llevo tiempo observándole y sé que sale de casa cada noche.
A veces se levanta al alba, prepara los caballos y se los lleva.
¿Sabías que a veces coge tu caballo?
No me has entendido. A veces vuelve...
con la ropa desgarrada, heridas... ¡Le he visto lavando sangre!
Si me das tu permiso lo voy a seguir para ver a dónde va.
Vengo a la celebración... -No, Gabi, no.
-¿No qué? -Que no...
-Ah, que no es hoy.
Pues vaya.
¿Y Alonso?
No, lo dejé hace horas en el bosque, fue a buscarte.
Junto al pinar, cerca del camino.
-Ah...
¿Quién es usted? -No te asustes.
Me llamo Laura y vivo aquí.
Yo misma te he traído.
Toma. -Pero...
¿Por qué me ha traído? -Te encontré en el bosque
con una herida de bala en el costado.
¿Dónde vives?
Tengo que encontrar a tus padres.
-No... No lo sé.
-Pero te dispararon.
¿Sabes por qué?
-No.
Ya le he dicho que no sé nada.
No sé cómo me llamo.
Tampoco sé dónde vivo...
ni quiénes son mis padres.
¿Qué me pasa? ¿Por qué no me acuerdo de nada?
-Has perdido mucha sangre.
Será mejor que descanses.
-¡La mujer!
-¿Qué mujer?
-Estaba en peligro.
Tenemos que ir a por ella.
-La ayudaremos pero antes tengo que curarte esta herida.
-¿Qué pasa?
-Tienes la bala dentro.
-Conde de Albéniz y esposa.
Avisados están. Se están poniendo como dos pimpollos.
La señora no se ha dejado ni un anillo dentro del joyero.
Señor.
Por las horas que son al igual ni vienen.
Marqués de Santillana y su excelentísima madre.
-Es un honor tenerles aquí en nuestro palacio.
Quiero presentarles a mi hijo Jacobo, marqués de Santillana.
-Señores.
Bienvenidos a mi casa.
Coman todo lo que quieran.
-Dios bendito...
-Juan de Calatrava, duque de Belasco y Fonseca y esposa.
-Duques de Belasco y Fonseca.
Qué alegría más grande tenerles aquí. Pensé que ya no vendrían.
-Mi esposo, que está siempre tan atareado...
Me ha costado convencerle de venir.
-Ya te he explicado que tengo muchos pacientes para atender.
-El trabajo es el refugio de los que no tienen nada mejor que hacer.
Tú, ven aquí.
Te ocuparás personalmente de los duques de Belasco.
a desvestirse cuando acabe aquí.
Quizá podrías por un día intentar desvestirte tú sola.
-Se nota que desconoces lo difíciles de quitar que son estos vestidos.
¿Podrías enseñarme las manos? Es un vestido muy caro.
No me gustaría que se manchara.
-Tú, ven aquí.
No te olvides de mantener el champan fresco. Y otra cosa,
averigua a ver dónde ha comprado esa los pendientes.
Quiero unos iguales para mí. Hala, vete, vete.
-Sí, señora.
(CHISTA)
-Hernán Mejías, comisario de la villa, y esposa.
-Buenas tardes, señora. Una fiesta encantadora.
-Me alegro de que al final hayan aceptado unirse al convite.
Venga, querida.
-No se preocupe, amo.
El chico debe haberse distraído con cualquier cosa.
Usted ya sabe cómo es de curioso, le interesa todo.
Igual ha visto una ardilla con la pata coja
o un pájaro que se ha caído del nido.
Ay...
¿Ha visto algo, amo?
Eso será de alguna bestia del bosque,
de algún animal.
Ya sabe usted lo cruel que es la naturaleza.
Los animales para comer se matan los unos a los otros.
Eso menos los que comen hierba, claro.
Eso también es cierto.
es del marqués.
¿Viviría el marqués en una pocilga como esta?
Todo lo que me queda está en estos baúles.
¿Para qué? Si no me han invitado.
¿A ti qué más te da lo que yo haga?
Señor...
La pirata ha escapado.
Los hombres fueron a comer.
¡No! No, señor.
Un guardia se quedó con ella.
La pirata cogió un cuchillo y lo mató.
Sí, señor.
-Igual alguien lo encontró herido y...
se lo llevó para curarlo.
Amo, no se ponga usted siempre en lo peor.
A veces también hay gente buena.
Estoy seguro de que está bien.
Ya lo verá.
¿Y esa jaula?
¿Y el guardia?
¿Qué ha pasado aquí?
No te preocupes, pronto estarás bien.
(GIME)
-¿Me va a sacar usted la bala?
-Sería mejor que lo hiciera un médico pero no tengo dinero.
Tranquilo, no es la primera vez que me encargo de una herida así.
-Pero...
¿No deberíamos buscar primero a mis padres?
Seguro que están preocupados. -Los buscaremos,
pero antes tenemos que curarte.
-¿Y si me muero?
-No te vas a morir.
Yo misma me saqué una bala de aquí hace bastantes años.
Todavía sigo viva.
Vamos, tienes que ser valiente.
(LEE) "A, D, M". Son tus iniciales.
¿Te dice algo?
-No. Bueno...
No sé... ¡Ah! -Vamos, será solo un momento.
Toma.
Muerde.
(GRITA)
(GRITA)
-¿Has hablado con los duques de Gamboa?
-Aún no he tenido ocasión. La marquesa de Sotomayor
me ha contado su viaje al Vaticano. No se ha dejado ni un cardenal.
-Habla con ellos, tienen una hija soltera.
-Ya lo sé, su bigote deja en ridículo al mío.
-¡Qué son cuatro pelillos! Va a heredar una de las fortunas
más grandes del reino. Ve y preséntate.
Límpiate aquí.
Tienes todo esto lleno de canapé. Haz así, sí.
¡Nuño!
Qué alegría que hayas podido venir.
Sí.
-Déjame, puedo yo solo.
-¿Estás bien?
-Sí, no ha pasado nada. -Tú, recoge todo eso.
-Quizá deberíamos ir a nuestra alcoba.
Es tarde y has trabajado mucho. -Estoy perfectamente.
-Por favor, querido. Me gustaría retirarme.
-¡Déjame en paz!
-Venga, ¿a qué estás esperando? Acompáñala a su alcoba.
Y tú, a la cocina. Recoge esto. -Sí, señora.
-Anda, dame otro. -Era el último.
-Vamos a necesitar más.
Tenemos que empapelar toda la villa.
-Ten estas.
-Muchas gracias. Justo se nos habían terminado.
Venga, vamos.
¿Qué tienes, Gabi?
¿Qué te pasa?
-Es culpa mía que Alonso haya desaparecido.
-¿Qué dices?
-Si no lo hubiese dejado solo estaría con nosotros.
-No tienes la culpa.
¿Entiendes?
-Si te hubieses quedado con él estaríais los dos desaparecidos.
-Toma, ve con Murillo y colocad esto por la plaza Mayor.
No te preocupes que Alonso aparecerá bien pronto.
Venga, vamos.
Anda que tú también...
Menudo tacto que tienes.
¡Decirle al chiquillo que ahora estarían los dos desaparecidos!
¿Cómo se te ocurre? ¿Quieres que no duerma en toda la noche?
-Solo quería tranquilizarle. -¡Pues te has lucido!
Dame otro.
-Si te sientes culpable no la pagues conmigo.
-¿Culpable de qué? -Si estuvieras a lo que tienes
que estar no habría desaparecido. Pero te pasas el día fuera...
¡Gonzalo!
Claro.
-¡Gonzalo!
el cadáver de un niño de la edad de tu hijo en el bosque.
Amo, déjeme a mí.
No debería verlo, amo.
Si fuera Alonso es mejor que lo recuerde tal como era.
No queríamos dejarlo tirado en mitad del camino.
Lo llevábamos para el cementerio.
-¿Cómo era el niño?
-Castaño con el pelo liso y la piel clara.
-No es Alonso, amo. Sé que no puede ser él.
Si existe Dios allá arriba no dejaría que esto pasara.
Tome, amo. Tome.
-¿Es él?
-No, no es él. ¡Gracias a Dios!
-¡Ay! ¡Me haces daño!
Tampoco es tan difícil desabrochar un vestido.
Dile a mi marido que no haga ruido al acostarse.
No me gustaría que me desvelara.
¿Aún sigues bebiendo?
¿No te parece suficiente el espectáculo que has dado?
Quiero que prepares la ropa de mañana.
¿Quieres dejarlo ya, por favor? -Aún no he terminado.
-Si pusieras en mí la mitad del empeño que pones en beber...
-No es el momento de hablar de estas cosas.
He trabajado mucho y estoy muy cansado.
-¿Por qué te has casado conmigo? -He dicho que lo dejes.
-¡Desde que nos casamos no me has tocado ni una sola vez!
¿Tanto asco te doy?
Te estoy hablando, Juan.
¡Mírame!
¡Que me mires he dicho!
Perdóname.
Perdóname. -¡No me toques!
¡No vuelvas a tocarme!
-Ya está.
No...
No, no...
No, por Dios. ¡No!
¡No! No, por favor, no.
No hables.
Descansa. -¿Qué ha pasado?
(TOSE)
-Nada, todo está bien. Tranquilo. Ahora tengo que coserte la herida
para que no se te infecte.
A ver, tranquilo. (GIME)
Va a ser solo un momento. Aguanta un poco más.
-¡Me duele! -Ya acabamos.
-Me duele. -Es importante que no te muevas.
Vamos...
Vamos, valiente.
Vamos...
Ya casi está.
Ya...
¡Ya está!
¡Ya está!
-Lucía...
¡Lucía!
¡No! ¡No!
Iré al mercado,
a por algo de comida y un poco de agua.
Tú descansa.
No te muevas.
(VOCES) Ya era hora.
-Alonso...
-Es mi madre...
Mi madre.
(GIME)
¡Ah!
-Llevamos toda la noche preguntando de puerta en puerta
y nadie ha visto nada.
Alonso está bien, si acaso herido, pero está bien.
Así que no me vaya por ahí.
Sé que cuando se trata de un hijo a uno se le nubla el entendimiento.
Intente pensar que no se trata de Alonso.
Piense con frialdad.
Pues lo que hace siempre: el quién, el cómo, el cuándo.
Tenemos el zapato del chiquillo,
la mancha de sangre
y las huellas en la jaula.
(AMBOS) El guardia muerto.
Todo eso tiene que significar algo, piense el qué.
Piense amo, piense con rapidez que no tenemos tiempo.
Ah, muy bien.
¿Qué hacemos entonces? ¿Nos quedamos de brazos cruzados?
Usted me ha enseñado que no hay que rendirse jamás.
¡No me puede venir con esto ahora!
Espéreme aquí.
Voy a buscar los caballos que ya habrán comido lo suficiente.
Le prometo...
que hoy encontramos a su hijo.
Ya verá.
No recuerdo nada.
Anoche bebí demasiado.
No, apenas la conocía.
Llevábamos muy poco tiempo casados.
Sí, ayer vine después de atender a un paciente. ¿Por qué?
No entiendo para qué.
Sí.
Sí, falta mi bisturí.
No puede ser...
No puede ser...
-Por favor,
tengo un niño enfermo a mi cargo y necesito darle algo de comer.
-Tres maravedíes.
-No tengo dinero.
-Esto es un negocio, no una casa de caridad.
-Por favor, es un niño.
Le juro que se lo pagaré en cuanto consiga dinero.
-Aquí se paga al contado, señora.
¡Ladrona! ¡Ladrona!
Tres maravedíes.
Dos.
Gracias. Yo no soy ninguna ladrona.
¡Ese niño!
¡Le conozco!
Sí...
Sí, sí. ¡Es él, es él!
Sí.
En mi casa.
-Ten un poco de agua, que se te pase el susto.
Ten. Bebe agua, cariño. Bebe agua.
¿Quién ha podido hacer una cosa así? Juan tiene que estar destrozado.
-¡Se lo llevan detenido! -¿A quién?
-Al doctor. Dicen que ha matado a su mujer.
Se lo han llevado con los grilletes puestos.
-Debe de haber un error.
¿Tú crees que ha sido Juan? ¡Es incapaz de una cosa así!
Puede que bebiera pero eso no quiere decir nada.
Margarita...
Entiendo que tú te puedas sentir traicionada por Juan,
pero que sea un asesino...
Margarita, no me puedo creer que pienses que la ha matado.
Me empeño porque es Juan.
-Aquí dándole al pico, ¿no? Subid los desayunos a los invitados.
Ha pasado una desgracia pero no vamos a matarlos de hambre.
-Pero es que verá, señora, se han ido todos.
-¿Todos? -Sí, señora.
-Bueno, pues... Tú, sube a limpiar a la muerta.
Lávala bien y luego la vistes.
¿Vas a replicarme a mí?
Cuando vengan los familiares de la difunta que vean
que en esta casa se hacen las cosas como Dios manda.
Lo dejé acostado en el jergón.
¡No quiero dinero!
Ya le dije que le recogí malherido y le traje.
Le pedí que no se moviera.
Había perdido mucha sangre por culpa del disparo y estaba débil.
Su hijo repetía que...
Había una mujer que estaba en peligro.
No, estaba muy aturdido.
Ni siquiera recordaba su propio nombre.
Tenía mucha fiebre...
Puede que estuviera delirando.
Insistía en que la mujer estaba encerrada en una jaula.
-Madre...
¡Ah!
Madre...
Madre...
¡Suéltame!
¡Nada!
-Este pavo es buenísimo, no he probado cosa igual en la vida.
-Deja ya el pavo.
Solo se habla del asesinato de la duquesa de Belasco.
-Es un asunto muy serio. (CON SORNA) Un asunto muy serio.
Si no supiera que es imposible dudaría de que eres hijo mío.
No se menciona para nada tu presentación en sociedad.
-Ya me conocerán. Haremos más recepciones.
-¿Quieres dejar de comer?
¡Acabamos de hacerte un vestuario a medida!
Como sigas así lo vas a reventar.
-Estar bien alimentado es elegante. Un par de libras más de carne
no van a estropear mi buen porte.
-Señora, ha llegado esta misiva del palacio real.
-¡Vete, vete, vete, vete!
-¿Qué pone?
¿Qué pone?
-El rey quiere recibirte en su palacio.
-¿A mí? -Sí.
-Pero madre... Esta misiva es para la marquesa de Santillana.
-Bueno, pero tú ahora eres el marqués de Santillana.
-El rey estará esperándola a ella. -Irás a ver al rey.
No puedes dejar pasar una oportunidad así.
-No sé, madre. Pero... -Pero, pero, pero.
Se le explica el cambio: que ahora tú eres el marqués.
Así de paso te conoce.
-Ya, madre, pero es que no es eso solo.
Es que no sé si estoy preparado para entrevistarme con el rey.
-¿Quieres que vaya contigo?
-¿Cómo sigue, amo?
Esto... Dios no lo quiera,
pero en el caso de que no recuperase la memoria
he confeccionado una lista con sus mejores recuerdos.
Aquí tiene.
Eso es verdad.
También es cierto.
Ya que uno tiene la oportunidad de reescribir su pasado,
pues mejor...
Mejor inventarse uno. Este es mejor.
¿Para qué amargar al chiquillo con recuerdos tristes?
Ya son ganas de hacerle pasar dos veces por las mismas desgracias.
Eso no es de ley.
-¿Quiénes sois?
¡Alonso!
Suéltame. (GIME)
No, no. Tú no eres mi padre. -Ay, Dios...
-Tú no eres mi padre.
Tengo que salvar a mi madre.
Suéltame.
Estaba en peligro, mi madre... ¡Ah!
Tengo que salvarla. ¡Ah!
Ay, amo... Cree que su madre está viva.
-Anda, deja. Yo lo hago.
¿Tú crees que Juan, el hombre con el que te ibas a casar,
ha matado a esta mujer?
¡Se lo puede haber cogido cualquiera! Por eso no lo puedes dar por asesino.
¿Por qué no hablas con él?
Aunque sea para no estar toda la vida pensando que el hombre
con el que te ibas a casar es un asesino, que te lo diga.
¿No le vas a conceder ni el beneficio de la duda,
nada más que sea por todo lo que te ha querido?
Entorna esa puerta.
-Menos mal que Margarita no se casó con Juan,
sino la estaríamos limpiando a ella. -¡Ay, calla!
Abre esa ventana, a ver si ventilamos esto un poco.
-¡Uy!
¿Esta ventana desde cuándo está rota?
-¿Cómo que está rota? -Sí.
-A ver...
Pues...
-Gracias por acompañarme, madre.
-Las gracias para los curas. Y una cosa,
el asesinato de la duquesa de Belasco ni mencionarlo.
-Se ha muerto en nuestro palacio.
-Si tratamos ese asunto no hablaremos de ti y si no recuerdo mal
estamos aquí para presentarte como el verdadero marqués.
-Juan es el primo del rey.
Algo habrá que decirle o darle el pésame.
-Bueno, pensándolo bien, es una oportunidad para mostrarnos
como los más afectados por la noticia.
-Esperaba encontrar a la marquesa de Santillana y a su hijo.
¿Quiénes son ustedes? -Está usted en lo cierto, señor.
Este es mi hijo, el marqués de Santillana.
¿Y usted es?
-El secretario real.
No sé qué pretenden conseguir.
La marquesa es una vieja amiga del rey y conocida por todos.
-Le puedo asegurar...
que mi hijo es el verdadero marqués de Santillana.
Si quiere puede comprobarlo.
-Esperen aquí, por favor.
-Ahora porque no es el momento pero cuando haya más confianza
le diré al rey que no nos han tratado como se merecen unos marqueses.
-Madre, llevamos esperando más de tres horas.
-Ni se te ocurra.
-Su majestad el rey.
-Excelencia. -Majestad.
-Mi secretario me ha informado de que querían verme.
-Majestad,
yo y mi primogénito, el marqués de Santillana,
venimos a presentarnos como habrá podido comprobar...
-¿Y Lucrecia?
¿Está bien?
-Eh... Lo desconozco, majestad.
Tengo entendido que está de viaje por Europa.
-Ya.
Ahora tengo una reunión y apenas dispongo de tiempo.
Cuando lo considere necesario les haré llamar.
-Como usted desee, majestad.
Nosotros estaremos encantados de cuando usted lo solicite
plantificarnos aquí.
Para lo que quiera.
-Queríamos aprovechar para darle nuestro más profundo pésame...
Nuestro sincero pésame.
-No sé de qué me está hablando.
-Vuestro primo, majestad, Juan de Calatrava y Fonseca.
Ha sido detenido por el asesinato de su esposa.
¿Has visto a Nuño?
Tiene que haber alguna solución.
Eres el comisario, podrías hacer algo.
Podrías acudir a otro letrado.
¿Te vas?
¿Ya es definitivo?
Cuesta creer que Juan sea un asesino.
¿Para qué te has casado?
Ha habido un asesinato en la alcoba de al lado.
¿No crees que es poco decoroso por tu parte?
Señor, siento importunarles, pero...
Debería usted ver algo, cuando pueda.
Es en la alcoba donde se ha cometido el asesinato.
La ventana no cierra.
Hay manchas de barro justo al lado de la ventana.
Pensé que sería importante para su investigación.
Esa ventana cerraba perfectamente.
Sí, señor.
-¿Qué vamos a hacer, amo?
¿Y hacerle pasar dos veces por el mismo error? No, no.
¿Pero por qué?
¿Qué gana el chiquillo sabiendo la verdad?
¡Dígale cualquier cosa!
Que les abandonó o murió en la cama
a causa de cualquier enfermedad.
¡Confundirle para bien!
Le digo una cosa,
ojalá alguien me hubiera inventado una infancia mejor.
Habría sido mucho más feliz.
¡Y dale!
Usted es el padre y tiene la última palabra.
Le digo una cosa,
no estoy de acuerdo en ese reincidimiento
en el sufrir del chico. No le digo más.
-Déjame marchar.
Tengo que ayudar a mi madre.
¿Tú qué sabes?
No...
No.
No.
No.
(MADRE) ¿El valiente tiene miedo?
Tú quédate aquí. -¡No me quiero quedar solo!
¡Mamá!
¡No me quiero quedar solo! -¿Tienes miedo?
¿El valiente tiene miedo?
¿Estás listo? Vale, ya.
¡Mamá!
¡No me dejes, por favor!
¡Mamá!
¡Padre!
Gracias a Dios.
Una cosa, perdonen...
Perdonen que interrumpa esta escena tan tierna.
Alonsillo, ¿entonces quién es la mujer del bosque?
-Claudia.
-¿Quieres agua?
No vamos a casa.
A Juan lo trasladan a una prisión militar y pasarán por aquí.
¡Puede ser la última vez que lo veas! ¡Margarita!
No lo sé. No lo sé...
-¡Nuño!
Nuño, ábreme la puerta.
Nuño, por favor. Ábreme la puerta.
¿Qué estás haciendo?
-Déjame en paz, por favor.
-No has comido nada.
-No tengo hambre.
-Anda, ven conmigo. Le diré a la cocinera que te prepare algo,
no puedes estar sin comer. -¡No!
No voy a salir.
-¿Cómo que no vas a salir?
-Fuera no hay nada que me interese.
-Estás pasando un momento complicado,
no puedes quedarte aquí encerrado.
-¡No tienes ni idea de lo que estoy pasando!
-Por mal que estés todo va a cambiar. Solo es cuestión de tiempo.
Cuando tu madre vuelva será diferente.
-¡Da igual que mi madre vuelva! ¡No cambiará nada! ¡Vete!
-No pienso dejar que te quedes aquí. -¡He dicho que te vayas!
-No dejaré que te salgas con la tuya.
Como esta noche no estés sentado en la cena, vendré a buscarte.
(NUÑO) "No sufriré más tiempo esta humillación, comisario,
no me has educado para ser así.
Siempre has dicho que cada hombre tiene que buscar su destino.
Yo voy a buscar el mío.
Sea cual sea, sé que este no es mi lugar.
No tengo miedo a lo que pueda encontrar.
Si la vida me ha negado esto será porque me tiene preparado algo mejor.
Puede que no vuelva a veros, ni a ti ni a mi madre.
Explícaselo, por favor.
Hazle ver que ella habría hecho lo mismo".
-¿Dónde está? -¡Ahí está, cogedla!
-¿Dónde está?
Mira por ahí.
-¡Aquí está! ¡Cogedla! -¡Está ahí!
(TOSE)
(PIENSA) "La corona ratifica la sentencia por el que se condena
a pena capital mediante decapitación.
Duque de Belasco y Fonseca... Acusado de asesinato...
Contra don Juan de Calatrava... Mediante decapitación...
Yo, el rey Felipe IV".
-Siento importunaros, majestad.
Esperan su firma para la sentencia del duque de Belasco y Fonseca.
-Necesito un momento.
-Por supuesto, majestad.
-¿Es culpable, no?
-Así es.
-Entonces firma.
-No es tan sencillo.
-¿Por qué? ¿Porque es tu primo? ¿Has olvidado que casi arruinas
tu campaña en Portugal por salvarle la vida?
¿Cuántas veces estás dispuesto a manchar tu nombre por él?
-Acordé ese matrimonio en contra de su voluntad.
En parte soy culpable de ese asesinato.
-Eso es una insensatez.
-Conozco a mi primo.
Es un buen hombre. -Sí.
Un buen hombre que ha matado a su mujer.
Merece morir.
-Espero no equivocarme.
-Un rey nunca se equivoca.
-Morirá decapitado en dos días.
-Amo, ya hemos acostado a Mariana.
Se ha quedado Cipriano al tanto por si se despierta.
Pobre mujer, lo que habrá tenido que pasar.
Yo le convencí de que no corría peligro.
¿Por qué no me habré metido...?
¡Dios!
Eso sí.
Vaya jornadita que nos hemos chupado.
Muy bien, recuperado ya.
Tiene mejor color que un melocotón de Toledo.
Solo que, amo...
en la suya con su cuñada.
Después de lo mal que lo ha pasado no me he atrevido...
Antes de que llegue la señora.
Está tan ilusionado que es capaz de pedirle de llevar las arras.
Con su permiso...
¿Cómo que no me lo lleve? ¿No estará pensando en salir?
se me va usted al fondo!
Perdón...
¿A La boca del diablo?
Su propio nombre lo indica...
De ahí no se sale ni con los pies por delante, si es que se sale.
¿Y esos tambores?
(PREGONERO) "Se hace saber que su majestad, Felipe IV,
ordena morir decapitado al duque de Belasco y Fonseca
por el asesinato de su mujer.
La ejecución tendrá lugar en dos días".
-El duque de Belasco y Fonseca...
¿De qué me suena a mí?
¡El doctor!
¿Juan ha matado a su mujer?
(VOZ) "Erase una vez un reino lleno de esplendor y alegría.
Su rey, bondadoso y fuerte,
amaba a su pueblo como si de sus hijos se tratara.
Hasta que las tinieblas se cernieron sobre el cielo".
-Inglaterra declarará la guerra a las Españas.
(VOZ) "Los corazones de los más nobles se volvieron despiadados".
(VOZ) "El odio y la venganza se apoderaron del hombre".
-Vas a pagar por todo lo que nos has hecho.
(VOZ) "Nada ni nadie estuvo a salvo.
Hasta el alma más tierna e inocente murió".
-¡Murciélagos!
-Voy a organizar algo grande,
un espectáculo como los de antes.
-Para mí sería un honor participar y escarmentar a los ingleses.
-El chiquillo tiene razón,
necesitan que les aclaren un par de temas.
Soy el capitán Patrick Walcott.
-¿Qué le parece? -Estás hecho un Adonis.
Que un maestro haya estado en la India tampoco.
-¿Nuño?
-Si no llega el rescate en un día Nuño estará muerto.
-Amo, salga allí y reponga el orgullo español.
¿Qué preocupaciones tiene un maestro?
Te amo.
-Conozco su avaricia.
Nunca rechazará un obsequio valioso.
-Le ha visto la cara, amo.
-Madre, no estoy solo. -Apártate de mi hijo.
-Somos mucho más parecidas de lo que usted cree.
¡Amo, le sacaré de ahí!
¡No podéis hacerme esto!
Ya es suficiente.
-Ella era la alegría de esta casa.
Tras recibir un disparo, Alonso yace inconsciente en el bosque. Gonzalo, preocupado porque su hijo no ha vuelto a casa, decide salir a buscarlo. Gabi lo vio por última vez en el bosque, pero cuando Gonzalo y Sátur llegan al lugar Alonso ha desaparecido. Alguien se ha llevado al niño.
En Palacio, Sagrario organiza una recepción con los principales nobles de la corte para presentar a su hijo Jacobo en sociedad. Durante la velada, el Comisario se enterará de que Nuño ni siquiera ha sido invitado. Por otro lado, Margarita vivirá una incómoda situación cuando Sagrario le ordene que atienda personalmente a una invitada muy especial: la esposa de Juan.
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