Videodrome   Carta de una desconocida 05/03/2017 58:51

Después de una excursión de tres días por la montaña, el famoso novelista R. regresó a Viena por la mañana temprano… El criado le informó de las visitas que había tenido durante su ausencia, así como de las llamadas telefónicas, y le entregó la correspondencia sobre una bandeja. Él la miró distraído, abrió algunos sobres, cuyos remitentes le interesaban, y dejó a un lado uno de letra desconocida, que le pareció muy voluminoso… En 1921, Stefan Zweig publicó CARTA DE UNA DESCONOCIDA, un relato en el que un escritor de éxito, al volver a Viena tras unas cortas vacaciones, recibe una voluminosa carta, cuyo sobre está escrito por una mano femenina, pero sin remitente. En un principio, la aparta del resto de correspondencia; pero la curiosidad le hace abrirla…

A Andrea…y a Concha.

-Paul Hindemith: Trauermusik. Jitka Hosprova. Orq. de Cámara de Praga.

-Alban Berg: Concierto para violín “A la memoria de una ángel” Kyung Wha Chung. Orq. Sinfónica de Chicago. Georg Solti.

-Richard Strauss: Cuatro últimas canciones… PRIMAVERA, SEPTIEMBRE y AL IR A DORMIR, con textos de de Hermann Hesse; EN EL OCASO, texto de Joseph von Eichendorff. Anne Schwanewilms. Orq. Ópera de Colonia. Markus Stenz

-Arnold Schönberg: Noche Transfigurada. Octeto de Viena.

-Christiane Kubrick: Der Treue husar (Tradicional)

Primavera.

En la gruta crepuscular

soñé largamente

tus árboles tus aires embriagadores

tus olores y el cantar de tus pájaros.

Ahora yaces descubierto

con tus ornamentos resplandecientes

pleno de luz

como un milagro ante mí.

Me reconoces de nuevo

me atraes dulcemente,

mis miembros tiemblan

tu bienaventurada presencia.

Septiembre.

En el jardín enlutado

cae gélida la lluvia sobre las flores.

El verano se estremece

mansamente esperando su final.

Goteo dorado de hoja

en hoja de la gran acacia.

El verano sonríe asombrado y abatido

en el jardín agonizante.

Moroso junto a las rosas

se entretiene, buscando la calma.

Lentamente, cierra

sus cansados ojos.

Al ir a dormir.

Cansado del día

debe recibir mi añoranza ansiosa

amigablemente la noche

como al niño fatigado.

Manos, dejad los quehaceres,

Cabeza, olvida todo pensamiento,

todos mis sentidos

desean hundirse en el sueño.

Y el alma sin vigilancia,

desea colgándose de libres alas,

vivir profunda e intensamente

en el círculo mágico de la noche.

En el ocaso.

Hemos atravesado necesidad y felicidad

cogidos de la mano;

descansamos del camino

en el campo silencioso.

Alrededor, se inclinan ya los valles

oscureciendo el día

mientras dos alondras se alzan

ensoñadoramente en el éter.

Ven y déjalas correr

pronto es hora de dormir

y así no nos perderemos

en esa soledad.

Lejana, calmada paz

tan profunda en el crepúsculo.

Cuan cansados estamos del camino,

¿es esto quizás la muerte?

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